En la redacción de Más de Cultura hemos recibido La Llamada, la de La Gran Misa Patólica, Keyvin Comprés, nos regala el testimonio de una de las experiencias religiosas más alucinantes que ocurren al lado de nuestra redacción todos los domingos, La Iglesia Patólica, pasen y lean, que desde luego no tiene desperdicio.

Presentación de la Iglesia Patólica

Era domingo de junio en Lavapiés y ya se sentía como verano. Un amigo insistía que, antes de comer, debíamos ir a misa. Ya me había comentado sobre aquella iglesia a la que se empeñaba en arrastrar a sus amigos, y como todo nuevo fanático, juraba que me gustaría porque era muy diferente al resto. Me dejé convencer.

Faltando 5 minutos para las 13h llegamos a la calle Travesía Primavera, donde se veía a la distancia como una mini turba de personas se hacía dentro de un espacio muy pequeño, pero grandiosamente ornado para lo que sería, en toda regla, una experiencia religiosa. Haber sido el último en entrar parecía comprobar que ¨los últimos serán los primeros¨, ya que me tocó el asiento de primera fila que los demás súbditos habían rechazado deliberadamente.

En el nombre del Pato, del Huevo y el Espíritu Ganso

Una vez todos acomodados en sus asientos por un monaguillo adulto que manipulaba una laptop, esperábamos el ascenso al púlpito de El Papa Patólico. Antes que hiciera su entrada al ritmo de música estridente, los asistentes habíamos estado comentando los retratos que colgaban de las paredes, donde se apreciaban mayormente íconos de las artes, política y ciencias, como Gandhi, Marie Curie, o la foto en blanco y negro al centro de la tribuna, de un sonriente George Orwell.

«Todos de pie para recibir a nuestro Papa», ordena el monaguillo, a lo que obedecemos los expectantes corderos. Acto seguido, sale por una cortinilla un hombre robusto que de inmediato se eleva al altar y nos indica sentarnos. Nos da la bienvenida y mientras nos rocía agua bendita con una escobilla de baño, para bendecirnos o aliviar el calor, da inicio a la misa pronunciando las palabras «En el nombre del Pato, del Huevo y el Espíritu Ganso».

Con lo poco que sabía antes de llegar y las primeras impresiones que tuve una vez se presentó el Papa Patólico, pensé por un momento que lo que vendría más adelante sería una serie de chistes vacíos sobre religión  y que poco de esto me llevaría a casa, pero estaba totalmente equivocado.

El Papa (Leo Bassi), inició su sermón dominical presentando a los nuevos feligreses como yo con el Dios que representa en la tierra, el Pato de Goma, que es la base de esta fe patólica; un Dios amarillo y brillante; indiferente e indolente, pero sonriente. Un Dios que te obliga a tomar las riendas de tu vida, ya que él no piensa hacer nada por ti.

Por tanto, explicaba el Papa Patólico, que las personas a lo largo de la historia humana que no dejaron su destino en manos de un Dios mercantilista son las que merecen ser llamadas santas dentro de esta Iglesia Patólica. Y ha sido este domingo, en el corazón de Lavapiés, donde he tenido la suerte de atender al acto de canonización de aquel sonriente George Orwell que figuraba en la foto del púlpito papal, y que posteriormente se convertirá en un retrato al óleo más que colgará de las paredes, como el del resto de personajes ya canonizados en estas misas.

Este evento patólico de cada domingo, al igual que los que celebran otras religiones, hace un llamado a la reflexión, pero el punto de partida que propone el Pato de Goma es el humor, con tal de encontrar la ironía de la condición humana y las paradojas de la sociedad.

En esta ocasión, el Papa dirigió el acto haciendo un análisis de la obra de Orwell y declarándolas ¨escrituras proféticas¨, que debían servir de guía para el entendimiento de nuestros tiempos.

Lejos de ser un simple acto de bufones, y aún siéndolo, La Misa Patólica del Paticano de Lavapiés propone una visión desenfadada de la desdicha humana. Es donde el esperpento baja del cielo y cobra figura humana para hacerle saber a los demás mortales que no hay ninguna gratificación en el más allá, que la vida es aquí y ahora y que cada uno es responsable de la suya. El Papa invita a los presentes a la iluminación, y su instrumento es el ejemplo de aquellas personalidades que canoniza en sus misas por sus aportes a la ciencia, arte y cultura en general.

Asistí a la ceremonia número 241, lo que demuestra el éxito de esta religión nacida en Madrid el 28 de diciembre del 2012. La Gran Misa Patólica gana adeptos en Lavapiés, pero nos daba testimonio fehaciente el mismo Papa Patólico que ya ha celebrado multitudinarias misas en muchas otras localidades. Yo me declaro un devoto más, y espero que el Papa pueda llevar el mensaje del Pato de Goma alrededor del mundo, y haga de un santo a aquel donde allí lo merezca.

La Gran Misa Patólica ocurre cada domingo a las 13.00 en la calle Travesía Primavera, en La Iglesia Patólica. Es un evento gratuito con una ofrenda sugerida de 5 euros. Si no estás en Madrid, puedes participar de la Misa a través del streaming en sus redes.

 

Keyvin Comprés