Fotografías: David Ruiz. 

¿Qué harían si nada más comenzar la función el actor les dice que abandona? En tiempos de pandemia, ya lo hemos visto todo, pero forma parte del espectáculo en «Las uñas rojas» (Kendosan Producciones), la propuesta teatral escrita e interpretada por Emilio Gómez que se puede ver en el Teatro Lara de Madrid el 14 y 28 de febrero.

Con Emilio Gómez charlamos para Más de Cultura sobre los límites narrativos de la obra, los cambios que ha ido introduciendo en todo este tiempo y sus motivaciones actorales. Entre los papeles que más le gusta interpretar, los de los malvados.

Una apuesta arriesgada porque habéis experimentado con el cambio de narrativa.

Sí, la función arranca así. Un actor, que está interpretando una versión muy alternativa de Hamlet y nada más arrancar decide dejar la función y el teatro. Es una idea que le lleva rondando en la cabeza tiempo y en directo, delante de toda la gente, decide dejarlo todo, quitarse el vestuario y abandonar el teatro. La función arranca justamente así y jugamos con esa doble narrativa.

¿Has ido cambiando cosas en el monólogo al ir viendo cómo se recibe en cada función?

Mucho más que otras veces. Esta función, además de tener algo autobiográfico, la he escrito yo y por eso la tengo muy viva.

Hay días incluso en los que algunas cosas aparecen solas por pura intuición. Y me dicen: «¿Tú sabes qué has dicho en esta parte?». Algunas veces el texto te lo pide de forma clara.

La esencia de la función está íntegra pero se cambian muchas cosas. También porque el público funciona como otro personaje y depende de cómo venga el público a veces lo llevo más hacia un sitio o hacia otro.

Fotografía: David Ruiz.

Fotografía: David Ruiz.

Es el viaje por el recorrido de un actor, pero ¿Podría ser un viaje de cualquiera en una situación parecida?

Sí, porque hablo de la profesión de actor pero también hablo del otro lado. Hay un momento que, a modo de broma, el personaje dice que va a dejar la profesión y que lo que quiere es una vida gris y aburrida en una oficina trabajando ocho horas, pero con un sueldo y una estabilidad. Hacemos un chiste con esto.

Se habla desde los dos sitios. Es aplicable a cualquier profesión porque la de actor es vocacional, estamos muy expuestos y es muy visible pero es aplicable a cualquiera.

¿Serías capaz de ver la obra interpretada por otro actor? ¿Cambiaría mucho?

Sería toda una experiencia. Es más, sin hacer spoiler, al final de la obra aparece otro personaje que viene del Más Allá y supuestamente es el padre de Hamlet. Por una razón que no puedo contar lo hago con mi voz para que se pueda confundir con una paranoia mía.

Entonces, sería complejo pero sería muy divertido. Y saldría otra cosa porque yo me lo he llevado todo a un terreno muy personal para que la función esté muy viva.

¿Cuáles son los papeles con los que más disfrutas como actor?

Cuando no los he escrito yo, lo que más me gusta es hacer de malvado, de psicópata, personas con un fondo oscuro… todo ese tipo de cosas son muy disfrutables.

Disfruto mucho porque normalmente en la vida no te lo permites o no nos lo permiten. Hacer de bueno en la vida es fácil: ser educado lo hacemos más o menos todos. Pero asesinar a alguien, vengarse…todo eso en la vida cotidiana o no nos lo dejan hacer o no lo hacemos porque acabamos en la cárcel. Entonces, en el escenario es muy placentero hacer eso. Además, son los papeles con los que más se queda la gente.

En tiempos de hartazgo por la situación ¿Son necesarios textos como el de Las uñas rojas, que dan como un soplo de motivación?

Sí. Yo quería hacer algo muy honesto, visceral, irónico y divertido. Porque con la que tenemos encima, con lo difícil que es que vaya la gente al teatro, tiene que ser algo hecho desde el corazón y muy honesto. Está hecho muy desde la verdad.

Hay escenas fuertes para el espectador porque el tipo deja la función y propone al público que salga. La cosa se pone un poco tensa. Creo que estamos en época de comedia, no me imagino entrando a un teatro a ver un drama con la que tenemos encima.

Fotografía: David Ruiz.

Fotografía: David Ruiz.

¿Alguna reacción que te haya sorprendido?

Pasa lo típico de casi todas las funciones, que chistes que tú crees que son maravillosos hay días que no se ríe nadie y hay otros que no pensabas en ellos como chiste y se ríen.

Hay un chiste que hago sobre un actor que está triunfando mucho ahora y todo el mundo lo conoce y hay días que tenemos que parar la función porque está todo el mundo muerto de la risa. Además es un chiste agresivo que yo hago con el propio actor porque he trabajado muchas veces con él.

¿Más de Cultura y menos de qué?

Y menos telebasura. Es la evidente, pero es la que apetece contestar.