Lolita Flores, un descubrimiento.

Cuando uno es agente de prensa nunca sabe con quién va a trabajar la semana siguiente. Esta variable hace de esta profesión, una bonita aventura, si te lo tomas así, o un susto constante si te lo tomas de otra manera. Sea como sea, a lo que uno debe estar dispuesto es a lidiar con lo que toque y lo que finalmente acumulas son anécdotas muy variadas, que a veces sirven para animar una charleta.

Cuando supimos que trabajaríamos con Lolita Flores por su papel protagonista en Rencor de Miguel Albaladejo se nos quedó el cuerpo como raro… ¿Qué nos esperaba? Sólo la conocíamos por la hemeroteca de la prensa rosa y lo único que teníamos claro era cómo presentarla ante la prensa: La vuelta de Lolita Flores al cine. Aun partiendo de ese concepto tan escueto sonaba algo folklórico, la fuerza de la leyenda de los Flores nos asustaba sin remedio.

Sin embargo, reunirnos con Lolita, su representante Chirro y amarles fue todo uno. Simpáticos, cariñosos, dispuestos a trabajar con ahínco… Todo respondía a las ganas eternas de Lolita de ser entrevistada por su trabajo y no por otra cosa.

Pero con lo que no contábamos era con que un elemento más se añadía al atractivo de la promoción de esta película: Lolita quería que los periodistas la entrevistaran en su casa, «el templo de La Faraona» o el domicilio comúnmente llamado El Lerele. Sí, señores, como lo oyen. Desde entonces puedo decir esa mítica frase: «Yo estuve allí». Nunca sabré, ni preguntaré jamás, si la prensa quiso entrevistar en tropel a Lolita por su vuelta al cine o por conocer El Lerele, pero el listado de peticiones de entrevista no tenía fin.

A día de hoy sólo me quedan impresiones de aquella preciosa casa y todo lo que contenía. Un cuadro pop de Lola Flores, cuyo autor podría ser perfectamente Antonio de Felipe, aunque no lo sé, resumía muy bien la esencia del Lerele: luminoso, lleno de color y alegría…Su puerta de entrada se abría constantemente para dar paso a Rosario, a los Ketama, a las «tatas» que cuidaban de la olla que cocía en la cocina y de paso contaban con una revista en la mano qué habían dicho esta vez del clan Flores. Lolita nos guiaba por la casa con la generosa camaradería de quien ofrece su hogar a sus amigos, mientras periodistas, cámaras y yo misma abríamos los ojos como platos.

El trabajo de prensa con Lolita fue como la seda, aun con las inevitables preguntas sobre su vida personal, aun sin poder caminar por la calle a cierto ritmo porque todo el mundo la paraba, preguntaba, besaba… su desparpajo para resolver estas cuestiones y que el otro quedara entusiasmado con su respuesta me dejaba muda.

Antes de entrar en rueda de prensa o de empezar una entrevista se sacudía su bonito pelazo y decía: «Así, con melena de brujería» y comenzaba su retahíla sin bajar su sonrisa ni una vez.

Lolita nos metió a todos en el bolsillo, así que cuando consiguió el Goya a actriz revelación por esta película, aplaudimos y nos emocionamos como ella. Ya lo dijo, y muy bien, Elvira Lindo en el título de la entrevista que le hizo en aquella ocasión, en su jardín del Lerele: Lolita, un descubrimiento.