“Me veía obligdo a (…) arrancar el modesto y civilizado velo de buena conducta y de institucionalidad con que naturalmente nos gusta rodear nuestra vida y de revelar, el desnudo hecho de nuestro salvajismo, el hecho de que en última instancia, todo depende de la coerción física”. César Imperial. Rex Warner
“Pero, ¿Es qué hubo alguna vez que alguien llegase al poder por medios totalmente honestos?”. Memorias de Adriano. Marguerite Yourcenar
Para degustar un buen vino reserva o un potente queso curado hay que tener educado el paladar y te tienen que gustar los sabores fuertes.
Para hacer una ascensión a la montaña hay que haber hecho antes muchas otras rutas más suaves y saber coger ritmo de ascensión. Un ritmo constante que dosifica el esfuerzo y una cierta tolerancia al sufrimiento son necesarios para poder alcanzar la cumbre.
El puerto de los aromas no es una lectura fácil para todos los paladares ni para todos los lectores, no recurre a artimañas de intriga que dejan en suspenso la acción para hiperestimular así el afán de continuar del lector.
Es una novela sutil, de calidad y potente como un buen vino o un buen queso curado. Además es una novela que te engancha según la vas leyendo y requiere coger ritmo de lectura para poder terminarla, pero nada hay más gratificante que llegar a la cumbre de una montaña después del gran esfuerzo realizado.
Hong Kong significa “el puerto de los aromas” y esta novela cuenta, precisamente, la historia de esa ciudad a través de cuatro personajes muy diferentes y que se sitúan en épocas históricas distintas.
Habla de cómo, las diferentes guerras entre los grandes imperios del siglo XX, conformaron la historia de esta gran urbe hasta hacerla a día de hoy (aunque el libro se escribió en 2002), la ciudad más cara del planeta.
El puerto de los aromas
John Lanchester
Editorial Anagrama
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