«Leer no es matar el tiempo, es fecundarlo».
Mirada y pensamiento de Herminia Brumana, nacida en Argentina en 1897, maestra, periodista, escritora y activista por los derechos fundamentales. Defendiendo sobre todo los de la mujer y las clases desfavorecidas con las que convivía todos los días como maestra.
«Dadle libros a la juventud, libros que le hablen de verdad, de vigor, de virtud, de justicia, de amor, libros a la mujer, a esta muchos libros, libros para las multitudes, libros para luchar, para vivir y tantos libros dénsele a los pueblos que nunca se sacie el hombre de saber, y entonces así como Goethe, luz, más luz, los pueblos clamaran siempre libros más libros». Este fragmento forma parte del texto con el que ganó su primer premio literario, Herminia Brumana tenía entonces 15 años y acababa de graduarse como maestra.
Convencida de la labor de la pedagogía desde el punto de vista de la libertad y la justicia social, ella misma autopublicó libros, como Palabritas, para que leyeran sus pequeños alumnos que explicaban la necesidad de aprender para «mejorar el ser».
Desde luego, como no podía ser de otro modo, fundó una revista crítica, Pigüé, nombre del pueblo argentino donde vivió. A partir de distintos seudónimos trató diferentes temáticas: el sufragio, la necesidad de ideas innovadoras en la enseñanza, las problemáticas femeninas y criticó todo acontecimiento que consideraba injusto.
Por su libertad de pensamiento y acción fue criticada, perseguida y amenazada, pero Herminia Brumana no se dejó amedrentar, se mantuvo en pie y continuó. Su labor literaria y pedagógica la compaginó con viajes. En España conoció a Unamuno que la piropeó así: «Es usted tan guapa que podría perdonársele que no fuera tan inteligente. Pero es usted tan inteligente que podría personársele que no fuera tan guapa». No sabemos qué respondió ella, pero seguramente lo hizo y de modo brillante. Era de todos conocido que siempre tenía réplica.
La vida de pie editado por Libros de la Ballena presenta una selección de las mejores narraciones de esta magnífica e inconformista escritora, que incluso ponía en entredicho el pensamiento feminista de la época: «Las feministas piden libertad para la mujer. ¿A quién? Al hombre. Luego las feministas reconocen en el hombre un amo…».
¿Se lo van a perder?
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