Fotografía: Rubén Vega
A Lucía Juárez la podemos ver en el teatro representando la obra ‘Hannah Arendt en tiempos de oscuridad’, al mismo tiempo que este viernes estrena la película ‘Un efecto óptico’ de Juan Cavestany. En Más de Cultura hemos querido hablar con ella sobre el teatro, el mundo de la interpretación y la búsqueda de la belleza
Encantada de saludarte, Lucía. ¿Cómo estás? Te podemos ver en el Teatro Galileo de Madrid con ‘Hannah Arendt en tiempos de oscuridad’. ¿Qué nos puedes contar sobre esta obra?
Es un viaje a través de las ciudades e ideas que forman la biografía de Arendt. Desde Konigsberg, su ciudad natal, en la que desde muy joven se inició en el arte y la política, pasando por Berlín, París y Nueva York, para terminar en el Jerusalén de los sesenta, donde asistió al juicio contra el criminal de guerra Adolf Eichmann. Una mujer que fue testigo y protagonista de los acontecimientos políticos y sociales más determinantes del siglo XX.
¿A quién le recomendarías esta obra de teatro?
A cualquiera que se sienta tentado por conocer el pensamiento me Arendt o a cualquiera que lo conozca y se anime a reflexionar con la compañía sobre temas de ahora y de siempre.
Lucía Juárez: Recuerdo los primeros días de ensayos con mucha extrañeza por estar cerca de compañeros que no conocía
¿Cómo se enfrenta una intérprete a una función en este momento Covid19? ¿Qué echas de menos en las funciones en esta situación?
Con incertidumbre, con respeto, con consciencia. Recuerdo los primeros días de ensayos con mucha extrañeza por estar cerca de compañeros que no conocía. Me sigue sorprendiendo mirar al patio de butacas y no reconocer caras completas, sino ojos asomándose por el filo de las mascarillas. La experiencia teatral es singular. No es normal vulnerabilizarte delante de un montón de personas. Es más extraño aún si solo son frentes y ojos.
¿Te acuerdas cuándo decidiste dedicarte al mundo de la interpretación?
No recuerdo un momento concreto en que decidiera mi futuro por completo. Creo que inconscientemente me inclinaba hacia la expresión artística y simplemente lo fui nombrando hasta que me pude apropiar de ello, hasta que se volvió “natural”. Lo digo entre comillas porque lo natural sigue siendo estudiar “una carrera seria y con futuro”.
De toda tu carrera, ¿hay algún trabajo al que le tengas más cariño?
Todos han sido especiales. A su manera, cada trabajo es un viaje, una aventura, un aprendizaje. Sí siento especial simpatía a trabajar con Andrés Lima, saltaría al vacío con él una y mil veces.
¿En qué se parece la Lucía Juárez que se subió por primera vez al escenario con la que está contestando estas preguntas?
Me sigue corriendo caliente y rápida la sangre por las venas.
Y si miramos al futuro, ¿qué planes tienes?
Seguir buscando la belleza en el trabajo y en la vida.
¿Qué papel de la historia del cine o teatro te gustaría interpretar?
No podría elegir solo uno. Hay muchas obras y películas que me inspiran. Últimamente me siento muy atraída por la literatura tremendista de Concha Alós, ojalá interpretar un personaje de sus cuentos cortos “Rey de Gatos”.
¿Nos puedes recomendar el último libro, canción, película, obra de teatro, o cualquier expresión artística que te haya emocionado?
Hace tiempo que emprendí un recorrido por las novelistas españolas del medio siglo: Carmen Martín Gaite “El Cuarto de Atrás”, Elena Quiroga “La enferma”, Dolores Medio “Bibiana”, Carmen Kurtz “El desconocido”, Mercè Rodoreda “Aloma” entre otras. Ayer, por fin, pude ver “El bar que se tragó a todos los españoles” y salí maravillada. Las pinturas negras de Goya. Rembrandt, siempre Rembrandt. El último disco de Nick Cave (Goshteen).
Nuestra revista se llama Más de Cultura, por lo que nos gusta preguntar, Más de Cultura y ¿menos de…?
Menos juicio. Juzgar menos para dejar que aparezca la belleza. Vivo con la certeza de que es posible mirar poéticamente, más allá de la utilidad, de lo urgente o lo necesario. Mirar con unos ojos extranjeros aquello que se conoce desde siempre. Sostener esa mirada inocente y no rendirse. Estoy convencida de que la comunicación entre los seres humanos sería más liviana y esclarecedora. El problema es que vivimos en tiempos de alta velocidad y las ideas/los hallazgos se cristalizan muy pronto.
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