Antonio De Felipe cuenta con una carrera artística de más de 30 años de experiencia. Su última apuesta, y la primera en época de Covid, es Popocket.Viaje a lo mínimo. Partiendo de un dibujo que él mismo hizo cuando era pequeño, la muestra se compone de unos cien dibujos realizados en pequeños formatos, que van desde la cuartilla a la tarjeta de visita, pasando por cartones reciclados.

Hablamos con el artista de este viaje por su propia trayectoria. De la vuelta a sus orígenes, a su infancia, pero sin pudor. Un sismógrafo emocional que encierra en su exposición los recuerdos propios y del público.

Es tu segunda exposición para La Fiambrera Art Gallery, ¿Qué vamos a encontrar en Popocket? 

Este año es muy especial para mí porque se cumplen 30 años desde mi primera exposición como artista profesional. Está siendo un aniversario bastante extraño, pero muy gratificante.

Nunca pensé que iba a celebrar mis 30 años de carrera con una exposición tan especial como lo es Popocket. Quizá es una de las exposiciones más emocionales que he hecho en mi vida. Los artistas somos sismógrafos emocionales. Transmitimos en nuestro arte lo que siente el artista y lo que sucede alrededor.

Aunque la génesis de la exposición parte de un viaje personal a lo mínimo. Vuelvo un poco a mi prehistoria con un dibujo que le hice con tres años a mi padre. En un dorso de una tarjeta de visita. Dibujé un caballo de Espadas y eso sirve como trama argumental para crear una serie en la que, digamos, que lo pequeño sea lo más valorado.

«Cuando realmente lo que haces toca el corazón de la gente es el mayor premio que tenemos los artistas»

Yo que soy un hombre de excesos y que siempre me he caracterizado por obras de gran formato, ha sido una auténtica aventura volver a la niñez. Porque además yo, de niño, estaba constantemente dibujando. Volver a la niñez sin ningún pudor pero desde la madurez. Ha sido un viaje muy bonito por tener la capacidad de condensar en un pequeño papel u objeto toda la esencia que he ido adquiriendo con los años.

¿Cambia mucho la manera de concebir una pieza de arte si está en formatos distintos?

Absolutamente. En este caso he tenido que adecuar la obra para que la funcione en su contexto. Eso también ha sido un reto personal. El ser capaz de componer en un formato mínimo y que la obra funcione.

De hecho, por ejemplo, una de las series de este tamaño son insectos. Con mi infancia rural. Aunque nací en Valencia, mi familia era de Albacete. Entonces es reencontrarme con ese niño, con la naturaleza.

Por ejemplo, cuando era pequeño dibujaba mucho ojos y bocas y por eso esa especie de juego de dibujar ojos y bocas en estas tarjetas.

Es adaptar la esencia de la obra al tamaño. Como embutirse en tu esencia y me parece muy bonito. Esa visión tan despreocupada y tan libre de una trayectoria. Seguir con esta alegría de decir «Todavía soy capaz de hacer lo que siento y que transmita a los demás». Cuando realmente lo que haces toca el corazón de la gente es el mayor premio que tenemos los artistas.

Antonio De Felipe

¿Qué hay de ese Antonio que dibujó ese primer caballo de Espadas en el de ahora?

Evidentemente yo me siento muy conectado a determinadas cosas, como por ejemplo el dibujo. Soy Licenciado en Dibujo, hice esa especialidad en Bellas Artes; pero, en cambio, luego mi faceta profesional se ha centrado más en la pintura. Lo he decidido así. Estoy orgullosísimo y, de hecho, sigo haciéndolo.

«Una de mis mayores satisfacciones es el notar que conecto con las generaciones posteriores»

Pero independientemente de esto, en los últimos años, me apetecía esa parte más íntima y hacer balance de mi trayectoria. Ese viaje tan pequeño pero tan interesante. Y es curioso porque yo nací ya artista. Y creo que eso es una suerte, porque mis primeros recuerdos son dibujando y todos me decían que sería un artista famoso.

Eso es un plus porque te arropa, aunque es un mundo completamente desconocido para cualquier persona que empiece en este medio. El balance de estos años ha sido muy interesante porque he pasado por muchos periodos. Lo más importante es que en cada periodo siempre hago lo que siento.

Esta serie tiene mucho que ver con el recogimiento pero con la alegría y ese viaje a la infancia. Con nostalgia, pero con alegría. Reconociendo quién eres pero sin ningún pudor. De una manera muy libre. Creo que es también lo que la hace única.

Utilizas materiales reciclados en la exposición. 

La esencia de esta exposición de lo pequeño es reciclar cualquier cosa que tuviera por casa. Ya sea un bloc de dibujo de hace 25 años, los tubos de papel higiénico, los tickets del supermercado, los rotuladores… Y eso también te da una visión de que con cualquier cosa se puede hacer.

