Fotografía: Cipri Lasheras

Una fiesta, música, alcohol, drogas y sexo. Podríamos estar hablando de cualquier noche de desenfreno pero en Desdémona Dance Party hay también mucha tragedia. Una obra de teatro que se puede disfrutar en Madrid los días 18, 19, 25 y 26 de julio.

La Desdémona de Otelo, la Ofelia de Hamlet y la Lavinia de Tito Andrónico saldrán por una vez de las páginas que Shakespeare para cumplir su propio sueño (o no) de una noche de verano en una discoteca.

Hablamos con Luis Enrique Montero, dramaturgo de la obra, que nos habla del proceso creativo de este rescate de los personajes femeninos del autor que merecieron una mención especial.

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Si resultas ganador, sólo tendrás que identificarte con tu nombre, comprar la entrada en taquilla y allí recoger la de tu acompañante de manera gratuita.

¿Cómo participar en el sorteo?

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Puedes participar hasta el 23 de julio de 2019 a las 12h.

Luis Enrique Montero nos atiende al otro lado del teléfono para hablarnos sobre esta reflexión en un siglo XXI que encuentra numerosos paralelismos con la obra de Shakespeare, como también ocurría con La fierecilla domada de Javier Rojo o, en el cine, con Lady Off.

Para quién no sepa el papel de un dramaturgo, ¿cuál es tu papel exactamente en la obra?

En este caso es una obra de creación, por lo que sería realmente como el autor.

Lo que he hecho ha sido reescribir los personajes de Shakespeare, en este caso personajes femeninos que pertenecen a tres obras cuyo protagonista es un hombre y el título de la obra es el nombre del personaje.

Son Hamlet, Otelo y Lavinia. He cogido los personajes más fuertes de esa obra y los he trasladado a una noche en el mundo contemporáneo. He salvado sus historias, su esencia, pero el resto no lo he respetado mucho (risas).

Quizá aquí tu papel es más importante al tratarse de un texto clásico…

Exacto. Realmente a mi no me gusta decir ni adaptación ni versión porque realmente el texto parte de cero.

Fotografía Cipri Lasheras

Utilizo algunas frases pero las contemporizo. Realmente no es ni una adaptación ni una versión porque la obra no tiene nada que ver con las obras de Shakespeare, más que la esencia de los personajes y la esencia de la historia. Lo que les pasa.

Entre «adaptación» e «inspiración»de una obra ¿dónde está la línea?

En este caso yo creo que diría más bien que es una cinta de teatro contemporáneo inspirada en estos tres personajes. Más que decir que es una versión o una adaptación porque no lo es, ni por asomo.

¿Cómo te compenetras con el director?

Con Alberto Sabina ya había trabajado antes.

Estrenamos hace un año «Óscar quiere ser una cigala» en el Teatro Galileo y él ya dirigió uno de mis textos.

Pese a que su visión del teatro y la mía son bastante diferentes creo que hay puntos en los que congeniamos y coincidimos y también somos amigos.

«ya no tenemos restricciones de ningún monarca del siglo XVII diciendo que las mujeres no pueden actuar»

Creo que hay cierta parte de mi mundo y de mi forma de ver la realidad y el teatro y de cómo me expreso que él entiende muy bien y sabe dirigirlo muy bien y sabe a lo que me refiero con lo que escribo.

¿Cómo se prepara una escenografía y un contexto para una obra tan centrada en los personajes?

Esto surgió de que Ana Cañas es amiga mía, entonces me pidió escribir un monólogo.

Estuve pensando en qué hacer que me motivara y en hacer algo contemporáneo pero que al mismo tiempo fuese muy teatral.

Fotografía Cipri Lasheras

Y lo que pensé fue en que hay muchísimas actrices en la historia del teatro, pero hay muchísimos más personajes masculinos que femeninos.

«Sus tragedias no están basadas en decisiones que ellas toman, sino que toman terceras personas»

Chirría un poco que actualmente, ya que no tenemos restricciones de ningún monarca del siglo XVII diciendo que las mujeres no pueden actuar, eso ya no existe.

Antes había menos personajes femeninos y al final lo tenían que hacer hombres disfrazados de mujer en el teatro isabelino pero ahora no hay esa restricción entonces ¿Qué está pasando?

Primero porque hay más autores que autoras y segundo porque parece que como la historia del teatro y la historia en general está contada por y para hombres, es más fácil el punto de vista de un hombre que el de una mujer.

Entonces, me di cuenta de que a la hora de hacer una obra de Shakespeare, los papeles femeninos más importantes todo el mundo se pega por ellos: Julieta, Desdémona, Ofelia…

Sin embargo te das cuenta de que, exceptuando muy pocos como Lady Macbeth que si que toma un poco más las riendas de su futuro, el resto de personajes de Shakespeare son personajes pasivos.

Sus tragedias o sus destinos no están basadas en acciones o decisiones que ellas toman. Sino por las acciones o decisiones que toman terceras personas. En la mayoría de los casos hombres.

Los personajes femeninos de Shakespeare están a la orden del día, ¿tan poco hemos evolucionado?

Claro, exactamente.

