Hace medio siglo una novela llamada El Exorcista se convirtió en un best seller que vendió 13 millones de ejemplares solo en los Estados Unidos y se mantuvo 57 semanas consecutivas en la lista de best-sellers del New York Times. Su autor era William Peter Blatty y para escribir su novela se basó en un suceso real, un exorcismo practicado a un niño y del que se hizo eco el Washington Post, que tituló en portada: “Un sacerdote libra a un joven de las garras del demonio”. No era una niña, como en la novela, sino un adolescente de 14 años de Mount Rainier cuyo nombre ocultaron las autoridades eclesiásticas. Se le conoció bajo el seudónimo de Roland Doe y antes del exorcismo fue trasladado a dos hospitales que no fueron capaces de curarlo.
Blatty era católico y estudiante en la universidad jesuita de Georgetown, parte del espacio en el que transcurre El exorcista y donde se licenció en 1950. Se obsesionó con el exorcismo de Roland Doe y leyó todos los libros sobre posesión demoníaca que habían sido publicados en inglés desde 1940, atesorado una gran colección de textos. Pasaron los años, Blatty se convirtió en escritor y guionista cinematográfico y recuperó aquella terrorífica historia del joven de Mount Rainier.
Uno de los grandes aciertos de Blatty a la hora de adaptar su propia novela al cine fue eliminar gran parte de las páginas dedicadas a la investigación del teniente Kinderman. En la novela, el personaje acaba resultando cargante, es lo peor del libro. Y eso que uno de los aciertos de Batty es que El exorcista está concebida como una novela negra, más que de terror. Una novela de detectives, pero cuyo investigador es un cura, un concepto que desapareció en la película.
El resto casi todos lo conocen: una fabulosa película de William Friedkin (por la que Blatty se llevó un 15% de los beneficios de taquilla) con sus correspondientes secuelas y hasta una serie. Además, dentro de poco la productora de terror Blumhouse estrenará una nueva versión para las salas de cine. Pero no todo lo que estaba escrito en la novela El exorcista fue rodado, algunas páginas muy sugerentes y terroríficas no se trasladaron al cine. Y te las vamos a recordar en MDC:
Escenas sexuales no incluidas
Un sacerdote le muestra a Karras una hoja de oraciones profanada en una iglesia cercana a la casa de la niña poseída. Alguien ha introducido la hoja, escrita a maquina. Aunque con algunos errores notables, está escrita en buen latín y describe, en vívidos y eróticos detalles, un imaginado encuentro homosexual entre la Santísima Virgen y María Magdalena.
En otro gráfico e impactante momento, la novela de Blatty habla del descubrimiento de un enorme falo, esculpido en arcilla. Lo han encontrado bien pegado a una estatua de Cristo, en el altar de la izquierda de la iglesia. Blatty usó una imagen muy parecida para la tercera parte de El exorcista, que él mismo escribió y dirigió.
El pasado de Chris MacNeil
Conocida actriz, la madre de Regan, no solo ha tenido a la niña. También tuvo un hijo, hace mucho tiempo, cuando era una joven corista en Broadway. En niño se llamaba Jamie y había muerto con solo tres años por culpa de un médico que le administró un antibiótico que acabó con la vida del pequeño. Desde entonces, Chris no confía en los médicos.
Además, está divorciada de un hombre que ve poco a Regan. La razón del divorcio es “el afectado ego del marido de una estrella”. Regan nunca le ha mostrado a su madre ninguna reacción ante el divorcio, lo ha evitado. A su corta edad, ha asumido el dolor en la soledad de su habitación. “Chris temía que la niña se estuviera reprimiendo y que algún día estallaran sus emociones en forma nociva. Tenía un compañero de juegos imaginario y no le parecía sano. ¿Por qué lo llamaba Howdy? ¿Por Howard, su padre? Bastante parecido”.
Hacia el final de la novela, el lector se pregunta por qué el padre de la niña no aparece nunca. Karras le pregunta a Chris por el padre y le aconseja que debería estar con la niña, quizás podría ayudar. La respuesta de ella, a gritos, es contundente: “¡Nada va a ayudar excepto algo ajeno a nosotros! ¡Algo muy ajeno a nosotros! ¡Le he pedido que expulse al demonio, no que traiga otro!”.
