Corren tiempos muy duros para los que hacen cine. El cine oficial habitual sigue más o menos intacto, aunque con algunas bajas, y solo unos pocos osados y locos siguen peleando, escribiendo y rodando a pesar de todas las calamidades. Aunque sea con poco presupuesto, una sola localización y un equipo muy reducido.

El primer largometraje con el estado de alarma de fondo fue la comedia, de Norberto Ramos del Val, ¡Ni te me acerques!, en cuyo guion tuve el honor de participar. Ahora nos llega un nuevo largometraje, una buena mezcla de drama, thriller y terror con el confinamiento de fondo. Se llama Ego y lo dirige, de forma brillante para los pocos medios con los que contó, Alfonso Cortés-Cavanillas, realizador que hace casi diez años se estrenó en el largometraje con Los días no vividos, una historia que se asemeja a Ego en que de fondo nos muestra un apocalipsis y tuvo muy poco presupuesto para rodarla.

Tras este debut, Cortés-Cavanillas se pasó al documental con Deconstruyendo a Dani García, Jon & Joe: In the Name of Satan y a la televisión con las series Otros mundos y ETA, el final del silencio. Después de su segundo largo, un western llamado Sordo (Premio Especial en los Feroz), nos trae Ego, película que te mantiene atento a la pantalla sus 93 trabajados minutos.

Ego está protagonizada por Paloma, una chica de 19 años que acude a una red de citas con personas de su mismo sexo durante el confinamiento provocado por la crisis del COVID. Poco a poco empieza a perder la cabeza cuando una muchacha exactamente igual a ella, su doble exacto, aparece en esta web de contactos. Su oscura intención es suplantarla. A partir de ese momento, con una madre preocupada por sus supuestos delirios y con la única ayuda de su amigo Jorge, su prioridad absoluta será encontrarla a esa extraña suplantadora.

Lo primero que engancha de Ego es María Pedraza, una gran actriz que a pesar de su juventud ya se ha curtido en cine y televisión y forma parte del mundillo de la moda y el cotilleo redsocialesco español. De estas cosas, que no me interesan lo más mínimo, me tengo que enterar por Google. En fin, que Pedraza es una celebridad, es lo que tiene aparecer en series como Élite o La casa de papel. Lejos de estos comerciales y juveniles formatos, Ego está en otra liga, más seria, más honesta. Es una película de presupuesto mínimo, pero con las hechuras de un buen thriller.

En Ego hay un estupendo y muy entretenido guion de Jorge Navarro de Lemus que recuerda a los juegos de dobles personalidades de Brian de Palma o de Iván Zulueta y, por supuesto, a Roman Polanski en la fundamental pregunta que se hace el espectador: ¿que hay de real y qué de paranoia de la protagonista en lo que estamos viendo? ¿Qué partes forman parte de un trastorno?

La mayor virtud del guion de Navarro de Lemus no es que haya trenzado bien cada giro y haya construido de forma eficiente el personaje de la pobre Paloma. Además, pasa del thriller al terror y hasta al drama social de una forma aparentemente sencilla y eficiente. Y todo articulado con un leit motiv musical y narrativo muy famoso: el tema Girls Just Wanna Have Fun, que compuso Robert Hazard y que Cyndi Lauper hizo mundialmente famoso. Sin duda, y gracias al guion, los productores han rentabilizado los derechos que hayan pagado por ella.

María Pedraza en Ego (2021)

Dentro de una inteligente carcasa de thriller con giros y sustos bien condimentados y ligados, Ego habla de una enfermedad, palabra que, como dice un diálogo, es preferible a la palabra locura. En el fondo, no hay nada más aterrador y aciago que una madre, pareja o amigo que no sabe qué hacer ante el desmoronamiento mental de la persona cercana, amada. El plano final de Ego, que no desvelaré, parece un símbolo de las personas que sufren y son arrasadas, mensajes de socorro, señales. No podemos hacer spoilers, vayan a verla.

Lo peor: un truco con un espejo.

Lo mejor: María Pedraza.

En resumen: buen cine indie español, y de género, que en su estreno tendrá que competir con la nueva de Cazafantasmas, la nueva de Spider-Man y las nuevas comedietas familiares de Antena 3. Ésas sí que dan miedo.