El actor y dramaturgo Antonio Campos lleva toda una vida dedicándose al mundo de la cultura y, más en concreto, al teatro. Hasta el 29 de agosto se puede disfrutar en Madrid de su último reto: la adaptación de la novela La Celestina con un solo personaje, el cual interpreta él mismo. Forma parte de la Fiesta Corral Cervantes 2020, cuya programación se puede visionar en el Recinto Corral Cervantes.
Hablamos con Antonio Campos del surgimiento de esta adaptación y de su trayectoria. El chaval que en el colegio pedía o copiaba los trabajos sobre autores clásicos, terminó dedicando una gran cantidad de horas a releerlos y re-adaptarlos para el teatro.
Nosotros hemos exprimido el limón de La Celestina hasta la última gota, hasta su misma esencia. Un virtuoso de la guitarra, un actor dúctil y versátil, y tres volúmenes rectangulares es todo lo que tenemos. Tres elementos que se conjugan entre sí para servirnos el drama y la comedia que rezuma La Celestina.
Se han hecho muchas versiones de este texto de Fernando de Rojas pero ¿Qué has preparado para esta adaptación?
Empezamos a introducirnos en el texto de Rojas muy poco a poco y en seguida nos dimos cuenta de que cuánto más nos metíamos en el texto, más difícil era crear una adaptación con un solo actor.
Tuvimos que recurrir a los estudiosos hispánicos de la obra para sacar deducciones de cómo se fue creando la propia obra, cómo iba mutando en las ediciones y cómo se iban añadiendo historias o conclusiones.
A partir de estas reflexiones, y estudiando a cada personaje por separado, sus personalidades verdaderas, pudimos ir a la esencia misma de la obra. Era la única manera de afrontarla y de llevarla a cabo con un solo actor. Creo que nunca se ha hecho y ahora comprendo por qué.
Nosotros hemos tenido la desgracia de estar en un confinamiento y en ese confinamiento aprovechar el tiempo que se nos otorgaba para poder montar muy poco a poco la obra. A veces incluso ensayar cuatro horas para dos minutos de montaje. Cuando teníamos algo que nos parecía maravilloso al día siguiente lo quitábamos porque rompía el ritmo. Nos fue difícil porque no queríamos traicionar a la obra en ningún momento.
Es curioso porque uno se da cada vez más cuenta de los paralelismos que tienen los textos clásicos con los tiempos actuales.
Es terrorífico (risas). Llevamos una información inscrita y la vamos repitiendo a lo largo de los años. Es verdad que la prostitución tanto aparece en La Celestina todavía existe y veremos a ver quién la erradica.
Estamos en una época donde el sexo ya es tan natural como el comer. O el ver carnaza en cualquier red social. Somos capaces de poner una foto justo después de haber hecho el amor con nuestra pareja en la cama. Todo esto ya está muy naturalizado.
Quizá lo que más nos sorprende o hacia lo que sentimos más rechazo en la actualidad es a la corrupción. La avaricia. Con tal de conseguir un objetivo económico somos capaces de cualquier cosa.
Creo que es ahí donde más podemos incidir. Está muy subrayado ya en la obra, tanto lo sexual como la avaricia. Las luchas sociales entre la clase baja y la clase alta. Son luchas que vemos en la actualidad y que yo creo que son eternas.
¿Cómo es interpretar la propia obra que has escrito?
La verdad es que es un proceso complicado de explicar. Cuando partimos de tener tiempo, no es como coger un producto del supermercado e ir a comprarlo. Tienes que crear. Es un trabajo maravilloso y no se muy bien cómo se llega a él.
Entramos en el ensayo a partir de la charla. Está el director, estoy yo, el ordenador está abierto, la adaptación está hecha… pero se va probando. Una cosa es lo que está escrito, pero luego cuando lo pones en pie es diferente.
Cuando se propone el juego y se va creando en acción, vemos que surgen cosas que encajan mejor. Sigues buscando el código o el lenguaje perfecto para que el público lo pueda entender mejor. Dependiendo de cómo responda el público puedes alargar más o menos.
Desde la compañía Albacity Corporation no solo os centráis en teatro.
Se fundó en el 2004 y en principio empezó como una gestora cultural donde hacíamos cursos de literatura, periodismo, cine… lo mismo estábamos en una película que hacíamos el making of…
Teníamos muy claro que la finalidad era subirse a las tablas. Al ser autodidacta, la gestión cultural me llevó a empezar y poco a poco ir leyendo y empapándome de las letras, las palabras… ir formándome en el teatro que era el objetivo final.
Partiendo de esa escuela nació un sello y te das cuenta cuando ya has cumplido 40 años. Dices: «Parece que me he perfeccionado en algo». Quizá en la perfección está la profesionalidad. El ir buscando tu hueco en el teatro. Es muy difícil.
¿Tendrías en mente el primer momento en el que leíste La Celestina por primera vez? Supongo que será muy diferente al momento actual.
Totalmente diferente. Cuando nos hacen estudiarnos los clásico es atroz. Porque además te obligan a leértelos, hacer un resumen… no sé, es un rollo y no te explican nada. Todo lo tienes que sacar por ti mismo.
Los clásicos, al igual que la música clásica, hay que entenderla. Siempre recordaré la película de Walt Disney: Fantasía. Mickey Mouse y la música clásica. Me llegó. Me enamoré de eso. Quizá es que hay que seguir los clásicos para hacerlos llegar al público joven.
Cuando llegué por primera vez a La Celestina supongo que me copiaría o le pediría el trabajo a alguien.
Claro, luego cuando eres adulto y te metes en estas historias te das cuenta de la cantidad de enseñanzas que te aportan. Que una lectura de La Celestina te puede solucionar muchos quebraderos de cabeza. Es como un manual de supervivencia, igual que El Lazarillo de Tormes o El buscón. Son eternos.
¿Más de cultura y menos de qué?
Y menos impacto informativo. Está todo basado en el impacto. Vayamos más al turrón. Cada uno quiere su «me gusta» y no puede ser.
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