Las letras de Luis Fercán son fundamentales para entender su música. Sin embargo, reconoce que también forman parte de su terapia, puesto que aunque podría parecer un melancólico, fuera de la música no lo es en absoluto.

Sus protagonistas, historias pasadas, experiencias, personas fundamentales en su vida y los incendios que amenazan su Galicia.

Con dos álbumes en el mercado (Grieta y Furias), quiere seguir evolucionando desde que aprendió a cantar y tocar la guitarra en su Santiago de Compostela natal. Charlamos con el artista, para él, la cultura no debe ser sinónimo de egoísmo.

Parte de la gracia está en el mar que nos separa
Yo mientras, me guardo cada beso en mis entrañas
Quiero demostrarte que no canto a lo que acaba.

Portugal. Luis Fercán y Yoly Saa

Las letras en tus canciones son fundamentales. Pero seguro que te lo han dicho muchas veces, que tu música es melancólica ¿Dónde encuentras la inspiración?

Son experiencias que me han pasado en mi vida en general y cada vez compongo más sobre cosas mías, sobre relaciones o cosas de amor. Un poco también de lo que me pasa a mi por la cabeza y mi mundo interior en general.

¿Qué has aprendido de tus experiencias en Per Sé o Los Bizarros que te ha ayudado a tu salto al solitario?

Sobre todo a valorar que lo que me gusta mucho es mis canciones y tocarlas en un escenario. Sea en el formato que sea.

Descubrir lo que hago ahora, subir a un escenario, tocar mis canciones. Con banda disfruto muchísimo pero lo importante para mí son las canciones.

Mi luz, suena a homenaje a mucha gente importante ¿no?

Sí, habla sobre mi vida, no tanto sobre amor. La verdad que aunque en las canciones sea un melancólico, en el día a día la gente se queda un poco volada porque soy una persona bastante alegre y la gente se queda un poquito impresionada porque se piensa que voy a ser un llorón y no es así.

Quería hacer una canción sobre eso y hacer un homenaje a la gente que me rodea y a la gente que ha estado ahí siempre. Mi familia, mis amigos, en general.

A lo mejor esa es la propia terapia.

Claro, es lo que hago. Por eso después soy tan alegre. Como suelto toda la mierda ahí…(risas).

¿Y cuando estás mal? ¿Qué escuchas?

Escucho mucha música de fuera. Me pongo cosas muy ambientales, Novo amor, me gusta mucho y Damian Rice… todos estos cantautores americanos o irlandeses, me flipan.

La estrofa sobre las heridas: «Me recuerda que me gusta tropezar». ¿De qué tropiezos has aprendido?

En general de todo lo que te va pasando. Tanto en el mundo de la música como en la vida en general, no todo es bueno ni malo. Hay experiencias musicales. Como por ejemplo un manager o representante que te hace decir: «por aquí no vuelvo a pasar».

O un estilo de música que pensabas que te veías en él pero al final resulta que no pegas. Cosas que te van pasando, relaciones…Dices que no va a volver a pasar y vuelve a pasar.

También te hace tener los pies en la tierra. Muy importante para un artista.

Creo que va más en la forma de ser que en la música que hagas o cómo lo estés «petando», por decirlo de alguna manera.

Si eres una persona vanidosa vas a ser vanidoso toda tu vida. Pero si eres humilde, te gusta disfrutar simplemente de la música, ahí está el secreto.

Lo de Incendio lo venimos viendo desde hace mucho tiempo, pero ¿cuál fue el desencadenante para que hicieras esta canción?

La canción la había empezado con unos incendios que hubo hace cuatro o cinco años en Galicia. La compuse, y por desgracia al año siguiente se volvió a repetir de una forma muy heavy.

Coincidió que fue cuando la saqué pero yo la había metido en el disco antes de los incendios.

¿Es importante reivindicar este tipo de cosas a través de la música?

Yo lo hice más por mí. Como todas las canciones que hago. No iba ni para concienciar a nadie, que ojalá lo haya hecho. Simplemente lo hice por mí. Porque estaba en Madrid y sentía impotencia. Lo hice desde esa rabia.

¿Por qué el cambio a introducir más música electrónica en tus últimos trabajos? 

Es lo que te va pidiendo el cuerpo porque el último LP que saqué no tiene nada de electrónica, es solo guitarras y voz prácticamente.

En el caso de Grieta, estaba en un momento que estaba escuchando música ambiental, electrónica y me apetecía muchísimo hacer eso. Luego todas las referencias que usábamos eran mucho más electrónicas que lo que luego hice. Al final, la mezcla creó eso.

¿Primer recuerdo relacionado con la música?

Cuando me dio por apuntarme por primera vez a una clase de guitarra. Salí del instituto a los 17/16 años. Las suspendía todas. Siempre me flipó la música, desde pequeño, fantaseaba con tener una guitarra y tocar. Pero quería ser guitarrista porque no sabía cantar.

De hecho, en las primeras bandas con los colegas no cantaba ni nada. Me dio la vena y les dije a mis padres: «tengo que empezar a tocar ya y si no empiezo ya al final no lo voy a hacer». Y al final no se cómo les convencí. Estuve unos meses y luego ya fui autodidacta.

Hablaba el otro día con Alberto Iglesias de que el arte se basa en las obsesiones de los artistas. ¿Cuáles son las obsesiones de Luis Fercán?

Creo que la obsesión más grande que tengo es que mi cabeza funciona más rápido y necesito soltar las cosas para sentirme mejor. Es como mi terapia. La forma que tengo de soltar todo eso es haciendo canciones. Esa es mi obsesión, hacer canciones, básicamente.

Nos gusta que nuestros entrevistados nos recomienden talento ¿Tienes a alguien en mente?

Si, alguien que acaba de sacar canción, es de Santiago, me parece increíble lo que hace. Se llama Tomás Porteiro.

Cuando de vez en cuando faltaba a clase, me iba a tiendas de discos. Un día estaba en la tienda y estaba sonando un grupo que me encantó, pregunté quiénes eran y me dijeron que eran unos chicos, de Santiago también, que estaban haciendo un disco que se llamaba Sinestesia.

Siempre fue un grupo que me encantó y no entendía nada como no lo estaban petando. Es un guitarrista increíble, un gran compositor, y yo he aprendido mucho de él, solo de escucharle. Después le conocí.

¿Más de Cultura y menos de qué?

Y menos hipocresía, por ejemplo. Menos egoísmo, yo creo que la cultura cura un poco todo eso.