Las viñetas en blanco y negro, de poco decoro, estilo cartoon y con un mensaje satírico y activista son el sello de identidad de Flavita Banana. En ellas refleja con un toque de humor ácido situaciones que van desde el desamor a la crítica política. Es una de las ilustradoras más famosas del panorama actual, colabora con medios como El País o Mongolia, ha publicado tres libros y cuenta más de medio millón de seguidores en Instagram.

Flavia Álvarez es quien se esconde detrás del personaje y en Más de cultura no hemos querido perder la oportunidad de hablar con ella para conocer a una de nuestras viñetistas favoritas.

¿Quién se esconde detrás de Flavita Banana?

Flavia. Parece una tontería pero el nombre es importante. Una niña de 32 años. Alguien muy tranqui que se pasa todo el día pensando en viñetas.

A la hora de crear una viñeta, ¿piensas primero en el mensaje o en el dibujo?

Normalmente en el mensaje porque al final es lo que más me importa. Hay algunas viñetas en las que solo sale un personaje diciendo una frase sin más contexto que eso porque prefiero que sea un mensaje potente. Hay otras que no tienen texto y es la imagen la que ya dice cosas pero eso es un milagro.

«Cada vez le doy más vueltas a lo que es el humor en sí»

Hace unos días publicaste una imagen en la que decías que si te dedicas al humor es porque piensas mucho y si piensas mucho te das cuenta de más cosas que la gente feliz. ¿Existe entonces una relación entre el humor y la tristeza?

Sí. Ambas son consecuencia de darle muchas vueltas a las cosas. Digamos que los monos y los humanos tienen un antecesor común, no venimos del mono sino que somos sus primos. Pues el humor y la tristeza son como los monos y los humanos y el antecesor común es pensar.

Yo tengo días en los que no paro quieta por otros motivos como la familia o una mudanza y son días en los que estoy super contenta. Voy a la cama y duermo muy bien porque no le he dado vueltas a la cabeza. Mi trabajo implica sentarse y mirar a la pared a darle vueltas a cómo funciona el mundo hasta que se te ocurra una idea. Por cojones estás triste y por cojones te ríes.

¿Y entre el humor y el amor?

Espero que la haya. Entre el humor, el amor y el desamor. Sobre todo espero que en el desamor. Evidentemente todos hemos pasado por eso y creo que es un tema que toco mucho porque le tocarás el nervio a todo el mundo. Si hablas de amor hay menos gente que actualmente esté enamorada comparándolo con todo el mundo que ha tenido un desamor  (o eso espero porque es importante haberlo vivido). Como las fases de la superación, primero estás fatal y te lo tienes que permitir, luego igual te cabreas, luego lo niegas, luego retomas un poco los pasos y finalmente es cuando te ríes. Yo lo que hago es rebuscar en relaciones pasadas o escuchar historias de amigas y sacar conclusiones del desamor.

 

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Te defines también como pensadora porque tu trabajo más allá de dibujar consiste en observar y reflexionar sobre lo que te rodea para poder plasmarlo en una viñeta. 

Claro. El resultado son dibujos pero el proceso es 90% pensar. Entonces creo que hay gente que es dibujante y que sus dibujos son bellos, expresivos, detallados y más trabajados. A mi la parte del dibujo me ocupa muy poco tiempo porque también los bocetos los voy descartando en la cabeza.

Tus viñetas juegan con el humor pero denuncian el machismo, la emergencia climática, la falta de cultura… ¿Cómo funciona esta simbiosis?

Uff. Ultimamente que me he metido más en política me he dado cuenta de que la definición de humor no me cuadra tanto. Cada vez le doy más vueltas a lo que es el humor en sí. A lo mejor el humor no es reírse como algunos dibujos que tengo que son puro humor absurdo. Hay otros que es más darle vueltas a las cosas y que el lector o lectora llegue a una conclusión por su lado. Es lo que está pasando ahora, que son temas más duros pero con un punto de ingenuidad, no sé como explicarlo.

«No he venido a liarla aunque pueda parecerlo»

Ser ilustradora que tira de sarcasmo en una época en la que la libertad de expresión de cuestiona, ¿se considera una profesión de riesgo?

En las redes. Fuera de las redes, en el trato con los periódicos o con las marcas que me contratan para trabajar no hay ningún problema, la gente lo entiende bien. Es más el trato con el consumidor directo. En las redes se ha eliminado la verticalidad, son absolutamente horizontales y todo el mundo tiene la oportunidad de poder opinar de lo que ve. De repente te enfrentas más a reacciones negativas. No diría de riesgo porque no he llegado a amenazas o cosas del estilo pero según el día que tenga, publico algo y no miro nada más porque sé que puede levantar ampollas a quien lo lea por encima y rápido.

