Fotografía: Arian Zwegers

Es el Día Mundial del Turismo y en un país como el nuestro, en el que parte del PIB viene de este menester, deberíamos tener algo que celebrar. Sin embargo, últimamente en ninguna parte del mundo son bienvenidos los turistas, aunque la paradoja sea que todos seamos turistas continuamente. Pero a uno solo le gusta el desorden cuando es su casa ¿no?

Pero hoy yo no aterrizo en este espacio de lectura para hablar de regiones comunes, sino para contarles lo que ocurre en un pequeño pueblo de Uzbekistán. Para quien, como a mí, le cueste situarlo en el mapa, añadir que es un país situado en Asia Central y que limita al sur con Afganistán. Allí, en Muynak, en el Mar de Aral hay actualmente más turistas que peces.

El Mar de Aral, situado entre Uzbekistán y Kazajistán fue en su época dorada un lugar de pescadores y de gran valor ambiental. Ahora, es uno de los cuatro lagos más grandes del mundo que se ha reducido a menos del 10% de su tamaño original. Esta situación ha sido calificada como uno de los mayores desastres medioambientales de la historia reciente.

La Unión Soviética intentó varios trasvases de agua en los años 60 para salvar los cultivos de la zona que empezaron a destruirse hace 30 años pero un temporal de tres días en mayo de 2018 cubrió de lodo la superficie de este mar dejando el cielo cubierto por un velo. El resultado, un paraje de arenilla salada donde pocos agricultores pudieron salvar sus cultivos. También es cierto que las pruebas armamentísticas de los países en conflicto que rodean al mar, los proyectos industriales y vertidos de residuos y fertilizantes del siglo XX lo han convertido en un paraje con un alto índice de contaminación.

Barcos en el mar de Aral ©Nick Hanes

Pero ahora, este lugar donde la sal marchitó las flores y donde en lugar de romper olas hay barcos atracados en la arena que se oxidan al sol, resulta ser una atracción turística. Selfies en el cementerio de barcos donde nunca hubo hoteles y ahora han construido tres. También hay un cibercafé y en septiembre tiene lugar uno de los festivales de música electrónica más atrayentes. Un festival en un mar que ahora está a 120 kilómetros de la costa.

El objetivo de los organizadores es «llenar el mar de Aral con un océano de sonidos». Para eso, se dan cita por primera vez en la región Dj’s de todas partes del mundo. En un país donde el nuevo Gobierno desde 2016 busca revertir la mala situación económica, este método de atraer turistas parece ser la principal alternativa.

Otro cementerio histórico en el que donde después de la devastación, ahora es un escenario para Instagram. Se suma así a lugares como Auschwitz o el monumento al Holocausto en Berlín. Lugares de luto en los que el público encuentra un escenario perfecto para sonreír para las redes sociales. Todos son catástrofes provocadas por el hombre pero en el caso del Mar de Aral, es irreversible. Ahora, al desierto de Uzbekistán solo le queda que la música y la gente, pueda salvarles.