Suele ocurrir que todo lo que difiere mínimamente a nosotros, nos causa un rechazo así de primeras. Algo que se aleja de nuestra manera de relacionarnos, de vivir o de ser, nos es ajeno, como si no existiera.

Quizá pensamos que el arte es una disciplina de la que disfrutar en museos o galerías, pero no caemos en la importancia que tiene el arte para aportar autonomía o favorecer el desarrollo personal de personas que no somos nosotros mismos.

De esto os vamos a hablar en este artículo de Más de Cultura, de cómo el arte es un vehículo excepcional para la inclusión y el desarrollo de las personas con autismo. Así que empecemos por el principio, el Trastorno del Espectro del Autismo (TEA) es un trastorno neurobiológico del desarrollo cuyas manifestaciones están relacionadas con alteraciones cualitativas en la comunicación e interacción social, así como con patrones repetitivos y estereotipados de comportamiento e intereses.

Si una persona ajena a este trastorno pensara en una persona con autismo, probablemente se imaginaría a esa persona en el suelo, abrazando sus rodillas y balanceándose de delante hacia atrás. Y nada más lejos de la realidad. Esa es la imagen que se nos ha metido a la cabeza tras ver películas que traten estos temas, en los medios de comunicación y en la generalización que nos hace más fácil la existencia. Yo misma podría haber contestado esto hace unos años, pero por suerte ya no. Porque las personas con autismo, no pueden reducirse a ese comportamiento ni a esa imagen, ya que son un colectivo muy heterogéneo.

Y es que una persona con autismo puede contarte sin pestañear todos los estrenos de cine español que están pendientes en el próximo trimestre, o puede ser un crack en el atletismo, o puede atenderte en una pizzería, o incluso podría dedicarse al mundo de la pintura, exponiendo sus cuadros en París.

No vamos a negar que estos ejemplos que nombramos son posibles con esfuerzo, ganas y mucho trabajo. Porque una persona con autismo tiene unas necesidades especiales que hay que reforzar, mejorar y trabajar. Y a eso se dedican asociaciones y profesionales que se dejan la piel por mejorar la calidad de vida de estas personas.

PAUTA es una asociación promovida por familiares de personas con Trastorno del Espectro del Autismo que lleva trabajando en Madrid desde 1993. Su objetivo es ofrecer apoyo, acompañamiento y oportunidades, desde un enfoque ético, para que las personas con TEA y sus familias puedan tener una buena calidad de vida.

Espacio Vecinal Montamarta cedido para uno de los talleres artísticos y abierto a cualquiera que quiera desarrollar su lado más artístico.

Dependiendo la persona que nos ocupe, será más importante enfocarse en un tema, trabajo, o necesidades. En PAUTA lo saben y ofrecen diferentes alternativas y espacios para el desarrollo de estas personas. En concreto vamos a hablar del Espacio Creativo referente a los Talleres de Artes Plásticas.

Desde los orígenes de la asociación, el interés por las artes plásticas ha sido fundamental de la mano de algunos profesionales y familias que ven en ello una manera de facilitar la expresión de las personas con TEA. Y es que el dibujo, la pintura, la escultura y resto de expresiones artísticas, ayuda a estas personas a concentrarse, a conseguir objetivos y además a mostrar diferentes y originales maneras de crear.

Porque el arte no es algo abstracto que cuelga en las paredes, sino que se conforma en este caso en una rutina que ayuda a los participantes a conseguir autonomía personal, y un crecimiento y desarrollo profesional. ¿Por qué un artista con talento y proyección no puede levantarse con el objetivo de exponer profesionalmente? Sobre esto trabajan en PAUTA, en diseñar los objetivos profesionales dependiendo de sus necesidades y planes de vida.

Tinta china, acrílico sobre papel. 50×70 cm. – Luis Ma

Si a ti te preguntan cómo te ves en el futuro, puede que tengas dudas o que lo tengas muy claro, o que prefieras dejar sin contestar para vivir el presente. Desde PAUTA trabajan para facilitar a estas personas con autismo un objetivo y un plan individual que les ayude a desarrollarse personalmente, incluso profesionalmente. Estos jóvenes de entre 18 y 35 años descubren cómo el arte puede cambiarles la vida, incluso convertirse en un trabajo.

Obviamente son muchos los casos en los que el arte queda reducido a una actividad que hacer por las tardes de lunes a jueves, pero en otras ocasiones es una manera con la que apostar por su bienestar económico gracias a la creatividad.

En nuestras manos está apoyar el arte que además de emocionarnos, aporte su grano de arena en hacer la sociedad más inclusiva.