¿Cómo se consigue a día de hoy vivir del arte?

Fue muy gradual. Yo trabajaba de otras cosas, antes de dar el salto a ser autónoma ahorré y antes de dejar mi trabajo pedí una excedencia de un año para ver. Hay que ser previsor. Tener un salvavidas por detrás, poder volver a un curro, tener unos buenos ahorros y saber que si no sale bien se puede arreglar.

Me doy cuenta de que mucha gente que empieza no está queriendo vivir de ello o ser dibujante. Están queriendo tener mucho éxito y no es lo mismo. Yo tengo colegas dibujantes que no son muy conocidos pero se ganan muy bien la vida. Están haciendo lo que les gusta y eso es lo importante. Lo que veo ahora con las redes es que importa más cuantos likes tienes o si te invitan a eventos.

Hablando de redes, tienes más de medio millón de seguidores en Instagram por lo que imagino que las ofertas de publicidad deben ser suculentas. ¿Por qué esa decisión de no colaborar con ninguna marca, incluso con las que te gustan?

Imagínate que eres una dibujante un poco activista y crítica con la sociedad y de repente te llega una oferta de una gran petrolera que te paga el combustible del coche durante un año a cambio de que hables de ellos favorablemente. Yo no creo que esto sea un momento de mi vida en el que estoy haciendo estos dibujos, es mi oficio, mi manera de ser. Pongo sobre la mesa un año de gasolina y lo que me queda de vida profesional sumado a la vergüenza de haber aceptado gasolina de una empresa que se dedica a destruir el mundo. Así con cada caso que se presenta. A veces las cifras son altísimas. Seis mil euros por hablar de un chorizo, los 6.000 euros en 3 meses te los has gastado pero el anuncio del chorizo sigue siendo tuyo toda la vida. Soy ambiciosa pero no avariciosa.

 

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¿Qué hace Flavia cuando no esta dibujando?

Duermo mucho, estoy con mis amigos tomando cerveza. La vida contemplativa como la llamo yo, soy como una jubilada de 32 años. Paseo, voy en bici, voy a yoga, me ocupo de las plantas y hago facturas, muchas facturas jaja.

¿Hay alguna viñeta de la que te hayas arrepentido? ¿Te has autocensurado alguna vez?

Ahora estoy más rodada e incluso antes de dibujarla, visualizo cuales van a ser los pros y los contras del público y si veo que es demasiado no lo hago. No he venido a liarla aunque pueda parecerlo. Así ya publicadas recuerdo que sí hubo una. En la época en la que Alicia Keys empezó a aparecer sin maquillaje yo hice una viñeta de dos mujeres en la que una le decía a la otra «te acuerdas cuando de lo que se hablaba era que Alicia Keys cantaba bien». Parecía que solo se hablaba del maquillaje. Al publicarla unas chicas me dijeron que ella misma quería que se hablase de ese tema porque era una campaña que estaba creando. Me di cuenta de que no me había informado suficiente. Yo pensaba que era una decisión de ella sin más y que todo el mundo hablaba de eso pero ella quería también que en los medios se hablara de ello. Yo no tenía razón y la quité.

¿Nos recomiendas algún otro ilustrador? 

Me gusta el trabajo de mucha gente pero hay bastante poca gente con quien comulgue realmente en el sentido de viñeta de periódico sarcástica y satírica. Hay un ilustrador argentino que se llama Podeti. Lo que hace es exactamente el tipo de salidas de tono que yo por desgracia no me pudo permitir. Yo esas viñetas las sigo haciendo en mi casa pero no las pongo en redes ni loca. Él todavía tiene su humor ácido y negro y espero que tarde mucho en que le llegue el bombazo de internet y le corte todo.

¿Por qué tomas la decisión de no compartir esas viñetas ácidas que tanto te gustan?

En los libros publicados está todo porque ahí no hay problema, es en redes. El primero al que se le pase algo por la cabeza lo puede decir y todo el mundo lo ve. En lugar de darle dos vueltas a la idea la gente se suma al carro. Eso a veces afecta. Por ejemplo, en Instagram me han censurado varios colgados porque decían que era apología al suicidio cuando más bien sería lo contrario, información para prevenirlo.

Y como siempre acabamos nuestras entrevistas, ¿más de cultura y menos de qué?

Más de cultura y menos peleas. Las peleas, las discusiones es una de las cosas que más detesto. Iros al teatro y parad ya de discutir.