Tengo la sensación de haberme golpeado en la cabeza y haberme despertado en otra época. Es el Día Mundial de la Televisión y mientras en una parte del mundo La Casa de Papel se convierte en la primera serie de televisión española en ganar un Emmy, en otra, La vida Moderna es el mejor programa de radio 2018. ¿Será que las series son el hermano aventajado del mundo audiovisual? ¿será que siempre se entienden mejor las cosas desde fuera?

Solo lo había logrado antes Polseres vermelles (Pulseras rojas), la serie de Albert Espinosa se llevó el Emmy Kids International en la categoría de mejor serie.

Un Olimpo que ha visitado por primera vez la serie de Atresmedia, ahora de Netflix, como si la Gallina de los huevos de Oro tuviera que ser comprada por «el enemigo» para sacarle rentabilidad.

Algo muy nuestro, lo de desprestigiar lo bueno y venderlo al extranjero para que haga maravillas con él. Es el caso de Paquita Salas, que en su segunda temporada parece haberse convertido en un product placement de estrellas casposas de la televisión. Es una crítica, eso sí. Y aún a riesgo de que algún fanático esté leyendo estas líneas, con plataformas digitales proliferando como la pólvora yo me pregunto: ¿no había otro proyecto televisivo que mereciese el galardón este año? Me refiero a los tiempos en los que series como Les Coses Grans podían hacerse un hueco.

Y debe ser, verdaderamente, que me he golpeado la cabeza y lo que se llama radio no es la radio que yo conocía. Como La vida moderna que prioriza la cámara al audio y que en lugar de «hilar fino» banaliza el lenguaje y lo llama humor negro. O que la «mejor actualidad» se basa en programas que llevan grabados hace meses y que tratan temas monográficos como en Radio Gaga. Espectacularmente realizados, eso sí, no se lo vamos a negar.

Pero no hemos ganado un Emmy por modernidad. Sino por romper los moldes, por conseguir hacer una serie española rompiendo los clichés de nuestra ficción. Fíjense, si no se han percatado aún, cómo las dos actrices galardonadas con el Ondas 2018 se reparten el premio por interpretar de manera sublime papeles de sufridoras y ellos se llevan uno cada uno por ejercer su mejor versión de un «buscavidas».

Pero bueno, no se alarmen, tampoco hay que olvidar que otros años los Premios Ondas le otorgaban el reconocimiento al presentador de Sálvame o Aquí hay tomate. En eso, si hemos mejorado.