Paskual es el nombre que se esconde detrás de Muerdo, uno de los nombres que más sobresale en la música de autor española. Han pasado ya diez años desde que Muerdo autoeditaba su primer disco y lo presentaba al gran público. Hoy, con una carrera musical a su espalda puede presumir de conservar la esencia que le caracteriza.

En Argentina le pilló la pandemia y fue allí donde creó el disco que hoy presenta, La sangre del mundo. Un trabajo que conserva la esencia de la música de autor, con sonidos del sur de Europa y del sur de América pero que experimenta también con ritmos electrónicos. El disco cuenta también con colaboraciones estelares como El niño de Elche, Perota Chingó, Chancha Vía Circuito y Lido Pimienta.

Entrevistamos a Muerdo para conocer de cerca su nuevo proyecto y hablar sobre el panorama actual de la música popular.

Presentas disco, La sangre del mundo. ¿Qué nos vamos a encontrar?

Es un disco que sigue la esencia del proyecto. Para quien no lo conozca, es un proyecto basado en la mezcla, en el mestizaje, en las músicas del mundo. En este caso hay una novedad, incorporamos por primera vez las sonoridades más electrónicas. Es un disco que hemos grabado en Argentina bajo la producción de Diego Pérez, que es una referencia en este tipo de música, la folktrónica.  Lo que hemos hecho es un acercamiento a ese género. Manteniendo la esencia nuestra, que es el mestizaje, y una esencia también de cierto compromiso social, con la realidad, con el contexto político, etc.

Tú música bebe mucho del folklore, ¿se está viviendo ahora una nueva ola dentro de la música popular?

Sí, yo creo que dentro de prácticamente todos los estilos está habiendo una recuperación de las formas populares. Lo vemos incluso en bandas muy mainstream o géneros muy urbanos como puede ser el propio C. Tangana. Creo que la música popular es el latido de los pueblos, es lo que respira la gente de a pie día a día. Está bueno que la música sea una expresión de eso.

Yo creo que en las diferentes vertientes de la música actual está habiendo una recuperación de lo popular, lo que me parece positivo.

¿Cómo ha sido el proceso de creación de este último disco?

Ha sido muy curioso, muy condicionado por el tema de la pandemia. Todo el disco ha sido grabado en confinamiento, de manera remota. Tanto con los músicos que han participado como con las colaboraciones locales, los instrumentistas… Ha sido un disco también particular porque porque por primera vez solo tenía que hacer eso. No tenía otros compromisos, no estaba de gira. Normalmente cuando un artista hace un disco está al mismo tiempo haciendo mil cosas, medios, compromisos, giras, viajes… En este caso he tenido la oportunidad de centrarme solamente en hacer el disco. Ha sido una tabla de salvación por una situación personal jodida, el virus, estar atrapado en Argentina en plena pandemia y todo lo que sabemos de este 2020.

¿En qué notas que ha cambiado el Muerdo de ahora con el que autoeditaba su primer disco por el 2011?

Yo creo que hay una esencia que ya estaba . Me sorprendo incluso escuchando maquetas anteriores a ese primer disco y digo, guau, todo lo que hay en mi música ahora ya estaba antes en esencia. Obviamente ha habido una evolución musical, una evolución técnica también.

La evolución musical ha estado muy condicionada por los viajes. Si bien yo siempre tuve interés por el folklore y por la música latinoamericana, obviamente el ir viajando y haciendo giras en otros países, ir empapándome más en la cultura iberoamericana, tanto a nivel idiosincrasia como a nivel sonoro, ha hecho que pueda ir profundizando.

Me imagino que han influido mucho también las colaboraciones, ¿podrías escoger alguna?

Sería un poco feo porque la mayoría son amigos. Cada una tiene una historia detrás, eso es lo bonito. Todas han surgido de manera muy natural, yo creo que de las 20 o las 25 colaboraciones que he hecho habrá solamente dos o tres sugeridas por la compañía. Todas son de amigos y todas tienen una historia bonita detrás y sería imposible quedarme con una.

Eduardo Aute fue la primera colaboración que hice en mi carrera y supuso un antes y un después. Fue un acto de generosidad muy grande por su parte, fue una relación muy entrañable.

¿Alguna soñada?

La verdad es que no. He hecho muchas colaboraciones en los últimos años. En este disco tenemos algunas colaboraciones pero eran muy concretas porque las precisaba la música, la canción. Hemos tirado de instrumentos vocales y de gente muy allegada pero no estoy con muchas ganas de colaborar. Estoy más solitario.

«A veces despersonalizamos a la industria y la industria es un montón de gente que ama la música»

La canción de autor siempre se ha entendido dentro de una esfera más de protesta. Al estar dentro de género, ¿el asociarte con nombres como Warner te pesa?

Es una falsa creencia lo de que la canción de autor trata más temas sociales. Te pones a analizar toda la discografía de Sabina, Serrat, Aute… y más del 80% de las canciones son de amor. Es una falsa creencia como lo es también demonizar a las compañías discográficas. Todos esos cantautores, incluso Victor Jara o Violeta Parra, estaban con multinacionales, es verdad que era otra época. Creo que nos olvidamos que tras las multinacionales hay gente que de verdad ama la música, que están en ese trabajo porque le gustan los artistas y las canciones. A veces despersonalizamos a la industria y la industria es un montón de gente que ama la música, capaz y capaz de darlo todo.

Como cantante y figura pública y por los últimos acontecimientos que estamos viviendo el torno al arte y a la libertad de expresión, ¿sientes responsabilidad al subirte al escenario?

Yo procuro no sentirme con ninguna responsabilidad cuando me subo al escenario y cuando compongo mucho menos. Sería autocensurarme y cortar mi libertad creativa. Tampoco creo que los artistas tengamos obligación de tener ninguna implicación social ni de reivindicar nada. Yo respeto al artista que hace música para la distracción, para la evasión, para el ocio… Por ejemplo, mucha música que escucho a diario o cuando me voy de fiesta con mis amigos no es música social .

No creo que uno tenga la obligación de mojarse socialmente pero para mí es admirable el que lo hace y el que lo hace con una coherencia a lo largo del tiempo. Sobre todo sin ser un vocero de algo más grande, sin ser un vocero de un partido político o de un movimiento que quiera controlar tu voz o utilizarte como herramienta. Me parece que los artistas tenemos que preservar nuestra libertad y desde esa libertad es desde donde podremos realmente poner nuestra mirada crítica sobre las cosas.

¿Qué haces cuando no compones?

Me gusta mucho ver cines, series, las artes plásticas, la ilustración, la pintura, la naturaleza. Me gusta estar con amigos, hacer barbacoas, paellas, lo que a todo el mundo.

¿Más de cultura y menos de qué?

Más de cultura y menos de política.