Fotografías Luz Soria.
Quijotes y Sanchos es, antes que obra, una propuesta teatral: Que sea la ciudad la escenografía y que la obra suceda en la imaginación del espectador. De este planteamiento sale esta reinterpretación de uno de los más grandes clásicos de la literatura: Don Quijote de la Mancha, de Miguel de Cervantes.
Se trata de la nueva experiencia inmersiva de la compañía Los números imaginarios que llega al Teatro de la Abadía del 24 de septiembre al 18 de octubre. Quijotes y Sanchos nos presenta una travesía audioguiada para 20 participantes, una experiencia inmersiva por el barrio de Chamberí (Madrid) para que el espectador mire el mundo con los ojos de, a saber, si Quijote o Sancho.
Luis Sorolla es uno de los actores que da vida a esas voces que mediante un walkman con auriculares acompañan al visitante durante el paseo. Una cinta de cassette de 90 minutos, que no es la primera experiencia inmersiva en la que vemos a este actor. Protagonizó precisamente una de las obras más recomendadas en estas páginas: Un Roble, de Carlos Tuñón. Nos tomamos un tiempo para hablar con él de cómo es para un artista involucrarse en proyectos tan mágicos como este.
Como El Quijote de Quijotes y Sanchos, esta entrevista, también se oye:
¿En qué consiste Quijotes y Sanchos?
Es una experiencia de teatro inmersivo en la que estamos proponiendo al espectador y a la espectadora que camine por el barrio de Chamberí (Madrid), pero sin un recorrido fijo y sin un objetivo de llegar a un sitio concreto. Cada cual escoge su ruta, su ritmo y, a través de un walkman, que entregamos al inicio de la pieza, y que actuará como una especie de Rocinante.
A través de este walkman vamos escuchando la pieza y vamos a ir escuchando diferentes voces que nos van a incitar, sobre todo, a modificar la forma en la que vemos la ciudad y nuestro entorno. A imaginar otras cosas que están ahí donde normalmente vemos la realidad.
No estamos poniendo en escena los episodios que suceden a lo largo de la novela. Estamos traduciendo los mecanismos que aparecen. Con la intención de que el espectador sea Quijote y y sea Sancho. Y sean diferentes versiones que habitan dentro de cada cual.
Las experiencias inmersivas son interesantes para el público pero ¿También para el actor? ¿Cómo recibes este planteamiento?
En general, el gran valor que tiene el teatro frente al audiovisual tiene que ver precisamente con lo que está sucediendo aquí en directo. Esta idea del rito que está sucediendo en esta habitación, entre la gente que estamos. Por lo tanto, siempre hay algo que es diferente en todas las funciones.
En el caso del teatro inmersivo no tiene por qué ser participativo pero hay un elemento de mayor presencia del espectador. En el caso de la pieza de Quijotes y Sanchos. Estamos proponiendo que sea la ciudad la escenografía de una obra que sucede en la imaginación del espectador y las diferentes personas con las que se vayan cruzando podrían ser esos diferentes actores de esa pieza que va a suceder en la imaginación de la gente.
En este caso la aparición de actores y actrices va a ser diferente. Tienes un audio que te acompaña y hay un trabajo de voces y de cuerpos que te están acompañando, pero luego también hay una serie de cuerpos en escena que son gente que pasea por la ciudad. No están haciendo nada ensayado pero corresponde a la persona que está mirando decidir qué es lo que está viendo y qué es lo que imagina ahí.
¿Recuerdas la primera vez que leíste El Quijote o tu primer contacto con la novela? ¿Ha cambiado tu percepción?
Me encanta que me hagas esta pregunta porque es una reflexión que está incorporada dentro de la pieza. Es la segunda obra de literatura más leída de la historia por detrás de La Biblia. Ha sido traducida a cientos de idiomas y tiene más de 400 años. Sin embargo, es la idea de la posteridad relacionada con la novela de la que todos hemos oído hablar de Don Quijote y Sancho y todos tenemos una idea en la cabeza, la hayamos leído o no.
Yo no se la primera vez que oí hablar de ella pero la primera vez que me la leí fue en el instituto. El año en el que se cumplían 400 años de la primera parte. Nos mandaron unos capítulos y yo me la terminé leyendo entera porque me vine arriba (risas). Y eso que no era muy de leer por aquel entonces, ahora sí.
Me enganchó mucho y me acuerdo que ya en esa primera lectura pensaba y discutía con mis compañeros. Decía que para mí el personaje de Alonso Quijano no tenía por qué ser una persona que se vuelve loca. Sino que podía ser perfectamente una persona que, por estar hastiada o no encontrarle un sentido a su vida, decide voluntariamente, construirse un personaje y vivir la fantasía. Por supuesto, ahí hay también una decisión que podíamos perfectamente catalogar de locura. Y, desde entonces, se me quedó esa idea dando vueltas. Y de vez en cuando volvía y aparecía.
