¿Te imaginas poder recuperar sonidos milenarios? Abraham Cupeiro es músico, constructor y multiinstrumentista, conocido por recuperar instrumentos que se han perdido con el paso del tiempo. Natural de Galicia, construye diversos instrumentos, e interpreta con ellos desde su música hasta música de hoy día, y los mezcla con formaciones modernas.

En Más de Cultura hemos hablado con él para conocer un poco mejor su trabajo y trayectoria.

¿Cuándo empieza tu pasión por la música?

Empieza hace muchísimos años. Cuando era un niño, me montaba en el coche de mi padre y escuchaba todo tipo de música. Supongo que había algo de predisposición por mi parte. Entrar en ese coche y ver ese crisol de estilos fue lo que hizo que fuera un arte que desde el principio me llenó.

Después empecé en la banda de mi pueblo, en la banda municipal de Sarria. Ahí me enganché bastante y me daba muchas posibilidades. No solamente económicas, porque ganábamos algo de dinero cuando íbamos a tocar por ahí, si no que me permitía viajar, algo que para mí era bastante complicado en ese momento.

¿Cómo empiezas a interesarte por los instrumentos perdidos?

En Galicia no sabes muy bien donde está la barrera entre lo clásico y lo popular. Convivimos con instrumentos populares muy alternos. Al mismo tiempo, cuando estaba acabando la carrera y tenía que hacer el trabajo final, el proyecto se formó alrededor de la construcción de una trompeta del siglo XVIII. Yo quería una trompeta de esa época para hacer música desde un punto de vista historicista pero no tenía dinero para comprarla. Lo que hice fue fabricarla yo mismo y a partir de ahí se me abrieron muchos mundos. No solamente en la interpretación, sino que fui capaz de construir un instrumento con mis propias manos, lo que me permitía construir más en un futuro.

A día de hoy,  ¿cómo es el proceso? ¿Cuáles son los pasos que sigues a la hora de estudiar, buscar y descubrir nuevos instrumentos?

Podemos decir que el instrumento buque insignia de todos estos proyectos, el que más llama la atención, es el Karnyx, una trompeta celta de más de 3 metros de altura que construí yo mismo. Pero también hay un instrumento que fue encontrado en el monte por Carlos Tallón, vecino de Sarria, que es una corna.

Si no me equivoco, la corna es un instrumento ancestral en la tradición gallega pero que tu abuelo también tocaba. 

Cuando empecé a trabajar con estas cosas mi abuelo me contó que él también tocaba la corna de pequeño. La gente mayor tenía mucha vergüenza de sus cosas porque eran como «cosas de pobres». La identidad gallega vivió un momento muy duro, primero con la dictadura y después, incluso en los años ochenta.

Estos sonidos no envejecen mal, parece que son sonidos galácticos que vienen del más allá. Es una lanza que rompo por toda esa gente que escondió sus cosas por esos motivos. Mi abuelo me confirmó una realidad que existía de primera mano.

¿Existen partituras específicas para este tipo de instrumentos?

Yo a veces utilizo partituras y otras improviso. Escribo música para ellos como si fuese una partitura normal. En un partitura tu puedes escribir casi lo que quieras. Muchas veces existe la idea de que escribir las cosas y hacerlas tan académicas hacen que pierda creatividad pero son tonterías. Si dominas la escritura eres capaz de plasmar un porcentaje muy alto de información.

Tu último proyecto, Pangea, lo grabaste con la Royal Philharmonic de Londres en los estudios Abbey Road, ¿cómo fue la experiencia?

Espectacular. Los estudios Abbey Road se hicieron antiguamente para grabar música clásica, música de orquesta. Tocar con la Royal Philharmonic de Londres es como montarse en un avión, todo es diversión.

Aunque grabamos el disco en un día, son orquestas que están acostumbradas y tocan tan bien, que incluso la partitura, que era exigente para una orquesta, la resolvieron de forma magistral.

¿Cuál ha sido el momento más especial de tu carrera?

Muchas veces pensamos que las cosas cristalizan. A lo mejor ese concierto soñado que hice en sitios espectaculares no es tan disfrutable como puede ser estar en tu casa planeando la partitura, la composición, cómo voy a construir el instrumento… A veces la felicidad la encuentras en detalles que la gente no puede ver, que no son públicos. Yo disfruto todos los días de esta profesión tan maravillosa.

Pero sí podría decir un momento especial. La primera vez que toqué con la banda de mi pueblo. Tenía 11 años y los días anteriores no podía dormir. Empecé tocando los platillos por la calle y recuerdo una sensación de euforia y felicidad que nunca volví a tener.

¿Tienes algún instrumento favorito?

El Karmyx es un instrumento que nos abrió muchas puertas pero mi favorito es la corna que encontró Carlos Tallón. Es el único instrumento que no es mío. Es tan mágico que aun me parece sorprendente que lo tenga en mis manos y lo pueda tocar.

¿Alguna recomendación musical que debamos descubrir?

María Ruiz Santos, mi mujer. Es una persona que tanto te compone un tema como te lo arregla. Toca de maravilla y hace cosas increíbles a nivel creativo. Es un prodigio.

No podíamos acabar de otra forma, más de cultura y menos de qué.

Con el momento actual que vivimos, con toda la gente que está mintiendo todos los días para buscar el menor rédito político posible, ante todo este odio generalizado en la sociedad, más cultura, menos odio y, sobre todo, menos mediocridad.