Álex Montoya estrena Lucas, protagonizada por un chaval que acaba de perder a su padre y cuya vida se desmorona. Un día, en el colegio, le aborda Álvaro, que le ofrece dinero a cambio de fotos suyas que usa para crear perfiles falsos en redes sociales y así seducir a menores de edad.
La película inauguró la sección Zonazine Festival de Málaga logrando tres de sus galardones más importantes: la Biznaga de Plata a la Mejor Película Española en Zonazine, Mejor Interpretación Masculina y Premio del Público a Mejor Película. Montoya no es nuevo en el cine español, ha estrenando 14 cortometrajes, 2 largometrajes y ha logrando una nominación al Goya y una mención especial en Sundance. En MDC hablamos con él sobre su nueva película, un turbio y nada convencional thriller que llega este viernes a las salas.

¿Cómo nació la idea de Lucas, el corto, y más tarde el largo?

La idea del corto era ponerse en la mente del malo. Mi pregunta era: ¿si yo fuera un pedófilo, cómo contactaría con mis víctimas? Un poco como en Catfish, la serie de MTV. Era gente que contactaba por Internet, aunque eso ha perdido vigencia porque ahora Internet es más de imagen, de vídeo. Entonces encontraban a una persona que no era la persona que decía ser. Por eso pensé que el pederasta debería buscar a un chaval aislado, sin presencia en redes. Y le pediría todo el material que necesitara para hacerse pasar por él. Esa es la premisa y a partir de ahí dibujé al personaje de Lucas con su intrahistoria: la pérdida de su padre, un cole privado que su madre no puede pagar…

Parece un caso real, de los que se leen en las páginas de sucesos, pero es imaginado.

Sí. Luego he leído sobre historias similares. Me documenté bastante sobre los trastornos pedófilos, sobre pederastas, etc. Para no meter la pata.

¿Cómo levantas la película financieramente? No creo que fuese fácil, no es una peli fácil.

No tiene mucho dinero, tuvimos ayuda de la Comunidad Valenciana, que implicaba una compra de derechos por parte de À Punt, y luego entró Telespan con dinero. Pero nos quedamos cortos. Por suerte, TVE entró con la ayuda a películas no finalizadas y pudimos acabarla bien.

¿Cómo has dividido el trabajo de guion con Sergio Barrejón?

Barrejón estuvo en una parte primigenia del guion, yo escribí el corto y un tratamiento de 50 páginas con todo el largo y él escribió el guion del largo a partir de esas 50 páginas.

Pues era mucho tratamiento.

Sí, estaba muy avanzado ya. Le pagué el trabajo y después he estado reescribiendo yo. Barrejón nos dio ese empujón porque realmente yo no tenía tiempo.

Eres arquitecto, pero llevas 20 años estrenando cortos y haciendo efectos especiales, montaje, dirección de fotografía, arte, de actor, realizador… El cine es tu principal pasión, supongo.

Es lo que hago, no ejerzo de arquitecto. Desde los 15 años ya hacía cortos con la Video 8.

Es difícil enmarcar Lucas en un cine concreto. Es complicada de vender, turbia, intensa. ¿Tenías tus miedos en este sentido?

Bueno, pero ningún personaje es malo hasta el tuétano.

Cierto, hasta el personaje del novio chungo de la madre es, en cierta forma, un pobre desgraciado.

Un pobre hombre. Se lo dice Lucas: “Eres un patán”. Hay cosas que llamamos “monstruosas”, pero también gente funcional muy hija de puta rondando por el mundo. En Lucas el malo, malo es el único que termina mal.

Sin hacer spoiler, el final de Lucas es bastante abierto. ¿Estaba pensado así en el guion?

Hubo un cambio en el guion, como quince días antes de empezar a rodar. Teníamos una versión más cara, con una persecución por las acequias, cámara lenta, barro… Por eso me llevé el final al terreno de lo patético, lo costumbrista. Una pelea final con ese patetismo de las primeras pelis de los hermanos Coen.

Ya que hablas de los Coen, ¿qué otras referencias has manejado para Lucas?

En cuanto a fotografía, Fish Tank, de Andrea Arnold, es una referencia. Aunque ella improvisa mucho, graba mucho y con actores que no son profesionales. Intentaba llegar a esa frescura. También hay una película que no conoce mucha gente y tiene bastante que ver con la nuestra que es L.I.E. (Long Island Expressway), de Michael Cuesta.

 

Las escenas especialmente duras o desagradables están rodadas con distancia, alejamiento. No has querido ser desagradable.

Sí, porque a veces mostrar demasiado resulta cutre. Por ejemplo, para una escena clave teníamos una prótesis con pelos y todo, muy buena. Pero no la usamos, es mejor que se intuya.

La peli se llama Lucas pero también es importante Álvaro, el pederasta. Y los dos deben levantar una vida llena de arrepentimiento.

Álvaro es protagonista también, escribí toda su biografía. Se la di al actor, Jorge Cabrera, y es muy parecida a la de Humbert Humbert en Lolita, de Nabokov. Es un tipo de buena familia, en Soria, con un amor adolescente del que se quedó prendado y que sus padres forzaron a que se rompiera. Se separó de su familia, dio clases de arte en un instituto y ahí tuvo la relación, con una alumna, que le llevó a la cárcel. Y su madre le va pasando dinero para que tire adelante. El piso de Valencia, desmantelado, es un piso de la familia.

¿Al actor joven, Jorge Motos, también le diste una biografía?

Lucas no tiene mucho más: padre amable y cultivado que mete al hijo en un colegio privado, madre más cabeza loca pero que sienta la cabeza con el padre… Luego ella le echa la culpa al chaval de su desgracia, cae en una espiral de autodestrucción y acaba juntándose con el patán ya mencionado.

Jorge Motos está estupendo. ¿Cómo llegas a él?

No creo que viese nada de él. Ya tenía 19 años cuando hicimos la peli, pero tenía aspecto aniñado. Y sobre todo tenía mucha experiencia.

Sí, la verdad es que no ha parado a su edad. Ha hecho muchas series.

Claro, es lo que te comentaba de Andrea Arnold. Si tienes actores sin experiencia, necesitas mucho tiempo para ensayar y para rodar mucho. Motos es un profesional desde el primer momento, es muy bueno, tiene mucho talento.

¿Hubo improvisaciones?

No, no teníamos tiempo. Y lo bueno de que Jorge tuviese 19 es que no nos limitaba las horas de rodaje, los menores tienen unas horas a las que te tienes que ceñir. Pudimos explotarle a gusto (risas).

¿Cómo trabajaste la fotografía con Jon D. Domínguez, habitual de Nacho Vigalondo y de Borja Cobeaga?

Fenomenal porque a Jon lo conozco desde hace muchos años, hemos hecho cosas juntos, es rápido, efectivo y tiene un ojo de la hostia. Jon es fantástico.

Acabo con los proyectos. ¿En qué estás ahora?

Estoy reescribiendo La casa, la adaptación al cine de la novela gráfica de Paco Roca. La tenemos medio financiada y queremos rodarla sin tardar mucho. Un proyecto difícil, como todos.

¿Cada vez es más difícil levantar proyectos?

Yo lo veo bien. La gente consume cada vez más contenido, hay que buscar la manera de conseguir el dinero. Es verdad que es un mundo muy opaco, si no estás metido en el mundillo no sabes muy bien a quién acudir. Yo llevo años y no sé muy bien con quién tengo que hablar. Pero sí que hay ventanas.

Mucha suerte con la peli.

Gracias, Iván.