Quienes estudiamos en los 80 en colegios públicos, supimos que el derecho al voto para las mujeres en España se consiguió en diciembre de 1931 y fue después en 1933, cuando se celebraron elecciones, y se hizo efectivo. Pero ningún profesor o profesora nos señaló quién fue quien lo luchó. Se hablaba del gobierno de la República en España, aunque con pocos datos y rápidamente nos hablaban de la Guerra Civil, se mencionaba por encima la dictadura de Franco y se abundaba muchísimo en la transición y la democracia.
Ese vistazo fugaz por uno de los episodios de nuestra historia tremendamente importante por todo lo que hemos vivido y arrastrado después, dejó fuera de nuestro conocimiento la labor de tantos/tantas intelectuales, políticos/as y pensadores/ras que lucharon sin tregua por las libertades y derechos de nuestro país. Ni qué decir tiene el poco conocimiento que tuvimos sobre el papel de las mujeres en aquellos años. Porque si se consiguió que las mujeres de nuestro país votaran en 1933, y eso nadie nos lo dijo, fue gracias a otra mujer: Clara Campoamor.
Y lo hizo enfrentándose a todos los que componían el Parlamento, con la izquierda en mayoría, en aquel 1931, incluida otra mujer: Victoria Kent. El «no» al derecho al voto para las mujeres estaba argumentado en el analfabetismo reinante y en las decisiones que tomaban manipuladas por el marido el padre o el pensamiento retrógrado de la Iglesia. La mujer era considerada por tanto sumisa, incluso «histérica» por tanto no tenía un dominio sobre sus propias decisiones y los diputados de izquierdas temían que el voto femenino fuera para la derecha.
Clara Campoamor abominó de esa visión de la mujer, defendiendo su dignidad, su derecho a equivocarse y su lucha por: “la equiparación de los derechos de la mujer con los del hombre, ni más ni menos”. En aquel 1931 remarcó en su discurso a la cámara: «No podéis construir una república democrática sin la mitad de la ciudadanía, no cometáis un error que no tendréis suficiente tiempo de llorar.»
Lo cierto es que finalmente la cámara aprobó su propuesta y en 1933 las mujeres pudieron votar por primera vez en España…aunque no la votaron a ella paradójicamente. El final de la historia de Clara Campoamor es un relato de exilio a Argentina y después Suiza, con el ánimo de acercarse y, en algún momento, volver a España. Su muerte en 1972 le impidió hacer realidad su deseo.
Lo que sí consiguió en Buenos Aires fue desarrollar su faceta literaria escribiendo desde 1943 a 1945 en la revista Chabela donde ávidos lectores argentinos la siguieron con pasión. Allí presentaba a los grandes poetas españoles desde Fray Luis de León a Manuel Machado, pasando por Bécquer, Góngora o Amado Nervo. Ahora «Del amor y otras pasiones» recopila aquellas publicaciones a partir de 29 artículos que Clara Campoamor escribió con tanta vehemencia como defendía en su tribuna del Parlamento su postura política. Sólo por eso merece la pena acercarse a esta obra, para seguir dignificando su figura tanto como ella dignificó al género femenino.
Del amor y otras pasiones
Clara Campoamor
Fundación Banco Santander.
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