¿Puede un votante de Podemos escuchar a C. Tangana? ¿Y uno de Ciudadanos escuchar a Yung Beef?

Se dice que según la música que escuchas es fácil adivinar cuales son tus ideales. Tu lista de reproducción determina a que partido votas. Tu género musical favorito puede dejar entrever tu ideología. Porque no es lo mismo escuchar a Los chicos del maíz que a Julio Iglesias, ¿no? Y… ¿es lo mismo escuchar a C. Tangana que a Yung Beef?

La consolidación del trap como género musical

La música urbana se coronó el año pasado como el género musical de moda. Practicamente sin competencia en plataformas, los artistas más escuchados pertenecen (o al menos dicen que pertenecen) al underground. El trap dejó de ser un género escuchado solo por millenials a sonar en todos lados. Y en España hay dos nombres que destacan por encima del resto, C. Tangana y Yung Beef.

Antón y Fernando (sus nombres de pila) son dos de los principales referentes del trap en España. Junto a artistas como Cecilio G., Bad Gyal, Pedro LaDroga o Kaydy Cain lideran un cambio en el panorama musical, presumen de usar autotune, titulan canciones con emoticonos que hacen imposible su pronunciación y sacan temas que llevan implícitos una política revolucionaria.

A pesar de los sonidos más rudos, las voces metalizadas y el abandono de los ritmos melódicos y románticos que siempre triunfaban en las listas de reproducción, esta generación de jóvenes artistas ha conseguido marcar un antes y un después en la manera de hacer y consumir música.

La transformación de músico a filósofo

Hasta aquí podría parecer una historia normal. Hay una generación que innova y cambia el gusto del consumidor. Los críticos dejan de ignorarlos y empiezan a hablar de hitos. Los fans se convierten en masas y surgen los bandos, las rivalidades y la música se convierte en política.

Los seguidores de C. Tangana y Yung Beef pueden estar enfrentados entre sí pero no por temas musicales sino por maneras de entender la industria, el mercado. Todo esto empieza en el festival Primavera Sound el 1 de enero de 2018. El festival catalán reúne a tres figuras de la música urbana que están rompiendo esquemas, C. Tangana, Yung Beef y Bad Gyal. Lo que empieza siendo una entrevista en un ambiente festivalero se convierte en una palestra en la que sus invitados argumentan el modo en el que entienden el mercado, la política y la vida.

En ese momento, tanto C. Tangana como Yung Beef no son conscientes de que se acaban de convertir en exponentes de dos corrientes filosóficas opuestas. Se transforman en dos personajes a los que los jóvenes acudirán para identificar sus ideales. María Talaverano, componente del trío musical Cariño, nos lo explicaba en su entrevista,  hoy en día eres del «team» Tangana o del «team» Beef.

Ganar dinero del sistema, ¿haciendo música contra el sistema?

Para entender qué simbolizan ambos artistas es importante saber de donde vienen porque si el trap tiene implícito una política de izquierdas y los dos son chavales de barrio que hacen trap, no deberían tener tantos argumentos que los alejen, ¿no?

En los años 2000 la canción protesta era el rap, la canción de autor no llegaba a los más jóvenes y Nach,Violadores del Verso y SFDK marcaba los ritmos del underground. El mensaje era claro, había que estar en contra del sistema. Si eras rapero tu imagen era anticapitalista y debías ser fiel a él. La música estaba para disfrutar y para protestar pero no para lucrarse, una de las premisas que defiende Yung Beef.

En esa escena aparece un todavía desconocido para el gran público C. Tangana bajo el nombre de Crema y empieza a hacer dinero. Le gusta hacer música pero también le gusta poder vivir de ello, es decir, ganar pasta. Y ante las críticas de sus compañeros de profesión por venderse al sistema, el madrileño se niega a tener que rechazar la monetización de su arte por ser fiel a la imagen del rap y no se avergüenza de ello.

Ya lo había dicho Nach en su momento, cuando su fichaje por el gigante Universal levantó una oleada de críticas, son dos maneras de entender la industria y ésta era la de «ganar dinero del sistema haciendo música contra el sistema», como coreaba en su mítico Manifiesto. Nach tenía amigos que «vestían Levis y camisa», un estilismo de pijo que va en contra de la imagen descuidada y de sudadera del rapero, pero que sin embargo dominaban la improvisación. Y si Nach hablaba de la marca Levis, Tangana vestía de Lacoste en su videoclip Alligators en el que dejaba claro lo poco que le importaban las críticas que lo definían como a un facha.

 

C. Tangana, un chaval de barrio que surge de una música que lleva la izquierda abanderada en su mensaje lanza un dardo y critica el discurso moral de lo políticamente correcto de esa izquierda. Aquí se abre el debate, ¿contribuye C. Tangana  a alimentar la mente de los jóvenes que están en contra de la «dictadura progre» (los jóvenes de derechas) o abre una puerta a la autoreflexión de la izquierda siendo él uno más en el grupo?

Según la filosofía de Yung Beef está claro, es una falta de respeto a los ideales de uno mismo venderse a otro más grande. Y es que Fernando defiende que la música la hace por disfrute y no por dinero y no tiene ningún reparo en explicar que él hasta llegar al nivel de reconocimiento que tiene hoy en día se ganaba la vida vendiendo droga. De ahí que C. Tangana no tenga problemas en fichar con gigantes como Sony mientras que Yung Beef alega que esos magnates «le comen los huevos».