El largometraje Lucas, de Álex Montoya, nace de un cortometraje nominado en los Premios Goya de 2013 y triunfador en festivales como el Cinema Jove, Alcalá de Henares, Medina del Campo y Málaga. La obra, de 28 minutos, casi un mediometraje, estaba escrita por Montoya y Sergio Barrejón y fue respaldada por profesionales como Luis Callejo en el reparto y Fernando Velázquez en la banda sonora.

En su salto al largometraje volvemos a los mismos personajes y una trama principal que se enriquece con más matices y nuevos derroteros narrativos. En Lucas, el largo, el joven del título acaba de perder a su padre y todo a su alrededor se desmorona. Su madre, alcoholizada y autodestructiva, no acepta el duelo y a Lucas, cojo tras un accidente, le cuesta socializar en el colegio, lugar en el que Álvaro le saca unas fotografía sin permiso. Poco tardará en ofrecerle un dinero que necesita a cambio de inocentes fotos.

En un principio, Álvaro parece un hombre gay que busca caras y cuerpos de muchachos, pero en realidad las quiere usar para crear perfiles falsos en redes sociales y hablar con chicas muy jóvenes. Lucas no puede evitar pensar que lo que le ofrece es muy turbio, pero necesita el dinero y lo acepta. A partir de aquí la película no deja de sorprender con nuevas revelaciones, siempre bastante turbias, que hacen que mantengas el interés en ella hasta el desenlace final.

En Lucas hay cine y un cineasta detrás, no un mercenario de la imagen que busca ese cine fácil y blanco que tenemos que soportar en España y que tanto gusta a ciertos productores y cadenas televisivas. Álex Montoya lleva 20 años estrenando cortometrajes y desarrollándose como cineasta, desde los quince años, en efectos especiales, montaje, director de fotografía, de arte, como actor y como realizador. También fue coproductor de Stokholm, debut de Rodrigo Sorogoyen.

Tras 14 cortometrajes, su nominación a los Goya y una mención especial en Sundance, Montoya ha empezado a rodar largometrajes. El primero fue una comedia titulada Asamblea, estrenada en Filmin durante la primera ola de la pandemia y que además llegó a ser el estreno español más visto en la plataforma.

Ahora Lucas, que inauguró la sección Zonazine del Festival de Málaga, ha logrado tres de los galardones más importantes a los que optaba en su sección: la Biznaga de Plata a la Mejor Película Española en Zonazine, Mejor Interpretación Masculina para Jorge Motos y Premio del Público a Mejor Película. A su buena acogida en el Festival de Cine de Málaga se une el reconocimiento en el Festival de Cine de Alicante, donde se hizo con los galardones a Mejor Actor y Mejor Fotografía.

Para Lucas Álex Montoya y Sergio Barrejón han confeccionado un original guion que es complicado para una crítica de cine ya que contiene giros narrativos que no se pueden desvelar para no hacer spoilers. Vean la película y descubran las sorpresas que le deparan, nada efectistas ni tramposas, aunque sí es cierto que siempre en el límite de pasarse en exceso de sordidez.

Pero no se pasa, las escenas especialmente duras y desagradables están rodadas con distancia y gusto. Y son realistas. Si este thriller estuviese inspirado en un hecho real acaecido en Valencia y La Albufera, uno de esos oscuros sucesos que cotidianamente vemos en la televisión o leemos en la páginas de sucesos, nos lo creeríamos.

En este segundo largo de Montoya sus dos protagonistas, Álvaro y Lucas, parece que tienen poco que ver y que su relación se basa solo en el dinero, en el intercambio de un servicio a cambio de una recompensa económica. Pero todo cambia cuando descubrimos que los dos tienen bastante más en común de lo que creen ellos y creemos los espectadores. Porque los dos deben levantar, desde los escombros, una vida, los dos deben superar el arrepentimiento más espantoso. Y los dos tienen heridas físicas, pero sobre todo mentales, de espíritu y de corazón. Y por eso la construcción de personajes de Lucas satisface.

A su competente guion se suma el buen trabajo en la dirección de actores. Destaca entre todos ellos el Joven Jorge Motos, ya habituado a los rodajes gracias a series como Cuéntame cómo pasó. Motos es muy buen actor y además intuitivo. También destaca Jordi Aguilar, actor en El bar y en series como La que se avecina o Matadero y que defiende muy bien un personaje bastante chungo.

En el apartado visual destacan las buenas localizaciones y la belleza de La Albufera, muy bien tratada por la fotografía de Jon D. Domínguez, productor del corto Lucas y director de fotografía habitual de Nacho Vigalondo y de Borja Cobeaga.

Lucas, con personajes nada amables y que busca comprender en vez de juzgar, es un film coming of age (chaval que dejar de ser un niño) que huye de los clichés y de lo ya visto y trillado. Vamos, que el afilado, seco y duro thriller de Montoya no tiene nada que ver con los bodrios con jovencitos de Fernando González Molina (Paraíso, Tres metros sobre el cielo) o los empalagosos guiones de Albert Espinosa (Pulseras rojas, Los espabilados). Es cine, vamos.

Innovar en el thriller es muy complicado y Lucas lo consigue, con ideas nuevas y sorpresas narrativas que convencen, son creíbles. Aunque también es cierto que el film no puede evitar un recurso narrativo que es, quizás, demasiado canónico: los dos protagonistas esconden un trauma que revelan verbalmente en el acto final. Sin ser forzado, resulta algo previsible.

Aun así, Lucas es un film nuevo y arriesgado, nada que ver con el cine timorato y vulgar que sufrimos en España. Por eso tras ver Lucas la masticas, la piensas. Y te queda una extraña sensación, la de haber visto una película diferente. Experimentar algo así hoy es algo tan insólito como digo de celebrar.