Arte que les dejará ojipláticos
El arte es discutible. Desde esa «mierda de artista» que en 1961 Piero Mazoni metió en 90 latas y presentó como obra de arte, hasta ese amigo que te dice «hazme unos dibujos aquí que no te cuesta nada». Si les ha pasado, quizá deban plantearse decirle lo mismo al carpintero para no pagarle nada por la reforma.
Y por eso de que el arte es discutible, hay obras de arte que han sobrepasado los límites del entendimiento humano. Y en esto, como en otras muchas cosas, los rusos se llevan la palma. Por ejemplo el polémico Piotr Pavlenski, condenado por prender fuego en el Servicio Federal de Seguridad que define sus acciones como «arte político» para denunciar el sistema político de Rusia. Lo que no fue políticamente correcto fue su performance llamada «Fijación», mediante la cual se sentó en el suelo de la Plaza Roja de Moscú, desnudo (váyase leyendo el frío que debía de hacer) y no contento con ello, clavó sus genitales en los adoquines de la plaza. ¿Por qué? Se preguntarán. El artista pretendía con ello crear una metáfora de la apatía y la indiferencia política de la sociedad contemporánea rusa.
Lo volvió a hacer, un año más tarde subido en la valla del Instituto Psiquiátrico Serpski de Moscú. Allí se cortó con un cuchillo un trozo de oreja para, supuestamente, denunciar el internamiento psiquiátrico de opositores políticos.
Cerca de Rusia, en Serbia, la artista Marina Abramović comenzó su carrera en los años 70 y es considerada la «Madrina del arte de la performance«. Sus primeros trabajos los denominó «Ritmos» y con ellos quiso experimentar con la audiencia, el cuerpo y el poder de la mente. El más sonado fue «Ritmo 0» (1974) donde presentaba una mesa con 72 objetos como una rosa, tijeras, un cuchillo e incluso una pistola cargada con una sola bala. El objetivo, que el público utilizara estos objetos con el cuerpo de la artista mientras ella permanecía quieta durante 6 horas. Además de cortes en la ropa y varias heridas, Marina fue apuntada en la cabeza con la pistola hasta que alguien retiró el arma.
La experimentación con los límites del cuerpo es algo que preocupa a muchos artistas, por ejemplo Orestes de la Paz que utilizó su propia grasa corporal para fabricar 20 pastillas de jabón que ahora se venden a 1.000 dólares cada una. Por si quedaba alguna duda, en la exposición incluye un vídeo explícito de su liposucción para convertir algo «sucio y vergonzoso en algo lujoso, saludable y potencialmente curativo».
Y aunque algunos otros artistas no se utilizan a sí mismos, como es el caso de Mark Jenkins, que llena las ciudades de maniquíes prácticamente reales en posturas inquietantes, otros como Cornelia Parker se sirven de personajes mediáticos y deseosos de participar.
El ejemplo concreto lo encontramos con la actriz Tilda Swinton, que sorprendió a todos en el MoMA de Nueva York durmiendo dentro de una vitrina de cristal en la obra titulada The Maybe. No era la primera vez de la actriz en esta obra. Su debut fue en la Spertine Gallery de Londres en 1995 y en el Museo Barroco de Roma.
Por cierto que ninguna de esas latas de «mierda de artista» de Piero Manzoni ha sido abierta todavía y en una subasta de Milán, la número 69 se vendió en 2016 por 275.000 euros. Pues eso, que el arte es discutible.
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