Cuando Einstein formuló en 1905 la Ley de la relatividad el mundo giró sobre sí mismo, todo lo que se daba por establecido durante siglos daba un vuelco en términos absolutos. El tiempo, que hasta entonces había sido una constante, era en realidad una variable, pero también lo era el espacio… y ambos, al final, conformaban una conjunción espacio-tiempo que dependían de la velocidad.
Sin detenernos demasiado en conceptos enarbolados por las teorías de la Física, sí debemos decir que esta nueva concepción del espacio y el tiempo trascendió la lógica imperante y se llegó incluso a nuevos planteamientos filosóficos. La ley de la relatividad de pronto iluminaba algunas incertidumbres…¿y si también lo lograra con el sexo?
Llega a la escena madrileña Las leyes de la relatividad aplicadas a las relaciones sexuales, para convencernos -poniendo a Einstein por testigo- que cuando hay dos personas en juego, todo se convierte en relativo.
A partir de cuatro historias donde los protagonistas son los quebraderos de cabeza que nos da el sexo, con mucho humor, a veces negro y mucha ternura, podemos reconocer lo que subyace en la obra que no es, ni más ni menos, que lo que nos une como humanos: nuestras grandezas y nuestras torpezas.
El amor, la muerte, la soledad, la infidelidad, el miedo, la duda, la risa, el dolor, la pasión… combinado en cuatro historias con siete personajes que se entrecruzan. ¿Cómo no va a ser relativo?
En Las leyes de la relatividad aplicadas a las relaciones sexuales aparece una mujer que ha asesinado -sin querer…- a un hombre en pleno acto sexual, pero también un chico que tiene la oportunidad de perder su virginidad y no la aprovecha. Y un ataúd que quiere venderse y una ceja partida… Una auténtica sesión de humanidad para convencernos, una vez más de que no hay certezas absolutas, sino realidades tan variables como las personas y las situaciones que las protagonizan.
Toda una lección de relatividad que se imparte en el Teatro Lara.
Hasta el 30 de mayo 2019
Teatro Lara. Corredera Baja de San Pablo, 15. Madrid
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