La obra de Un Roble que protagonizabas, ha sido una de las más recomendadas entre nuestros entrevistados.
¿Ah sí? ¡Qué bien!
¿Qué diferencias hay entre esa pieza y esta? ¿En qué has crecido como intérprete?
Para empezar hay una gran diferencia. En Quijotes y Sanchos estoy escribiendo y en Un roble el texto nos llegó de Tim Crouch y lo tradujimos. Hay elementos esenciales que están presentes en ambas piezas y tienen que ver con la idea del imaginario y de cómo transformamos la realidad con la palabra.
Pero el lugar desde el que yo me he colocado a la hora de hacer el trabajo sobre la pieza ha sido uno completamente diferente y en el caso de Quijotes y Sanchos es construirla a partir de una material original. Desde ese tremendo monstruo de novela. Super rico, pero hay que traducir a otro medio.
La experiencia ha sido muy diferente. Sobre todo el crecimiento a nivel artístico y personal ha tenido que ver con estar ocupando otro lugar en la escritura y la creación. Cada vez va tomando más presencia y hace que también uno, a nivel artístico y personal, vaya cambiando el lugar desde el que ve la cosas, desde el que las vive… la próxima vez que me toque ponerme a actuar también tengo otro tipo de informaciones de cómo se construyen estas cosas y me hará estar, sospecho, de otra manera.
¿Y tú eres más Quijote o más Sancho? ¿O depende del día?
Creo que efectivamente depende muchísimo del día. También lo que es fascinante de la novela, y por eso se dice que es como el nacimiento de la novela moderna, es que aparece la idea de un personaje que va evolucionando conforme va avanzando la novela. La idea de un arco de personaje, esos arcos y esa evolución suceden tanto en Quijote y en Sancho que empiezan a coger características el uno del otro. Sancho cada vez empieza a ser más Quijote y Quijote cada vez empieza a ser más Sancho. Con la cantidad de episodios y de cosas que suceden la conclusión, si es que podemos llegar a una conclusión, tiene que ver con que todos tenemos elementos de Quijote y todos tenemos elementos de Sancho y a la vez funcionan como arquetipos. Pero son en realidad personajes con muchísimas capas, profundidades y contradicciones.
Por eso creo que depende del día, de la situación. A veces por épocas. Pero es interesante ver cómo a veces conviven y no son contrarios.
¿Alguna experiencia que te gustaría vivir como actor?
Cuando estudias interpretación en la escuela siempre estás pensando en ti como actor. Ahí si que pensaba a menudo en qué cosas me gustaría interpretar a mi como actor. Pero, con el tiempo, eso se ha ido desdibujando y colocando en otro lugar y cada vez pienso más en qué tipo de piezas o de obras me gustaría participar.
Eso es lo que ha hecho que, de pronto, esté colocándome a escribir o a crear en otro sitio. Es como que cada vez se va desdibujando más la cosa de qué palabras o qué personaje es el que a mi me gustaría evitar en escena y tiene más que ver con en qué experiencia teatral me gustaría participar que tenga sentido para el espectador y la gente que participamos en ella en este momento concreto.
Lo que se vaya dando y lo que vaya apareciendo con el trabajo de la compañía que nos hacemos estas preguntas como las que me acabas de hacer, constantemente. Y entre todos vamos escribiendo qué es lo que nos pide el cuerpo, la sensibilidad o el momento que queremos abordar. Quizás no tanto pensando en qué trabajo quiero yo hacer como actor sino qué trabajo sentimos que tiene sentido compartir en un encuentro como es cualquier obra de teatro.
Ya que habéis sido la obra más recomendada ¿Nos das tu propia recomendación?
Ahora que van a recuperar Los días felices que justo cuando en marzo empezó el confinamiento se quedó interrumpida, yo no puedo dejar de recomendar a Beckett y a Francesco (Carril), Fernanda (Orazi) y Pablo (Messiez)… Además creo que volver a visitar esa obra ahora en septiembre/octubre después de lo que ha sucedido mínimo hay algo ahí que estoy como ansioso por descubrir. Ver qué sucede con eso.
He estado estos meses con Cristina Morales, que no me la había leído. La empecé a leer en marzo y estoy super enganchado y no puedo dejar de recomendarla.
¿Más de Cultura y menos de qué?
¡Uf! Más de cultura y menos de estas certezas y grandes verdades a las que nos agarramos sin dejar entrar ningún tipo de cuestionamiento, conversación o encuentro con otras posturas.
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