Elizabeth Duval es artista, poeta y performer. Un nombre vinculado con la visibilidad trans y también es estudiante de Filosofía y Letras modernas. Quizá hayas llegado a ella en algún momento en sus conversaciones de Twitter en las que lo filosófico y lo mundano se dan la mano.
En Más de Cultura hemos hablado con Elizabeth Duval (@lysduval) sobre referentes, trolls, futuro y mucho más.
En tu biografía vemos que escribes relatos y poemas, que has trabajado en el mundo del teatro-performance y que eres activista social, ¿qué no has hecho que te gustaría hacer?
Bueno, eso son las cosas que están ya publicadas o que puedo mostrar ya al público. No sé qué palos me quedarán por tocar dentro del mundo literario dentro de un tiempo, porque también tengo un trabajo en prosa más extenso que los relatos (y otro ensayístico) que no se han publicado aún, tengo una comunicación este mes de septiembre en el Congreso de Pensamiento Filosófico Contemporáneo de Oviedo sobre articulaciones discursivas populistas del 15M y de los Chalecos Amarillos… Me gustaría hacer mejor lo que ya estoy haciendo y profundizar en ello. Ya, después, lo que surja. Algún día me gustaría entrar en labores de edición literaria, también, pero es imposible plantearse eso a los diecinueve.
¿Quién es Elizabeth Duval además de esa parte de artista?
Una estudiante de Filosofía y Letras modernas (equivalente a Filología francesa y Lingüística) que vive en París. Me hizo mucha gracia cuando me metieron conceptualmente, hace muy poco, en un supuesto grupo de gente denominado “la bella juventud de la escena cultural madrileña”: supongo que lo de ser bella juventud más bien se performa, así que digamos que performo eso, que me gusta mucho la fiesta: como en un tweet, no recuerdo de quién, que decía que se había pasado toda la vida pensando que para lo que valía era para escribir y que ahora, a los veinte, descubría que lo que se le daba bien era vivir.
Elizabeth Duval, artista, poeta y performer
Vives a caballo entre Madrid y París, ¿cómo decides irte a estudiar a París?
Muy al azar: me cambio de instituto en tercero de la ESO y decido entrar en la sección francesa sin haber dado apenas francés en mi vida; en Bachillerato continúo y hago Bachibac, es decir, el Bachillerato español con el Baccalauréat francés: a partir de ahí mando dossier por Parcoursup y me aceptan antes de tener que hacer siquiera la prueba específica. Fue una decisión bastante al azar —y porque quería volver a París después de una primera visita en 2016—.
Dicen de ti que eres una lectora con ademanes de filósofa…
¡Ademanes! Creo que es imposible, estudiando Filosofía, que esa disciplina no impregne la lectura no sólo literaria, sino de toda tu experiencia en el mundo en general. Leo mucha narrativa y mucha poesía, y escribo ambas, pero sí que por ejemplo mi poesía tiene un fuerte componente filosófico —y también creo que lo ensayístico que escribo es profundamente literario—. Ademanes es quedarse corto, yo creo.
Te sueles meter en jardines en las Redes Sociales y contestas a las preguntas que te hacen en Curiouscat, ¿cómo es tu relación con tus seguidores? ¿Encuentras muchos trolls entre los mensajes que recibes?
Están los seguidores que conozco, que son con quienes más interactúo —mayoritariamente gente del mundo cultural, ya sea poético o teatral, y gente de debate filosófico y político, pero no exclusivamente—, y después todos los seguidores que no conozco, que son mayoría. Yo creo que me llevo bien con ellos, pero estoy bastante segura de que hay gente que me sigue porque me detesta y eso también me parece divertido. Hay menos trolls en mis mensajes de los que yo me esperaría. Sí que he recibido fotopollas no solicitadas, por ejemplo, pero eso me parece una experiencia ya tan común…
Aspiro a una comunicación con el otro
¿Crees que la cultura puede actuar como herramienta de cambio?
Creo que la cultura no debe ser instrumentalizada como herramienta de cambio, aunque contribuya a la creación de imaginarios, de ficciones colectivas… creo que sería un error reducir la cultura a su capacidad de impacto en lo político o social: hay obras horrorosas por sus implicaciones que son, a su vez, profundamente bellas. Yo no aspiro a que lo que escribo sea herramienta de cambio… aspiro a otra cosa, aspiro a una comunicación con el otro. No creo que la cultura sea siempre necesariamente la vanguardia de una sociedad, sino precisamente la expresión del estado presente de esa sociedad, incluso si es un estado presente mayoritariamente oculto o reprimido debajo de otras cosas.
Te has convertido en uno de los nombres vinculados con el movimiento por la visibilidad trans, ¿cómo de importantes son los referentes para el colectivo?
Yo creo que es fundamental poder reconocerse y reconocerse en un referente. Yo me he convertido en eso, pero hace mucho que no me dedico al activismo trans, por ejemplo… y eso también me parece muy importante: que los referentes, sea de lo que sean, hagan algo más allá de formar parte de ese colectivo para el cual son referentes.
Como hemos dicho antes, eres artista en varias disciplinas, ¿es diferente el proceso creativo para cada una de ellas?
