Fotografía: Manolo Pavón

Tras 6 años en silencio, el cineasta Daniel Sánchez Arévalo vuelve con Diecisiete. Mantiene la esencia del cine que le caracteriza: relaciones familiares convulsas que terminan por darle una lección a los personajes y al espectador.

En Diecisiete, Héctor tiene 17 años y por una mala decisión acaba en un centro de menores. Sus problemas para relacionarse amainan un poco cuando en el propio centro comienza a participar en una terapia para perros, su vínculo especial con una perra le llevará a emprender un viaje que le cambiará la vida.

Nos tomamos un rato para hablar con él de sus procesos a la hora de crear, sus inquietudes y los motivos que le llevaron a volver al cine a través de una plataforma como Netflix. Entre pregunta y pregunta, una de sus tres perras se cuela en la entrevista, como si sintiese que se le está dando más protagonismo a la de la película… Algo nos dice que cuando comenta que prefiere escribir sobre la vida, con base en la experiencia, se refiere a esto.

 

 

En tus películas el conflicto muchas veces tiene que ver con las relaciones familiares ¿son años de aprendizaje?

Yo por suerte tengo una familia que nos llevamos muy bien. Estamos muy bien avenidos y nos queremos mucho. Pero es verdad que yo solo me siento legitimado a hablar de las cosas que me son cercanas. Que me rodean. Que veo o siento.

Desde que empecé a contar historias también hay algo de lo que tiene que ver con nuestro universo. Ese perímetro que hay alrededor de cada ser humano por el cual todo te afecta muchísimo más. Todo lo vives de la manera más intensa. Todo de afecta más o te hace más ilusión.

«hice mucha investigación con psicólogos y educadores sobre el TEA, Transtorno de Espectro Autista, Asperger…»

El epicentro de esto es la familia. Siempre hay en mí una necesidad de ahondar y plantearme unidades familiares muy des estructuradas. Con los roles muy cambiados. Y poco a poco intentar ir encontrando la manera de tender puentes. Rearmar y re configurar.

En la película hay un momento en el que Héctor está reconstruyendo un código penal que le han destrozado sus compañeros. Es un poco lo que intento hacer yo. Coger el celo y volver a pegar todos los trocitos de vida de los personajes.

A Biel Montoro, siempre le hemos visto en comedia pero este personaje tiene muchos prismas, ¿Cómo has trabajado con él?

Yo no le conocía previamente. Fue por proceso de casting. Para mí ha sido muy importante trabajar con Biel y con Nacho Sánchez. Quería volver a trabajar con actores que estuvieran en sus primeras películas.

Para mi era importante recuperar sensaciones muy parecidas a las que había tenido en «Azul oscuro casi negro«, cuando le das un vehículo a Antonio de la Torre, Raúl Arévalo y Quim Gutiérrez para que que exploten su talento y lo muestren al mundo.

Estos dos chavales que ahora mismo para la gente son desconocidos, estoy seguro que dentro de unos años van a ser actores muy importantes de nuestro panorama.

«todo lo que yo vea es susceptible de acabar en una película. Es fundamental la observación»

En el caso del personaje de Héctor el trabajo con Biel fue muy interesante. Hice mucho trabajo previo porque quería hablar de estos chavales que tú les ves y notas que les pasa algo, la gente los califica de raros o freaks, sufren exclusión social, se encierran en sí mismos y nadie se preocupa por intentar diagnosticarlos. Por no darse cuenta de que quizá necesitan cierto apoyo terapéutico o psicológico para poder estar más integrados en la sociedad.

Por eso hice mucha investigación con psicólogos, con educadores. Sobre el TEA, Transtorno de Espectro Autista. Asperger… y el propio Biel hizo también mucho trabajo de campo. Se fue de campamento con grupos.

