Cuando a un madrileño le preguntan cuál es el gran símbolo de su ciudad, la respuesta suele convertirse en un silencio incómodo seguido de: “en realidad Madrid lo que tiene es un ambientazo, museos, el Bernabéu…”. Hay cierto consenso no escrito en considerar a Madrid una ciudad “huérfana” en comparación con otras. No tenemos una Torre Eiffel, un Coliseo o un Big Ben. Y aunque muchos piensan que no nos hace falta, la verdad es que hace unos cuantos años el proyecto estaba sobre la mesa: una bola del mundo en El Retiro.
A finales del siglo XIX, concretamente en 1893, el arquitecto Alberto de Palacio y Elissague diseñó para la Exposición Mundial de Chicago una auténtica locura en forma de globo terráqueo, homenajeando a Cristóbal Colón y su hazaña. Este proyecto fue desechado por la ciudad norteamericana y Madrid se convirtió en el punto de mira.
De Palacio fue un ingeniero y arquitecto vasco al que le debemos obras tan emblemáticas como la estación de Atocha, el Palacio de Cristal en El Retiro y el puente colgante de Portugalete. Con este proyecto, De Palacio se propuso construir el gran coloso de Europa. Un gigantesco globo terráqueo en el que estaban representados los cinco continentes. Una plataforma de setecientos metros de longitud y catorce de altura a la altura hacía las veces de mirador, rodeando la estructura. Esta esfera iba a estar sostenida por una peana de hormigón y un conjunto de edificios se erigirían a sus pies. Entre ellos: centros culturales, bibliotecas, museos, un teatro, un hotel, salas de música, restaurantes, una iglesia, observatorios astronómicos…. Una imponente estatua de Cristóbal Colón recibiría a todos los visitantes a las puertas del monumento.
De Palacio, discípulo del mismísimo Gustave Eiffel fue la comidilla en el Madrid de la época, no había otro tema de conversación. Su intención era construir la esfera en el parque de El Retiro, justo al lado de donde se sitúa hoy el Palacio de Cristal. Para alimentar el ego del propio proyecto, se planeó superar a la propia Torre Eiffel y convertir esta bola del mundo en la estructura más alta del mundo (en aquella época). Fue entonces cuando a De Palacio se le ocurrió la idea de rematar la estructura con una réplica de la carabela Santa María, acompañada de esculturas de la tripulación en su interior.
Con los planos finales sobre la mesa, el proyecto se vino abajo cuando el presupuesto salió a la luz. La grave crisis política que vivió España a finales del siglo XIX con el sistema de Monarquía parlamentaria basado en el turno de partidos en peligro, el ascenso al trono de Alfonso XIII con tan sólo dieciséis años y la dictadura de Primo de Rivera acechando a la vuelta de la esquina, este proyecto faraónico quedó aparcado para siempre. La historia de la bola del mundo en El Retiro se perdió entre montañas de papeles.
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