Claro. Yo creo que el más diferenciado es el de teatro-performance: al estar empleando el cuerpo, tienes unas necesidades completamente distintas, y también juegas con herramientas absolutamente diferentes. La escritura se parece más entre sí, sea poética, ensayística, narrativa… aunque, curiosamente, a nivel de cómo me documento y cómo empleo mis fuentes, se parece mucho más mi escritura ensayística a la poética que a la narrativa.
Proyectos en distintas disciplinas de Elizabeth Duval
En Más de Cultura hemos hablado sobre Y el cuerpo se hace nombre, ¿cómo surge este proyecto?
Yo ya conocía a Borja Maestre, con quien un día me encuentro (somos vecinos en La Latina) y, algunas semanas después, acabamos concertando una cena con Consuelo Trujillo. Al principio pensaba en incorporarme al proyecto, que es idea suya, simplemente como consultora en relación a los temas que iban a tratar, pero Consuelo tuvo el ojo de meterme dentro como dramaturga y como intérprete. Pasamos varios meses de laboratorio de creación teatral colectiva hasta que lo mostramos al público en el Espacio DT, en Chueca, y justo un año después ya lo hemos presentado, más formado, en el Pavón Kamikaze. Ese ha sido, por ahora, el recorrido. Quién sabe de aquí al futuro.
Uno de tus relatos está incluido en el libro Cuadernos de Medusa. ¿Qué encontramos aquí? ¿Cuál es tu relación con la editorial Amor de Madre?
Es Memorias del ático, una reescritura en clave intimista de Memorias del subsuelo de Dostoievsky, y cuando se publicó, de hecho, todavía era yo menor de edad… hace mucho que no lo releo y quizá debería. Yo no conocía a Victoria ni a Inmaculada antes de que me propusieran escribir ese relato, pero ahora tengo muy buena relación con las dos y les tengo mucho cariño. Tengo muchas ganas de ver qué proyectos sacan adelante en 2020.
El cortometraje que protagonizaste (ELI) fue ganador del Premio TVE Cámara Abierta 2.0 al mejor documental de la XIV edición de JamesonNotodofilmfest. ¿Qué supuso este galardón?
Creo que tuvo que ver ese galardón con salir después como portada de TENTACIONES, por ejemplo… a mí creo que me pilló fuera y lo recogió Afi Oco, que fue la directora de ese corto, pero me alegré mucho aunque no haya sido lo que más repercusión ha tenido.
¿Qué opinas sobre la representación trans en el mundo audiovisual?
Creo que todavía deja bastante que desear, pero que hay signos de mejora que permiten ser optimistas de cara al futuro.
No sé si has visto la serie Euphoria, si es así, ¿crees que son importantes referentes transexuales en etapas como la adolescencia?
Lo son y, además, me parece que la representación que hace Hunter Schafer a través del personaje de Jules está muy lograda y se realiza con muy buen gusto: el personaje tiene su interés más allá de ser trans y, como se construye como un personaje y no como un token de lo trans, puede permitirse tener lados quizá más oscuros o decisiones más grises en lo moral. Creo que ese tipo de representación, donde personajes trans son construidos de forma compleja e interpretados por personas trans, es el tipo de representación al que se debe aspirar.
Encontrar el equilibrio en el Orgullo LGTBI
El orgullo LGTBI ha dejado de celebrarse el propio día 28 de junio para hacerlo en un fin de semana que llamar la atención de los consumidores. ¿Es el orgullo un sinónimo de mercantilización?
Yo no reduciría a eso el orgullo: existen otros proyectos que intentan afrontarlo de una manera algo más crítica y menos cooptada por esa mercantilización. Me parece inevitable que, una vez ya logrados ciertos derechos, el papel de fiesta y celebración tome mayor protagonismo durante el orgullo LGTBI, y siendo de Madrid lo vivo con relativa frecuencia… pero creo que hace falta conjugar las dos cosas, saber encontrar el equilibrio entre algo que no olvide sus orígenes ni sus reinvindicaciones y que a la vez celebre la existencia de las personas del colectivo.
¿Cuáles son tus referentes? Tanto personales como profesionales.
Creo que mi concepción del arte es una síntesis entre Barthes, Lacan y Godard. Admiro mucho a Kant y admiro mucho a Hegel. Bad Bunny no es un referente, pero sus canciones están muy bien.
¿Planes de futuro para Elizabeth Duval?
¡No sé cuáles te puedo contar y cuáles no! Van a salir cosas mías, dentro de poco, en antologías tanto de poesía como de narrativa… y luego hay algo completamente mío, que me emociona mucho y que se anunciará a finales de este año, que tengo muchas ganas de poder compartir ya.
¿Puedes recomendarnos el último libro, canción, película, obra de teatro, o cualquier expresión artística que te haya emocionado?
Te digo dos, una película y un libro: La virgen de agosto, de Jonás Trueba, y Canto jo i la muntanya balla, de Irene Solà. Ambas me parecen creaciones bellísimas y que me tocan, desde luego.
Nuestra revista se llama Más de Cultura, por lo que nos gusta preguntar, Más de Cultura y ¿menos de…?
Más de Cultura y menos cerrazón, diría.
Queremos agradecer a Elizabeth Duval su tiempo y esta conversación.
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