Music calms the savage beast.
De todos es sabido que la combinación cine y música suele dar resultados extraordinarios. De hecho en nuestro imaginario colectivo hay canciones que nos remiten a una escena cinematográfica y al revés. ¿Quién no tararea la BSO de John Barry sólo de pensar en Memorias de África?
En el día a día del agente de prensa dedicado a la promoción de pelis, música y cine siempre van de la mano. Ya les conté cómo Marion Cotillard vino a promocionar La vie en Rose cargada con su guitarra, y este caso no es el único.
Promocionábamos La vida es un milagro de Emir Kusturica, zíngara, rápida, loca: la película era el vivo retrato de su equipo artístico. Cuando conocimos a Kusturica y los actores que le acompañaban estábamos frente a un grupo que parecía que iba a ser fusilado al minuto. Nos miraban muy serios y sus ojos parecían decirnos: «Preferiríamos estar atados boca abajo que aguantar esta perorata de lo que vamos a hacer mañana con la prensa.»
Se relajaron cuando supieron que, por deferencia de la distribuidora, debían marcharse raudos a ver un partido de baloncesto y se despidieron con una sonrisa.
El día siguiente fue tan frenético que apenas puedo recordarlo. La mañana estaba dedicada a la prensa y por la tarde debían prepararse porque daba en Madrid un concierto la Non-Smoking Orchestra, o sea ellos.
Hay que decir que Kusturica and Co. son hombres-espectáculo, no hay más que ver la foto que ilustra este post. Fue su posado para la prensa: la iniciativa partió de ellos… y el concierto…el concierto fue uno de los más energéticos que yo he vivido.
La música también está presente como una especie de bálsamo que tranquiliza momentos de tensión o aburrimiento. Recuerdo por ejemplo a la bella Leonor Watling cantando por Nina Simone mientras la peinaban y maquillaban para una sesión fotográfica o a Vladimir Cruz versionando el son cubano de Buena Vista Social Club mientras esperaba su turno de entrevista.
Pero la escena que tengo grabada en mi memoria y que tiene que ver con esta fusión natural de cine y música ocurrió en el Festival de cine de San Sebastián el año en que Montxo Armendáriz presentaba un precioso documental, Escenario Móvil, que cuenta el recorrido apacible por tierras extremeñas de cantautores y grupos alternativos. Montxo Armendáriz vino acompañado por Luis Pastor -cantante y coguionista de la película- y sólo recuerdo un día de festival igual de tranquilo que éste: el que viví con el enorme Josep María Pou…pero esa es otra historia.
La vida en los festivales de cine es puro frenesí, ya les contaré, pero si vas acompañada de personas-bálsamo, como fue el caso de Luis Pastor, todo a tu alrededor se mueve con rapidez pero tú vas a cámara lenta y eres muy feliz.
El momento más estresante que se puede vivir en un festival es que a la hora de proyectar la película, ésta no quiera arrancar y eso pasó con Escenario Móvil. No les voy a negar que la tensión se mascó pero duró un momento. Luis Pastor se hizo cargo de la situación, se presentó delante de una sala abarrotada y dijo: «Vamos a comenzar la presentación de esta película cantando, que es una buena manera de hacerlo». Utilizando su pecho como instrumento de percusión y acompañado de su inseparable Lourdes Guerra, ambos cantaron «Mariposa de noviembre» un homenaje a Violeta Parra. Esta improvisación propia de artistas de larga trayectoria y de enorme generosidad provocó una ovación tan larga que dio tiempo a arreglar el desaguisado de la proyección sin mayores consecuencias.
Así que ya ven, en ocasiones no hay situación estresante, sino alegría para resolverla y en esto, señoras y señores, la música ayuda mucho.
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