Y hay más de su pasado: Chris necesita seguir trabajando en el cine por el pecado de codicia: “Compró bonos convertibles y una inversión en un proyecto de perforación de pozos petrolíferos en el sur de Libia. Ambas operaciones se habían emprendido para resguardar un capital que, de otro modo, hubiera debido pagar un elevado impuesto al fisco. Pero los pozos estaban secos y los elevadísimos índices de interés obligaban a vender los bonos”.
La pérdida de la fe de Damien Karras
El guion de la película también menciona directamente esta pérdida de fe del cura y la novela profundiza más en ello. En la escena del mendigo maloliente, leemos: “Karras dio un respingo. Se encogió. No se atrevía a volverse. No podía soportar la búsqueda de Cristo en el tufo y en los ojos hundidos, al Cristo del pus y los excrementos sangrantes, al Cristo que no podía ser”.
Antes de entrar por última vez en la habitación de la poseída, donde ve el cadáver del veterano exorcista, leemos sobre Karras: “Cerró los ojos. No podía soportar aquello. Las manos le empezaron a temblar y la compasión creció hasta convertirse en ciega furia contra la enfermedad y el dolor, contra el sufrimiento de los niños y la del cuerpo, contra la monstruosa y ultrajante corrupción de la muerte”. Parece que Karras arremete contra dios y su silencio, no contra el diablo.
Regan habla con la voz de Dennings
Cuando es poseída, la niña habla con la voz del demonio (en el cine fue doblada por Mercedes McCambridge) pero también con la voz de Burke Dennings, el director de cine que la niña asesina y arroja por la ventana de su habitación. En el libro se habla de “una voz con un claro acento inglés”. De hecho, la niña usa los mismos insultos que el director de cine contra el hombre del servicio, Karl, que en la novela tiene una hija heroinómana: “Bastardo! ¡Huno! ¡Fuera, Himmler! ¡Ve a visitar a tu hija de pies deformes! ¡Llévale chucrut! ¡Chucrut y heroína! ¡Nazi!”.
La triste historia de Karl despareció de la película. La hija a la que hace referencia el demonio para hacerle daño es una yonqui que malvive con su novio en una casa pobre e infecta. Karl los visita y les da dinero para sobrevivir. Es una muchacha que ha perdido su juventud, que está destruida por la droga y arrastra los pies enfundados en calzado ortopédico. Todo lo que rodea la casa de El exorcista, en la película en el 3600 de Prospect Street, está tocado por la desgracia: la hija de Karl, la madre de Karras, la letal enfermedad de Merrin, el divorcio y la ruina de Chris…
¿Quién es el misterioso padre Merrin?
En la película el personaje de Merrin, interpretado por Max von Sydow, es un gran misterio. Lo vemos al principio, en Irak, y al final. Y es él el protagonista del fabuloso póster de la película, diseñado por el cartelista Bill Gold. En la novela es igual de misterioso, pero sabemos algo más de él, como que ha tratado a otros poseídos. También que no es un religioso normal porque “sus libros habían causado revuelo en la Iglesia porque interpretaban su fe en términos de ciencia, en términos de una materia que se halla aún en transformación, destinada a convertirse en espíritu y a unirse a Dios”. En uno de sus textos, Karras lee: “El mundo material que nos rodea muere una y otra vez, pero siempre vuelve a la vida. Una muerte es la madre de mil vidas. Cada hora es solo un testimonio de cuan efímera y, sin embargo, segura y cierta es la gran totalidad. El sol se esconde para levantarse de nuevo. Nunca se detiene y nos enseña que hemos de ser siempre equilibrados y que, en la profunda de la desolación, no debemos desesperarnos nunca”.
Si nunca han leído El exorcista, este verano es buen momento para hacerlo. Les entretendrá, les aterrará y hasta les hará reflexionar, como las palabras de Merrin.
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