El personaje de Santa Claus o Papá Noel que tanto se ha popularizado en el cine y la literatura poco tiene que ver con la historia. Su alter ego real era el obispo Nicolás de Myra, que vivió en Licia (Turquía) en el siglo IV y que fue reconocido por sus coetáneos como un santo que resucitaba a niños asesinados. Su fama se fue extendiendo con el paso del tiempo por toda Europa, especialmente en Alemania y Países Bajos.
Fue ya en el siglo XVII, cuando los calvinistas holandeses que huyeron hacia el Nuevo Mundo llevaron consigo esta tradición. Estos inmigrantes, fundaron lo que se conoce hoy como la ciudad de Nueva York. Así, un siglo después, en 1809 el escritor Washington Irving publicó el libro Una historia de Nueva York. En esta publicación, se mostraba a Santa Claus como fundador de la ciudad y protector en el mar de todos los inmigrantes holandeses que llegaron.
La imaginación de Thomas Nast
Años después, entre 1982 y 1886, el caricaturista Thomas Nast, de ascendencia alemana y que también popularizó la famosa figura del Tío Sam, llevó a cabo la transformación del Santa Claus que conocemos hoy en día. Entre 1862 y 1886, creó una serie de treinta y tres viñetas para la revista Harper’s Weekly en las que se podía observar como este Papá Noel se volvía menos austero, ganaba peso y se dejaba crecer una enorme barba blanca.
En 1885, el interés de los americanos y de los medios de comunicación en explorar el Ártico, hizo que el escritor George Webster trasladara al personaje de Santa Claus a situar su residencia y fábrica de juguetes en un lugar remoto del Polo Norte. Casi al mismo tiempo, Louis Prang, el inventor de las tarjetas de felicitación navideñas, lo representó con un enorme abrigo con capucha, botas y una bolsa de tela al hombro donde llevaba los juguetes.
¿Y Coca-cola?
Al principio, todos los dibujos se imprimían en blanco y negro, por lo que es difícil determinar cuándo Santa Claus adoptó sus famosas vestimentas rojas. La idea más reconocida es la del mismo Louis Prang, que imprimió en 1875 una serie de tarjetas navideñas con un Papá Noel vestido de rojo. Lo que si es cierto, es que esta imagen se masificó gracias a Coca-cola y su apertura en 1931 al mercado infantil. Después de la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos, como potencia victoriosa, instauró en los países aliados, además del chicle, la Coca-cola y su Santa Claus de mejillas sonrosadas.
*Fotografía de portada: Ilustración de Thomas Nast, Harper’s Weekly, 1884.
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