Pero luego para entender que cada chaval es un mundo y hacer algo que estuviera pegado a la realidad. Que tuviera mucha verdad y no fuera algo que hubiéramos visto en una película o leído, algo que existe. Que está en la vida y no mencionarlo. Yo quería poner el acento en la cantidad de chavales que no tienen ese tipo de apoyo psicológico.

Cuando estás pensando en nuevas historias, ¿observas a la gente?

Siempre le digo a todo el mundo que todo lo que yo vea es susceptible de acabar en una película, una novela o cualquier cosa que escriba. Creo que para mí es fundamental la observación. Hace 6 años de mi última peli y la gente me ha preguntado que qué he estado haciendo.

«prefiero que las referencias que primen en mis películas tengan que ver con la vida, no con algo que hayan visto en una película o leído en un libro»

Yo les digo: «mira, he hecho muchísimas cosas pero sobretodo he hecho una cosa fundamental: vivir». Para contar cosas te tienen que pasar cosas. Ese vivir para mí tiene que ver con re conectarte con la vida, con la gente. Para mí es estar en contacto con la calle.

Hay un momento en el que un cineasta empieza a ser conocido corres el peligro de que en vez de observar te sientas observado. En ese observar y ese poder colarte en la vida de la gente sin que se de cuenta. Yo soy muy preguntón, muy observador y creo que ahí hay mucho caldo de cultivo de lo que luego acaba ocurriendo y viéndose reflejado en mis pelis. Para mí es fundamental.

Porque a mi tampoco me gusta ser un director referencial. Es decir, que juzga que el cine es el arte que más nos ha influido a todos y del que todos estamos tirando. Yo prefiero que las referencias que primen en mis películas tengan que ver más con la vida, con la experiencia, con la calle, no con algo que hayan visto en una película o leído en un libro.

Me interesa mucho la conversación inicial sobre el bien y el mal, sobretodo en estos tiempos en los que nada está permitido…

Sí, sí, ahora es que también vivimos en unos momentos en los que te da miedo hacer cualquier cosa o las normas por las que se rige lo que uno espera de ti, lo que puedes decir o no, lo que puedes hacer…

«el foco se ha centrado en nosotros, en los que tienen historias. Y nos han dado el poder»

Es verdad que aquí estamos ante un personaje que tiene su propio código moral y lo que él piensa que está bien o está mal versus su hermano mayor que es como la voz de la conciencia. Ejerce una figura de padre pero asume una responsabilidad que no le corresponde. Uno se compensa con el otro y las cosas se van cambiando poco a poco delante de la película.

Para alguien que acumula grandes estrenos  ¿Cómo es trabajar con una plataforma como Netflix?

Ha sido una experiencia muy satisfactoria. Por dos cosas fundamentales: a nivel creativo por darme libertad absoluta de que no haya habido ningún tipo de injerencia. Desde el principio me dijeron: «nos gusta mucho tu manera de contar historias y de ver el mundo y lo único que queremos es preservar tu mirada».

Hasta el punto de que me dejaron hacer un casting de caras desconocidas. Tenía mucho miedo de que pudieran pedirme alguien que pudiera vender la película y en absoluto.

Y luego también a nivel financiero y económico. Entendieron que una película pequeña de espíritu como es esta, no es necesariamente barata. Rodar 8 semanas en Cantabria, en exteriores, con un equipo de 60 personas cuesta un dinero. Y nunca lo cuestionaron tampoco.

Creo que la llegada de las plataformas para todos los que somos guionistas o creadores es una bendición. No solo por la cantidad de trabajo que hay, sino porque yo he notado que ha habido un cambio. Que el foco se ha centrado en nosotros, en los que tienen historias. Y nos han dado el poder.

Es algo que siempre hemos oído que ocurre en Hollywood, el poder que tienen los showrunners, los creadores, el espacio que les dan, incluso los contratos que se firman. Y de repente vemos que eso se está empezando a hacer aquí. Ellos han venido a mí o a colegas míos cineastas que trabajan en televisión. Vienen a captar talento y eso es muy positivo para todos nosotros.