Hacía más de doce años que Francesc Orellá (1957, Barcelona) no se subía a las tablas de un escenario madrileño. Ha sido la obra Conejo blanco, conejo rojo, la que le ha traído de vuelta. Un experimento del autor iraní Nassim Soleimanpour del que poco podemos desvelar.

Se trata de un espectáculo en el que el actor y el público van de la mano y descubren a la vez el texto. La promesa que hace el público es no contar nada más una vez abandonen el teatro para conservar la sorpresa. El actor recibe una lista de instrucciones 48 horas antes de la función. Después, una vez pisa el escenario, se le entrega un sobre con el texto de la obra. La magia es que cada función es representada por un actor o actriz diferente para que todos los agentes implicados cumplan las reglas y el factor sorpresa no se pierda.

Por las tablas de Madrid ya han pasado nombres como Ana Milán, Anabel Alonso, Edu Soto o Secun de la Rosa y Francesc Orellá ha sido otro de los valientes. La obra se puede ver todos los lunes en el Teatro Marquina de Madrid.

Francesc Orellá es conocido por su papel en la serie de televisión Merlí, en la que interpretaba a un profesor de filosofía que enseñaba a sus alumnos a ser críticos y a cuestionar con argumentos. A la popular serie nos evocan sus reflexiones sobre la palabrería vacía y la pérdida de dialéctica en la sociedad. Lleva años en la profesión y tiene experiencia en cine, televisión y teatro. Se declara fan de los retos y las sorpresas, por eso aceptó enfrentarse a la obra Conejo blanco, conejo rojo. Tras su representación, tuvo tiempo para hablar con Más de Cultura y contarnos cómo aceptó el reto y cuáles son su próximos proyectos.

¿Cómo te has sentido con el proyecto?

Muy bien. Muy intrigado al principio porque una de las gracias del espectáculo es que el espectador está descubriendo simultáneamente con el actor, al mismo tiempo, el texto.

¿Conocías el proyecto antes de que te propusiesen interpretarlo?

No lo conocía, por primera vez me llamaron y me preguntaron si quería representarlo. Me dijeron que era una obra que ya se había representado en varios países de Latinoamérica y Europa.

Por el formato y por el tipo de espectáculo que era tuve mucha curiosidad. A mí, que me gustan los retos y las sorpresas, pues me apunté. Un poco a ciegas, un poco kamikaze.

¿Qué nos puedes contar del mecanismo de la obra?

Recibes una serie de instrucciones, mínimas, sobre lo que te vas a encontrar y lo que tienes que hacer. Hay una presentación antes de que el actor salga, muy breve. Todo te lo encuentras a medida que lees el texto.

Tras haber hecho cine, televisión y teatro, ¿qué disfrutas más a día de hoy?

A día de hoy tengo la suerte de haber hecho muy recientemente trabajos en audiovisual. He hecho mucho teatro y el teatro se disfruta de una manera muy especial. Por supuesto el contacto directo con el público en un escenario y el tiempo que tiene un actor para trabajar un personaje y trabajar la obra es impagable. Pero trabajar para la cámara también lo es. Es otra cosa muy distinta, pero es muy fascinante también. Le estoy cogiendo mucho gusto.

Es cierto que en los últimos años he trabajado bastante más en audiovisual e intento seleccionar mucho más las propuestas de teatro que recibo. Me lo pienso más. Me importa mucho, no solamente la propuesta en sí, el texto y el personaje, sino con quién. Con qué personas voy a trabajar. Cada vez me importan más esto porque hay que hacer una función cada día. Debes sentirte muy a gusto y tienes que enamorarte del proyecto.

¿En qué proyectos estás trabajando?

Este año se estrenará la segunda temporada de la serie Días mejores. Una comedia con Blanca Portillo, Marta Hazas… Es una dramedia sobre una terapia de grupo, de duelo, que han perdido a la pareja y que son padres o madres y van a una terapia grupal. Gustó mucho y terminamos de rodar recientemente la segunda.

Un mediometraje que está pendiente de estreno con Clara Segura y una video artista catalana que ha dirigido ese medio, Ana Moreno. Es su primer corto con actores porque ella es video artista y ha hecho otro tipo de cosas.

¿Alguna recomendación de un trabajo artístico que te haya emocionado últimamente?

Siguiendo en mi terreno, en mi oficio, he visto un par de series muy distintas que me han gustado mucho. Una es El encargado, una serie argentina, con Guillermo Francella de protagonista. Está inmenso, él y todos los actores.

Y luego he visto Exterior noche que es una serie italiana sobre el secuestro y asesinato de Aldo Moro, el que fue presidente de la Democracia Cristina italiana en los setenta. Me gusta mucho el cine político. Fue un caso político muy sonado en su momento. Me ha encantado, hay unos actores brutales en esta serie.

La revista se llama Más de Cultura y no podemos acabar la charla sin hacerte la clásica pregunta, ¿más de cultura y menos de qué?

Más de cultura y menos de palabrería vacía. No solo de los políticos sino de ciertos periodistas, ciertos tertulianos, cierta gente que tiene la posibilidad de pillar un micro delante o una red social. Se habla mucho y se habla por hablar. Se echa mucha mierda en las redes sociales, en los medios de comunicación. Se pontifica y se enjuicia a la gente sin tener datos. Le sobra mucha palabra vacía, le sobra oratoria barata a los políticos que tenemos, que no dan la talla. Hay excepciones, por supuesto. Para no generalizar, me gustaría que la lucha política, la dialéctica, tuviera un poquito más de base, no eso platos que se lanzan los unos a los otros destructivamente. Mucha demagogia. De la política cada vez me molesta más la actitud de lo políticos.

La lucha política se ha convertido solo en ofender al contrario, en cargarse al contrario, y no proponer nada. Y ojo con la extrema derecha, alerta con lo que viene. Tenemos que ir con cuidado. Hay mucho trabajo por hacer, la cosa no se puede desmadrar.