Fotografías: Blackie Books. Ilustrador de cubierta: Martine Johanna
Muchos son los autores de la casa Blackie Books cuyas obras se han asomado a los recodos de sus infancias o vivencias pasadas para ofrecer un relato con el que los lectores puedan empatizar en alguna fase vital. Una de las últimas ha sido Desirée de Fez, que, en Reina del grito, un viaje por los miedos femeninos, ofrece un paralelismo entre su experiencia con el cine de terror y los miedos que, como mujer principalmente, le han acompañado toda su vida.
La autora es periodista y, además de ser aficionada al género como espectadora, desde hace años también es crítica de cine especializada en cine fantástico. De ahí, que la novela se presente como el relato de alguien que conoce muy bien el lenguaje de este género cinematográfico.
La maternidad como punto de partida
El punto de partida de Desirée es el que eligen muchos para situarse como un adulto frente a sus traumas infantiles o adolescentes: la maternidad. En el reflejo de sus hijos y su punto de vista de ellos frente a los miedos, desencadena la serie de capítulos que ella ha dividido y clasificado en miedos y películas. Como si en su amplia trayectoria y conocimiento sobre el tema siempre encontrase una película para reflejar cada miedo concreto.
Una suerte de cavilaciones que, pese a que no todo el lector será conocedor de las películas citadas, pueden entenderse perfectamente. Sin embargo, el problema quizá radique en el subtítulo, puesto que la generalización por clasificar todos estos miedos como miedos femeninos, encierra luces y sombras.
La propia autora ha reconocido en entrevistas y mesas redondas que ella siempre ha tenido miedos, que convive con ellos. Abre también la reflexión sobre el cómo es posible que existan personas muy aficionadas al cine de terror que convivan habitualmente con grandes miedos y, del mismo modo, existan también personas que no se dejen llevar con facilidad por los miedos personales, pero, sin embargo, no soporten pasarlo mal en la butaca con el cine de terror.
La feminización de los miedos
Precisamente de ese relato excesivamente personal parta la crítica. Lo delicado de etiquetar ciertos miedos como “miedos femeninos” cuando, algunos de ellos, no tienen por qué ser compartidos por las mujeres por el hecho de serlo. Así, se antoja aventurada la generalización para posteriormente comprobar, cuando una se adentra en sus páginas, que muchos de ellos tienen que ver con la personalidad de la autora. Y, en muchas ocasiones, los miedos dejan paso a un análisis de las películas que la periodista conoce muy bien.
Cierto es que constituye una novela útil más bien para ellos, los hombres, que nunca podrán sentirse identificados con ciertas vivencias puramente femeninas como pueden ser la maternidad desde el punto de vista hormonal, el acoso sexista o, en algunas ocasiones, el miedo a volver sola por la noche a casa. Sin embargo, el aspecto panfletario del planteamiento choca en ocasiones con un contenido que no termina de despegar y convierte el texto en un perfecto manual de películas de terror imprescindibles y un listado de paralelismos con los miedos, pero no al revés, como se intuye en la presentación.
Una novela alejada también de la posibilidad de que los hombres accedan al texto, cuando precisamente el punto de vista se antoja tan femenino, que puede terminar generando esa sensación de “libro para mujeres” que tanto daño hace a la industria cultural. Pero que, no obstante, constituye, eso sí, una fácil aproximación al cine de terror para todos aquellos a los que les sea ajeno.
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