Una fábula divertida y sorprendente sobre la convivencia entre culturas, es lo que ha preparado el colectivo teatral Eléctrico28 que ha titulado como FULL HOUSE. Será en el Teatro de La Abadía de Madrid, los dias 27 y 28, y en el Corral de Comedias de Alcalá de Henares, los días 29 y 30 de diciembre. 

Teatro físico, música en vivo y unos personajes sin rostro humano que, a través de la representación animal y sin texto, harán disfrutar a niños y mayores de lo que debería ser un gesto social en favor de la convivencia entre diferentes. De hecho, este vecindario particular creado para la ficción, surge realmente de un vecindario real. Nos lo cuenta Ana, miembro de este colectivo de artistas catalanes y austriacos que trabaja sus espectáculos con el objetivo de transformar el espacio público.

Escenarios naturales y de calle que dan lugar a muchas formas teatrales que abren las puertas a muchas maneras diferentes de ver y de vivir la vida. El humor y el amor son el motor principal de sus creaciones.

El elenco de FULL HOUSE lo componen Alina Stockinger, Jordi Solé Andrés, Josep Cosials y Ana Redi-Milatovic. Esta última, además de interpretar al personaje con cabeza de caballo, dirige y es la creadora de la dramaturgia. Nos atiende desde Austria para contarnos todos los detalles de esta propuesta escénica.

Vamos a hablar de convivencia entre los diferentes en un vecindario muy particular. Aunque es una fábula consumible por niños, imagino que la idea es que aquellos adultos que acudan conecten de igual modo con la historia.

Exacto. La verdad es que empezó como una estrategia de hacer un proyecto artístico que incluyera una obra de teatro. Aquí en Graz, en Austria, tenemos comunidades un poco complejas. Gente de distintos países, distintas culturas donde hay poca comunicación, porque cada cada cultura está un poco marginalizada y cada uno lo tiene difícil.

Ver al otro, a los demás. Eso crea problemas entre ellos, con asuntos, por ejemplo, como el reciclaje y el pago de éste. A veces es muy difícil para la gente que lleva estos edificios, comunicarse o hacerse entender. Por eso nos pidieron hacer un proyecto, desarrollarlo allí in situ.

En el camino, el objetivo era conocer a gente como nosotros e incluirles en nuestro trabajo artístico. De ahí surge el mostrar las cosas a través de los niños,  porque es el enchufe más fácil. A los niños les interesa. Tienen curiosidad. Podemos llegar a través de ellos a los adultos.

«Cuando la gente no se entiende se crea antipatía, a veces agresión o conflictos»

Al final, esto es una obra de teatro y después es una fiesta comunitaria, donde cada uno trae algo de su cultura, algo que le conviene para celebrar un poco y hacer algo juntos después del espectáculo. Algo que pueda permanecer ahí en el espacio. Por ejemplo, hicimos un graffitti enorme con los niños y ellos, super agradecidos.

Los animales, la música, reirse, hace que rompan su cotidianidad. A través de los niños conseguimos hablar con los padres, que se presentaran los unos a los otros.  El objetivo es dejar una buena onda de inclusión con todo el mundo.

¿Es difícil levantar este tipo de proyectos con un carácter más social?

Es que para estos proyectos se necesita mucho tiempo y económicamente tampoco es tan factible. No era un proyecto pagado y fue súper difícil para los que lo produjeron.

Fue casi imposible moverlo según la intención original. Al final, la obra habla exactamente de eso, de cómo la gente no se comunica cuando no se conoce. Cuando la gente no se entiende se crea antipatía, a veces agresión o conflictos.

Cuando existe algo que interrumpe en esa cotidianidad donde nadie ve a los demás, se te pone en foco, te da otra mirada, otro ángulo puede cambiar todo. Hemos intentado hacerlo sin mucha pedagogía, sin el dedo pedagógico. Hablar de este problema pero desde cualquier lugar. No solo en barrios difíciles o más, digamos, pobres, sino en realidad en cada clase, con cada tipo de gente.

«Elegimos animales porque son difíciles de asociarlos con algún tipo de persona o nacionalidad»

Yo vivo en un barrio bastante bueno y bonito, aquí, en Graz, en Austria súper tranquilo. Desde fuera, superficialmente, se aprecia como genial.  Pero, al final, tenemos los mismos problemas, la misma falta de comunicación.  Por eso no se trata de que la gente no tenga dinero. Son otras cosas, otras preocupaciones, miedos que tiene la gente siempre.

Tampoco tenemos la esperanza de que si alguien viene a ver la obra de repente le cambie la vida, pero sí que es verdad que a la gente que la ve les abre una sonrisa, crea una atmósfera amable y acogedora. Ya con esto hemos conseguido gran parte de lo que queríamos.

En tu caso interpretas también al caballo. ¿Cómo se construye un personaje tan gestual, sin rostro humano y sin diálogo?

Sí, es super complejo. Lo de utilizar animales además era muy importante porque precisamente no queríamos  decir que alguna cultura o alguna etnia es peor que la otra, porque todos llevamos estos mecanismos dentro.

Elegimos animales porque son difíciles de asociarlos con algún tipo de persona o nacionalidad concreta. En mi caso, el caballo es el personaje más loco,  no tan definido. Tuvimos muchos problemas y acabamos cambiado muchas cosas que hace el caballo, cosas que son las que provocan los problemas para los demás.

El perro, sin embargo, que es el gruñón, es súper fácil de identificar. El koala que ve en todo un hito y quiere cambiar todo el mundo para que sea todo de flores y de amor.

Pero en cada personaje también hay una parte del actor, algo nuestro. , En mi caso, también tengo ese lado super caótico, amable, pero, en mi caso, el no ser capaz de ver ni a la izquierda ni a la derecha. Siempre con buen humor, pero en mi camino, igual molestando a alguien sin verlo.

Como todos tenemos una base de clown, en eso se basaba el trabajo. En ver qué es lo que que hay como estereotipo en el mundo y qué es lo que podemos sacar cada uno de nosotros para luego crear un personaje.

¿Qué reacciones soléis provocar con más frecuencia en los niños? 

Normalmente con el personaje con el que más se ríen es con el perro gruñón. Su rabia y ansiedad es algo que para los niños es más divertido. Y eso cuando lo ves desde un punto adulto te das cuenta de que existe esa característica en ellos. El no preocuparse tanto por cosas tan pequeñas y no tener tanto estrés con uno mismo.

Luego otra cosa que les encanta es que les dejemos entrar luego en las casetas, las casas de los personajes. Ver las máscaras. A veces tienen un poco de miedo pero les interesa ver cómo es todo desde dentro, el mundo de cada personaje.

¿Qué es lo que más te motiva para la creación teatral?

Bueno, para mi siempre tiene poco interés el ponerme delante de la gente en los escenarios. Lo que mi me interesa y motiva es el espacio común. La gente en su día a día. Ver las cosas que no tenemos tan presente o que se pierden porque no hay tiempo.

También mi desarrollo del humor, porque para mí es clave. La cotidianidad de lo simple. Porque lo simple, si lo miras bien, puede ser tan complejo y tan importante. Viéndolo todo sin encasillarse.

Me encanta también llegar a la gente que no espera encontrar algo. Agradezco siempre al público que viene con intención, por supuesto, pero también encontrarte a alguien que, de repente, tiene ganas de parar lo que está haciendo para compatir un momento con nosotros. Para mí esto es como el regalo más grande, más importante de este trabajo.