En la exposición que organizó CaixaForum sobre la historia del cómic, había un pequeño reducto entre los fanzines y las publicaciones underground donde se hablaba de Tits & Clits. Esta antología de historietas se creó como respuesta a la proliferación de revistas eróticas claramente machistas en los 70. Joyce Farmer y Lyn Chevli decidieron que la mejor forma de combatir a Playboy y Penthouse era crear un formato enfocado a la sexualidad desde una perspectiva femenina.
Y fue el momento perfecto. Estados Unidos vivía una época de cambios marcada por el empoderamiento sexual de las mujeres. En 1960 la FDA aprobaba la píldora anticonceptiva y, aunque esta liberación femenina picaba con rabia a ciertos colectivos, la cultura estalló desde el underground para instaurar avances en esta materia.
Pero el camino tampoco iba a ser fácil, en ese momento la Comics Code Authority prohibía la desnudez, las ilustraciones sugerentes u obscenas, las relaciones sexuales ilícitas, la glorificación de la violencia y todo aquello que se saliera de los cánones establecidos. Las publicaciones convencionales debían ceñirse a estas reglas, mientras la cultura alternativa reventaba el mainstream desde la clandestinidad. Algunas de estas publicaciones no sólo hablaban de sexualidad, si no de otros temas candentes como la guerra de Vietnam, medio ambiente o el aborto seguro.
De hecho, Tits & Clits utilizaba la sátira para hablar sobre temas controvertidos relacionados con las mujeres que iban más allá de la libertad sexual. Por ejemplo, el número Abortion Eve (1973), trató sobre los derechos reproductivos de cinco mujeres reales que habían abortado. Las dibujantes que prepararon las historia habían trabajado como consultoras en una clínica y tuvieron acceso directo a los testimonios. También, ya desde su primera entrega, pusieron de manifiesto el papel del hombre y su actitud respecto al uso de anticonceptivos, el precio de los productos de higiene femenina o la estandarización de unos cánones de belleza imposibles.
En 1973, el Condado de Orange de California, abrió una investigación sobre la obscenidad de sus publicaciones alegando ser anti-eróticas, por el hecho de mostrar cuerpos reales. También recibieron críticas del sector feminista contrario a la pornografía y a la representación sexual del cuerpo femenino. Lo que hoy vemos a diario en redes sociales, cine, literatura y televisión, estaba completamente vetado hace cincuenta años. Así que con la mirada puesta atrás, sólo nos queda agradecer a ediciones como Tits & Clits que reventaran por la fuerza el tabú de la sexualidad femenina y de las desigualdades que todavía a día de hoy nos siguen afectando.
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