Cuando pensábamos que esta película de ciencia ficción en la que llevamos inmersas desde 2020 no podía ir a peor, llega VOX a las concejalías de cultura y ¡sorpresa!, comienza a vetar a autoras tan reconocidas como Virginia Woolf. Este artículo se está escribiendo antes de las elecciones generales del 23J, todavía guardamos un atisbo de esperanza y resistencia, hay que tenerlo en cuenta.
Históricamente, la cultura ha sido utilizada por la extrema derecha como instrumento político para el control de masas. ¿O acaso pensabais que su propósito era fomentar la conciencia social y la libertad de expresión como individuos? ¡No, por Dios!
La censura en el audiovisual
¿Y qué disciplina artística es la que más adeptos mueve? El audiovisual. Por su influencia social, el cine en España ha vivido etapas de censura por todos y todas conocidas, pero también momentos bastante tensionados al final del Franquismo y durante la Transición. Tampoco se menciona en las clases de historia que las salas de exhibición durante esa época, se convirtieron en el blanco de ataques con artefactos explosivos debido a su programación. Entre 1974 y 1980, se registraron 73 ataques violentos. El 64% reivindicados por la extrema derecha, un 29% por ETA y un 5% por extrema izquierda.
Uno de los ejemplos más significativos de esta época se lo llevó el estreno, en 1977, de Camada negra, la película de Manuel Gutiérrez Aragón. La autoría del ataque se atribuyó a Fuerza Nueva. Dos chavales destrozaron la entrada de los cines Luchana en Madrid con un cóctel molotov el primer día de exhibición de la película. Quizá el argumento les retrataba un poquito.
Pilar Miró y Cecilia Bartolomé, contra el radar fascista
Las mujeres directoras (para las pocas que había) tampoco se quedaron fuera del radar fascista. El caso más conocido es el famoso Crimen de Cuenca de Pilar Miró. El 31 de enero de 1980, la jurisdicción militar incautó todas las copias de la película, en su opinión, por la secuencias de tortura que aparecían en el metraje. Esto, por la época en la que ya nos encontrábamos, acució un fuerte revuelo entre los intelectuales y la opinión pública, que consideraba el tema de la censura algo ya superado.
Pero si hablamos del retrato de una época, desde el documental y la transgresión, el nombre que nos viene a la cabeza es el de Cecilia Bartolomé. Durante toda su carrera, Bartolomé ha retratado los problemas a los que se enfrentó (y se enfrenta) la mujer sin ningún tipo de tabú. Cuestionando el sistema patriarcal que coleteaba del Franquismo. Margarita y el lobo, es uno de sus mayores hitos y también el motivo por el que fue incluida en la lista negra de la censura en 1969. Este mediometraje, nace del cuestionamiento de una institución tan tradicionalista como es el matrimonio y el papel de la mujer en el momento de la separación.
No fue hasta 1977 cuando Bartolomé logró sacar adelante su ópera prima, Vámonos, Bárbara, inspirada en Alicia ya no vive aquí de Scorsese, con la vuelta de tuerca feminista que necesitaba la original.
También nos llevamos para el recuerdo las maravillosas imágenes de archivo que nacieron de Después de… (1981), el documental político que codirigió con su hermano José Juan.
Eloy de la Iglesia, polémica sobre cualquier ideología
La homosexualidad es otro de esos temas que no gusta al facherío español, pero tampoco a los militantes del Partido Comunista en 1978. Testigo de esto fue Eloy de la Iglesia tras el estreno de su película El Diputado. El largometraje, protagonizado por José Sacristán, pone el foco sobre el personaje de Roberto Orbea, un diputado de un partido de izquierdas que está a punto de ser elegido Secretario General. La trama se complica cuando aparece el tema de la homosexualidad, transgresora y transversal a cualquier ideología, con el sello que caracteriza a su director. Su estreno suscitó críticas en todos los sectores, pero logró proyectarse en algunas salas.
El «mito Saura»
Carlos Saura fue otro director transgresor que, como muchos, logró más reconocimiento fuera que dentro de nuestras fronteras, por lo menos hasta la Transición. La prima Angélica, por ejemplo, obtuvo el premio del jurado en el Festival de Cannes en 1974 mientras que en España la ultraderecha organizó escraches en los cines donde se proyectaba.
La lista es un suma y sigue y es que, pasen los años que pasen, el cine nunca estará exento de polémica. Hoy es un beso lésbico en una película de Disney, ayer fueron los neonazis de Diario de un Skin y antes de ayer, los guantes negros de Gilda.
*Fotografía de portada: Censorship in Spain. xornalcerto. Wikimedia Commons.
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