De hecho, por ejemplo, estuve guardando todos los tapones de las bebidas que estuve consumiendo e hice una obra que era en un bote de cristal metidos. Dibujé caritas en cada uno de los tapones y los metí todos juntos. Se llama confinamiento. No se me ocurre una manera más fácil de expresar una emoción que con distintos estados de ánimo en un tarro de cristal todos juntos.

«Solo detrás de la historia que hay detrás de cada dibujo y dónde llega, ya es maravilloso»

Es lo bonito de esta serie,  que va surgiendo según las emociones que han ido aflorando.  De alguna manera he ejercido de impresor de todas esas emociones para plasmarlas en distintas obras o momentos. Es una serie prácticamente sacada de la nada.

Luego también el tema de que cualquiera pueda tener una obra mía en su casa. Arte para todos los públicos y todos los bolsillos.

Eso es importante, a veces solo concebimos el arte como lo que está expuesto en una galería ¿No?

Una de mis mayores satisfacciones es el notar que conecto con las generaciones posteriores. De hecho, yo tengo muchos fans que han crecido con mi arte y el hecho de tener la obra original hace que haya historias de algunos dibujos de esa exposición que son maravillosos por lo que entrañan.

«Los clásicos siguen vivos en las re-interpretaciones que hacen los artistas posteriores»

Se han vendido, por ejemplo, tanto el ojo como la boca de Marilyn. Cada una se ha ido a un sitio de España pero detrás hay una historia maravillosa. Que cada persona tenga esa pequeña obra de arte en su casa. Solo detrás de la historia que hay detrás de cada dibujo y dónde llega, ya es maravilloso.

Es lo que te hace sentir que esta persona ha apostado por ti y se ha comprado un dibujo porque realmente le hace feliz tenerlo. No hay mayor satisfacción para un artista que saber que tu obra es como una especie de corazón que bombea felicidad.

Si pudieras reunirte con alguno de los personajes que han inspirado esta exposición ¿Con quién sería y por qué?

No lo se, yo creo que cada uno tenemos nuestro momento. Por ejemplo, te hablo de Velázquez. Me habría encantado estar en El Barroco y vivir eso. En cambio, pienso que los clásicos siguen vivos en las re-interpretaciones que hacen los artistas posteriores. Más que la obra física, tú aportas al mundo del arte lo que tú inspiras.

A mi me hubiera encantado vivir esos momentos palaciegos pero, en cambio, la distancia nos hace verlos con otra objetividad. Re-interpretar a los clásicos me parece un ejercicio fundamental y por lo que siento debilidad, me parece una manera de perpetuar su esencia.

Espero que en el futuro la gente me reinvente y que la esencia de la filosofía de mi arte quede impregnada en las generaciones posteriores y me tomen como referencia. Para mí eso sería la señal de que realmente lo que hago sirve para algo. Para estimular y para inspirar a las siguientes generaciones. Aunque a mi me queda mucha guerra por dar ¿Eh? (Risas).

¿Un consejo que recuerdes que te haya acompañado siempre?

Lo difícil de mi trayectoria es que yo no tenía ni idea de cómo funcionaba este mundo. He tenido que funcionar por intuición. No te preparan para ser un artista que está en el mercado o en el mundo.

Una de las referencias básicas de esta exposición es a la figura paterna. Mi padre falleció hace más de 30 años y fue mi primer fan. Sin embargo, nunca pudo ver mi trayectoria.

Mi padre siempre me decía que cuesta lo mismo hacer las cosas bien que mal, entonces, ya que las tienes que hacer, intenta hacerlas lo mejor posible. Tenía mucho que ver con su personalidad. Era una persona perfeccionista que intentaba hacer las cosas, dentro de su capacidad, lo mejor posible. Ese es un consejo que ha sido un mantra y una referencia que he tenido toda mi vida. Intentar ser siempre honesto, contar lo que realmente sientes y hacerlo de la manera mejor que puedas. Dar lo mejor de ti.

¿Cómo lucha el artista en su día a día para que la gente valore su trabajo?

Por ejemplo, el hecho de que esta exposición sea una realidad al margen de pandemias, abrir una galería a día de hoy con la que está cayendo ya es para quitarse el sombrero. Desde aquí hago extensible mi agradecimiento a la galería.

La gente necesita alimentar el espíritu y los artistas en realidad lo que hacemos es eso. Es dar placer, felicidad, estimular a la gente, ¿Qué hay más bonito que eso? Y encima en una época como esta, tan difícil.  Tanto para crear una serie nueva como para exponerla, me parece que es de agradecer que podamos ofertarle a la gente el pasárselo bien, disfrutar, pues cualquier medida de este tipo siempre es bienvenida.

¿Más de cultura y menos de qué?

Y menos de envidia. Siempre he abogado por las buenas vibraciones. Por la gente que transmite naturalidad, verdad, realidad… Siempre más la honestidad y menos maldad. Yo soy muy positivo y me gusta pensar que estoy en este mundo para hacer agradable la vida a los demás, que me parece que es lo más bonito que te puede pasar. El hacer feliz a la gente.