Inolvidable Capitán Gerd Wiesler
Hay películas que dejan marca en un agente de prensa. A veces la marca es un ramillete de canas, eso decía una compañera de prensa, «mi primera cana después de esta promoción» y la enseñaba a quien la quisiera escuchar…
Pero otras veces la marca tiene que ver con otras cosas, con una huella más profunda que te hace crecer como profesional pero también como persona, que te reconcilia con la profesión e incluso llegas a decir «pues mira, lo mismo no me he equivocado al elegir este trabajo». Eso nos pasó, y hablo en plural porque me consta que fue así para todos los que trabajamos en ello, con LA VIDA DE LOS OTROS.
Recuerdo perfectamente que cuando cayó la película en nuestras manos hubo una reunión inicial en la que se vaticinó: «Esta película o es un éxito o se queda relegada a la sala pequeña de un cine». No era fácil: película alemana de director novel con actores que en España eran prácticamente desconocidos, con la excepción de Martina Gedeck protagonista de Deliciosa Martha… Pero qué película señores, sabíamos que en cuanto el público la viera se enamoraría, pero ¿cómo hacer para que entraran en la sala?. El reto dependía en grandísima medida de la labor que hiciéramos con la prensa.
Invitamos a su director Florian Henckel von Donnersmarck, un nombre tan extenso como su estatura. Cuando le conocimos saludamos a un gigante de sonrisa permanente que vino como un rayo a Madrid sin despegarse de su portátil…«Es que estoy trabajando», nos decía, como si el tema de la promoción fuera un ratito de recreo. De hecho entre entrevista y entrevista, aunque hubiera un lapsus de 5 minutos, que cualquiera utilizaría para ir al baño o tomarse un café, él se marchaba raudo a seguir tecleando. Cuando se estrenó la película en España Florian tenía 34 años, 3 hijos, una fantástica película hecha y otra que evidentemente estaba escribiendo. Como decía mi compañera Jenny, con esas frases tan suyas, «este hombre es todo cabeza».
La película enamoró tal y como estaba vaticinado. La prensa habló maravillas y tanta fue la expectación que causó que se consiguió llenar un cine en su preestreno con la única presencia de nuestro gigante como reclamo.
La vida de los otros fue un ejemplo de cómo una película de bajo presupuesto podía ser una joya. La historia de su protagonista el Capitán Gerd Wiesler, miembro de la Stasi, de vida austera, gris… encargado de vigilar el día a día de un escritor -sospechoso de actividades subversivas-, Georg Dreyman y su mujer, actriz, Christa-María, una pareja enamorada, rodeada de amigos, arte, música… es tan poderosa y caló de tal manera que cuando el actor Ulrich Mühe, que encarnaba al inolvidable Gerd Wiesler, falleció el mismo año del estreno en España de la película, los periódicos publicaron su necrológica con la foto de su personaje en La vida de los otros.
Quizá una de las alegrías mayores que puede tener un agente de prensa es que la película que promociones se recomiende desde una columna de opinión de un periódico. Y eso pasó con una película desconocida de un director novel alemán y unos actores que, a partir de ese momento, fueron reconocidos en los hogares de nuestro país. El gran Enrique Vila-Matas escribió un apasionado artículo, a partir del cual, estoy segurísima, muchos corrieron a verla. Desde aquí, y aunque nunca llegue a leerlo: «Gracias Sr. Vila-Matas, nos hizo muy felices».
La vida de los otros nos mostró una cara oscurísima de la historia de Europa, uno de cada tres ciudadanos de la RDA eran «informantes no oficiales» de la Stasi, de hecho Florian nos comentaba cómo algunos de los actores de la película habían descubierto, años después de la caída del muro, que familiares suyos habían contribuido a los espionajes y las delaciones. Pero la película también muestra la grandeza del ser humano, cómo trasciende la miseria moral y cómo es capaz de redimirse en nombre de valores verdaderamente elevados.
Han pasado años y, como toda película que forma parte de la historia del cine, La vida de los otros sigue estando muy presente en mi recuerdo. Tuve la suerte de trabajar en ella, tuvimos la alegría de mostrarla al público español y, desde casa, aplaudimos a Florian Henckel von Donnersmarck, cuando levantó de la butaca sus 2 metros de estatura para recoger el Óscar a la Mejor Película de Habla no Inglesa.
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