Hace unos meses, Poster House, una organización dedicada dar a conocer el impacto en la cultura que tiene el diseño de carteles, lanzó un reportaje en el que analizaban los vínculos entre hombres representados por la propaganda comunista.

El resultado fue que, analizado con los ojos del siglo XXI, parece como si los creadores de esos carteles hubieran diseñado representaciones sutiles de una utopía gay. El director de arte Zipeng Zhu, junto con el historiador Bader Alawadhi y la conservadora Angelina Lippert, hablan de cómo estos artistas trataron de ser rebeldes de una manera muy inteligente. De hecho, los regímenes comunistas no han sido (ni son) conocidos por su tolerancia hacia la comunidad LGBTQ. Por ejemplo en China, dentro del Partido Comunista, el sinónimo de camarada empleado por los hombres (los conocidos como Tóngzhì) se ha convertido en un término adoptado por la propia comunidad LGBTQ para hablar de personas homosexuales.

Cartel homoerotismo comunista entre China y la URSS

En cuanto a la representación gráfica, podemos observar escenas de todo tipo, desde obras tiernas en las que un hombre le regala flores a otro, hasta desnudos descarados. Es particularmente más vistoso cuando se trata de representaciones sobre la hermandad entre naciones, como la URSS y China. Además, con la figura femenina relegada a la marginalidad (¡qué sorpresa!), los tintes homo parecen incluso más videntes.

Cartel homoerotismo comunista

Cartel comunista sobre la familia

Por otro lado, no debemos olvidar que llevamos puestas las gafas de la contemporaneidad occidental. Y que gestos como el “beso fraternal” (el comerse la boca de toda la vida), es muy común entre señoros de otras etnias. Además, estos carteles estaban diseñados en grupo, por lo que la intencionalidad de un único individuo creador parece que se desmorona.

Cartel "beso fraterno"

Cuando hablamos de utopía e idealización, no solo lo hacemos de las relaciones homosexuales, también de los individuos que aparecen representados. Este “lavado de cara”, con maromos vigorosos y robustos de mejillas sonrosadas, contrasta fuertemente con el pueblo que se moría de hambre.

Muchos y muchas fantaseamos con que Stalin tenía estos carteles colgados en casa sin saber que estaban concebidos como una imaginería homoerótica, pero la verdad es que a día de hoy sólo es una teoría. La dirección creativa de este Realismo Socialista seguro que tenía mucho que contar, ¡ay, la censura!