Porque por ejemplo, con Ofelia, el personaje con el que empieza la obra, cuando se analiza un poco más en profundidad en las escuelas de teatro, siempre se saca muchísimo más pero realmente la primera impresión que se tiene de Ofelia es que es una chica que se vuelve loca y ya está.

Pero no te das cuenta de que realmente Hamlet la somete a una presión y la desmoraliza tanto, la insulta tanto y la deja por los suelos, la maltrata psicológicamente hasta que se vuelve loca.

«cuando se escribe en teatro hay que tener muy en cuenta que va a haber una persona que lo va a decir»

Es una mujer que no toma sus decisiones. Toma la decisión de dejarle pero casi que la obliga su padre y su hermano.

Entonces claro, se la pinta como «la loca» pero no se vuelve loca de la noche a la mañana. Es como cuando se habla de la historia de Juana la Loca. Que te hagan a tí lo que le hicieron a ella a ver cómo acabas (risas).

Eres graduado en interpretación textual. ¿Las claves cuando se te presenta un texto?

Pues una cosa que me ha dicho con la gente que he trabajado es que se nota mucho que he estudiado interpretación más que dramaturgia.

Me gusta mucho la dramaturgia, he sido autodidacta y ahora por ejemplo he estado estudiando en Reino Unido un máster de teatro colaborativo para saber cómo generar tu propio trabajo, como llenar los huecos que te faltan, las herramientas.

Yo creo que muchas veces, cuando se escribe una novela se tiene más en cuenta el sentido literario, la poesía del personaje.

Pero cuando se escribe en teatro hay que tener muy en cuenta que va a haber una persona que lo va a decir. Seguramente no se lea, se oiga, entonces yo siempre me centro mucho en oírlo.

Cada vez que escribo lo leo mucho en voz alta y me imagino cómo y quién lo va a interpretar, me gusta hacerlo así porque me gusta pensarlo como un arte vivo.

Que eso no está hecho solamente para que se lea, está hecho para que se explique y que se viva. Me dejo mucho llevar por eso. Lo pienso ya oído antes de escribirlo.

Porque la gente no habla como se escribe…

De hecho en este caso Desdémona Dance Party no es muy naturalista.

Es bastante poético pero muy contemporáneo. No hay rima, es en cuanto a imágenes al contexto, a reflexiones que tienen los personajes.

A mi me encanta el teatro de lo absurdo entonces incluso cuando te vas a lo poético, te quieres ir al surrealismo y a la imagen y todo, aún así, tienes que pensar mucho en que eso va a ser dicho y un público lo va a oír.

Porque pese a que quieres meter poesía y quieres irte a lo más surrealista del mundo y a lo más simbólico y a lo más extravagante tienes que pensar en que eso va a ser dicho, que no va a ser leído porque es totalmente distinto.

Háblanos de esa experiencia en la Facultad de Teatro de Praga.

Es un poco extraño porque yo ya tenía todos los créditos cubiertos pero me fui para allá a hacerme una especialización.

A hacer marionetas, clown y teatro alternativo. A lo mejor sí que tiene algo que ver porque Desdémona no tiene una estructura dramática al uso.

Es verdad que en Praga fue donde empecé a ver un poco más el puente que unía el teatro español contemporáneo más tradicional conectado con un teatro que ahora también está muy de moda y que se le está dando mucha importancia y me parece fantástico como el teatro que hace Rodrigo García.

Porque muchas veces por mucho que estudies en la RESAD, en la facultad, y que te expliquen, no encuentras el nexo que une por qué en la misma ciudad o en el mismo teatro se hace un texto más clásico, más al uso, pero que sea contemporáneo.

Y, de repente,  en el mismo teatro te muestran una cosa postdramática basada en la imagen, en experiencia personal. No entendía yo cuál era el paso entre medias.

Sin embargo, yéndome a Praga, es verdad que en Europa todo ese teatro lo tienen mucho más mimado.

Y la generación contemporánea se abraza mucho más. Hay muchísimo más cariño del público y una cosa más social de aceptación y de apoyo hacia las nuevas formas de comunicar y contar.

Muchas veces nos centramos en «tengo una idea a ver cómo la encajo dentro de los parámetros tradicionales» cuando realmente en lo que deberíamos centrarnos es en «tengo una idea, ¿cuál es la mejor forma que tengo yo de contarla?»

Sin tener en cuenta que tiene que haber un personaje, un arco del personaje, una línea argumentativa, un espacio…todo esto.

Teatro Por ejemplo ¿Cómo es el día a día? La distribución teatral es una de las más complicada…

Claro que lo es.

Además, en cuanto hay algo que no haces tú solo… sería imposible.

Aunque haya actores que escriben y se producen, siempre hay alguien más detrás. Yo creo que eso es lo bonito también del teatro, que es un arte social. Es un arte conjunto.

Necesitas una familia alrededor. Un grupo de personas que compartan tu misma idea sobre el producto que tienes. Sobre la creación que tienes y que tire para adelante.

Y cada uno con su lenguaje, con la dirección, con la interpretación, con la escenografía, con el vestuario…

Yo creo que lo difícil, pero también lo fácil, cuando se consigue, es eso. Encontrar un punto común lleno de voces individuales.

¿Más de Cultura y menos de qué?

¿Últimamente? Menos de odio.