Dos primos segundos que no se conocían, una selección de canciones que parecían haber sido compuestas para una historia que no había sido escrita y dos actrices que contribuyen a crear tal cercanía con el espectador que parecen no estar cantando. Es el ecosistema del que surge la obra «Solitarias de estreno» que podrá verse del 14 al 25 de enero en el Teatro Lara de Madrid. Juan Carlos Lax es el responsable de esas canciones. Hablamos con el artista de su participación en esta obra de teatro de Andrés Alemán.

“Solitarias de estreno” es un viaje emocional y musical a través de la relación de sus dos protagonistas: Lucía y Cris, dos chicas que deciden mudarse a Madrid para empezar una nueva vida juntas. El tiempo y los contratiempos en el camino les causarán sufrimiento y dolor pero también les harán crecer y aprender a apreciar el valor de la libertad.

¿Cómo es que llegue Andrés Alemán y recopile tu repertorio para escribir una obra?

Es una historia emocionante y bastante bonita. Andrés Alemán realmente es mi primo segundo. Pero yo no lo sabía. Es de esos familiares que tienes en la parte muy posterior de tu memoria, creo que coincidimos en alguna comunión de muy pequeños pero nos perdimos la pista.

Fue en Madrid, un día por la calle, yo ni sabía de su existencia ni él de la mía. Nos quedamos mirándonos. Me escribió a través de una red social y me dijo: «Creo que tú y yo somos primos». Y ahí empezó hace cinco años una nueva amistad que realmente es una nueva relación familiar y como consecuencia esta obra de teatro que nos está dando tantas alegrías.

Realmente yo le enseñé mis canciones y a él se le ocurrió la historia. Es bonito porque comenzó como un viaje muy pequeñito a través de micro-teatro y ahora hemos llegado a este proyecto y estamos muy contentos.

Juan Carlos Lax fotografía Irene Montaner

Juan Carlos Lax. Fotografía Irene Montaner

¿Cómo ha sido ese diálogo hasta llegar a la historia final? ¿Han tenido peso los motivos por los que fueron compuestas las canciones o se ha dejado espacio a una interpretación distinta?

La grandeza de Andrés fue que con varias canciones que escuchó, escogió las que le parecían oportunas para su historia. De manera que las canciones existían previamente a la obra. No fueron escritas para la obra pero sí fueron seleccionadas para cada momento de la historia.

Esto ha hecho que en escena no se note. Parece que están precisamente escritas para cada uno de los momentos. Es lo que yo creo que hace más grande a Andrés Alemán, que haya podido hacer eso. Me parece una tarea todavía más difícil que escribir para cada momento algo. Básicamente esa fue la tarea.

Esto ocurre muchas veces con la música, lo de la libre interpretación de una misma letra.

Sí, por supuesto, siempre hay aire para la interpretación. Es verdad que algunas de mis letras son bastante claras porque no utilizo demasiada metáfora. Creo que las metáforas si que pueden dar lugar a una diversidad de interpretaciones.

Pero aunque yo diga «te amo», tú puedes estar pensando en tu perro y yo estoy pensando en mi chico. Es maravilloso porque la interpretación es libre y eso hace que Andrés tomara esas interpretaciones a su manera y de esto saliera «Solitarias de estreno».

¿Alguna vez pensaste que dos protagonistas se podrían conocer en un coro de la iglesia con tus canciones?

(Risas) ¡Jamás! De hecho, creo que es muy divertido el concepto del que parte la obra. Esa inocencia de conocerse en un coro de la iglesia para luego dar lugar a una historia LGTBI, que parece que las dos cosas no están muy relacionadas. Nunca me lo hubiera imaginado y es muy gracioso.

¿Cómo espectador, qué es lo que más te ha emocionado o el concepto que más te gusta de la obra que ha creado Andrés?

Creo que lo más emocionante de «Solitarias de estreno» es el concepto de cercanía que se produce entre el espectador y la historia. Esto es gracias a Andrés y a las maravillosas actrices, Berta Hernández y Paula Berenguer, que ponen en escena toda su alma en un espectáculo de cercanía donde no hay microfonía.

Los espectadores se olvidan que están en el teatro y así nos lo han trasmitido. Se olvidan de que hay hasta música. Una amiga me dijo una vez al salir: «¿Pero es que había música?» Había entrado tanto en la historia que se le había olvidado que era un musical. Eso es muy difícil. Creo que esa es la magia.

Como público, muchas veces piensas en un musical y piensas en grandes coreografías, gente descolgándose de una escalera… esto no es nada de eso. Es una historia íntima donde hay canciones.

Ahora que ya has probado esta vertiente ¿Te gustaría escribir algo expresamente para formar parte del teatro o el audiovisual?

Soy una persona que tiene las ventanas y puertas totalmente abiertas a las solicitudes. Así que si a alguien le interesa y le apetece yo siempre estoy abierto.

No hay nada más bonito que poder utilizar la música como un elemento de comunicación. Más allá de la canción como concepto de disco o de concierto. Por supuesto que me encantaría.

¿Tienes en la cabeza tu primer recuerdo relacionado con la música? 

Sí, recuerdo que fue aquí en Murcia, donde estoy ahora mismo. Hay una sala que tristemente ahora está cerrada que se llamaba La puerta falsa. Era un local de recogida de muchos artistas y de conciertos. Recuerdo tomarme un café allí con una amiga con 14 años y recuerdo una conversación que no se me olvidará.

Hablábamos en términos de porcentajes sobre lo que queríamos ser de mayores. Yo le dije que en un 80% (no se por qué dije eso, supongo que porque pienso que es difícil dedicarse al 100%) a la música. Y la verdad es que estoy en ese camino . Cada año voy ganando un pequeño porcentaje y para mi este camino es ir ganando puntos hasta llegar a dedicarnos a tope con esto al 100%.

El Teatro Pavón Kamikaze acaba de anunciar su cierre definitivo. ¿Esto no le deja un sabor agridulce a días de un estreno?

La verdad es que esa noticia ha caído como una palangana de agua fría sobre todo el cuerpo. Estoy muy sorprendido de que estos espacios no estén protegidos. Sinceramente.

Creo que debería abrirse un espacio de diálogo con las instituciones donde se puedan proteger los espacios donde se crea cultura. Creo que el Teatro Pavón podría asemejarse a una biblioteca pública. Entonces, igual que no cerraría una biblioteca, este tipo de espacios no debería cerrar, simplemente eso.

¿Más de cultura y menos de qué?

Y menos haters. Yo le pido vacaciones a los haters.