El próximo 2 de septiembre llega a los cines El Radioaficionado, una película dirigida por Iker Elorrieta y protagonizada por Falco Cabo y Usue Álvarez. La película, primera ficción en España que da visibilidad al autismo en una persona adulta, retrata una historia de búsqueda y amistad entre Nikolas y Anne.

Hablamos con Iker Elorrieta sobre el proyecto, que llega a las salas tras pasar por festivales como San Sebastián o Tallin, para conocer un poco mejor qué hay detrás de El Radioaficionado.

¿Cómo surge la idea de la película?

El verdadero germen de la historia es un sentimiento muy personal, que me estuvo rondando la cabeza tras la muerte de mi padre hace muchos años. Es algo que no se ve a primera vista, que está encriptado a lo largo de la película y que tuve muy en cuenta en todo momento mientras escribía y la rodábamos.

También he visto crecer al hijo de unos amigos que está dentro del espectro y ahora tiene 19 años. Una de las cosas que siempre ha preocupado a su madre es qué pasaría con su hijo si a ella le pasase algo, quién podría comprenderle realmente si ella no está. Fui conociendo a más familias relacionadas con el TEA y en muchos casos era una preocupación común. Así que empecé a escribir partiendo de estas dos ideas y mezclándolas entre sí.

Empezaste en el mundo de la publicidad y dirigiste el documental I forgot myself somewhere. ¿Cómo ha sido el salto a la ficción?

La ficción siempre ha sido lo que he querido hacer, pero requiere de muchos recursos, apoyo y dinero para poder hacerla. Siempre supe que no iba a recibir apoyo en mi primer proyecto de ficción (aunque lo intenté), así que durante estos años me he centrado en adquirir conocimiento para sacar mi primer proyecto de ficción y producirlo yo mismo junto a mi socio. Grabar documentales me ha ayudado mucho para poder ser ágil en un rodaje, algo que que sabía que iba a ser muy importante para este proyecto.

También hubo un momento después de hacer I forgot myself somewhere que pensé que merecía la pena centrarse en hacer proyectos que tuviesen más relevancia que la publicidad. Aunque he aprendido mucho realizando anuncios y sigo haciéndolo, no dejan de ser encargos pensados por otras personas, y personalmente prefiero escribir sobre temas que cuenten algo que me inquieta o me apasiona.

¿Cómo has trabajado la dirección de actores?

Con cada uno de ellos ha sido un proceso diferente. Con Falco trabajamos mucho el lenguaje corporal y con Usue las miradas y la modulación de la voz. Pero en general hemos hablado mucho de dónde viene cada uno de los personajes y como se sienten, pensaba que eso era mucho más importante que decir cuatro frases escritas en un guion. Iba a ser una película muy sensorial, y conocer la psicología de cada uno de los personajes era super importante para mi.

Aunque había líneas que se tenían que decir cómo estaban escritas, siempre doy pie a la improvisación, y les dejo mucha libertad para que se sientan cómodos y libres de vivir el momento. De vez en cuando he utilizando alguna que otra técnica con la intención de encontrar verdad, que es lo que busco constantemente cuando estoy rodando. En este proyecto he disfrutado estando muy cerca de ellos con la cámara, para así poder cambiar cualquier acción sin perder mucho el tiempo. El equipo reducido en el set es algo que también es importante para mí cuando trabajo con los actores.

 El protagonista, Falco Cabo, tiene autismo. ¿Cómo abordas la construcción del personaje?

Falco y yo nos conocimos haciendo un taller de dirección de actores en Madrid. Es un actor que trabaja en el teatro musical, así que tiene muy buen lenguaje corporal, pensé que era perfecto para el papel. No está dentro del espectro, nos documentamos mucho para construir su personaje.

El personaje de Nikolas es frágil cuando se enfrenta al mundo porque no pudo adquirir conocimiento a través de sus experiencias en las relaciones sociales. El único contacto con los demás durante años fue siempre a través de la radio VHF desde casa, escuchando, pero no interactuando. Descubrimos que Nikolas tiene necesidades como cualquiera de nosotros, y que como todos, lleva su propia mochila pero bajo unas circunstancias muy distintas. La sociedad no logra entenderle y lleva sobre sí el peso de sentirse diferente.

A lo largo de la película está latente la culpa sobre la relación de sus padres reflejada en el lenguaje corporal de sus hombros. Fue algo de lo que hablé mucho con los actores como os decía antes, tenía claro que para ellos era muy importante saber de dónde venían. Tuve la libertad de mantener el misterio, algo que me encanta en las películas como herramienta narrativa.

¿Tenías miedo de caer en paternalismos?

Creo que cuando te embarcas en un proyecto así tienes miedo a pecar de muchas cosas, un personaje protagonista que está dentro del espectro es un gran reto tanto a nivel de guion como actoral. Es muy complicado ponerte en su lugar cuando escribes, y eres consciente de que hay algunas cosas en el guion que pueden quedar un tanto difusas para el espectador si somos honestos con nuestro entendimiento sobre el autismo, porque es todavía algo muy desconocido para todos. Pero también creo que son personas muy mágicas, y que desprenden un misterio muy especial. Pensé que esto podía ser algo super interesante para mantener nuestra atención como espectadores, así que empecé a trabajar desde ahí.

¿Momento favorito del rodaje?

Creo que fue cuando Falco y yo nos subimos en una de las atracciones de la Feria con la cámara en la mano. Yo tenía muy claro el plano que quería conseguir pero la atracción en concreto iba cada vez mas rápido y al estar sujetando la cámara empecé a aplastar a Falco que ya entraba muy justo en el asiento por su tamaño. El pobre no podía respirar conmigo encima y la atracción cada vez iba más y más rápido, perdimos el control completamente. Fue un momento de sufrimiento brutal hasta que la atracción empezó a parar y empezaron las risas, nos ha quedado para el recuerdo.

¿Cómo se ha rodado la escena del agua?

Cuando hacía videos de surf grababa muchos planos en el agua con olas. Es un medio donde me siento muy cómodo y es bastante natural para mí estar ahí con una cámara ya que practico surf desde que tengo 7 años. He crecido cerca del mar y siempre ha sido un motor muy importante en mi vida. Es donde están todos mis recuerdos de la infancia. Para mí siempre ha significado libertad, paz e independencia; pero también distancia, soledad, confusión y caos. Son temas muy recurrentes a lo largo de la película que quería reflejar a través de la fotografía. Tengo mi propio sistema profesional de carcasa Scuba para trabajar con cámaras de cine bajo el agua, es algo que me apasiona y suelo trabajar de operador en otros proyectos.

¿A quién recomendarías la película?

Me gustaría que la viese mucha gente, y que de un modo u otro nos haga conscientes de que existen diferentes realidades y maneras de entender el mundo. No creo que sea una película diseñada únicamente para un público cinéfilo, ni mucho menos. De hecho la escribí con la idea de que llegase a públicos diferentes que no juzgan la técnica cinematográfica, sino que les gusta ver cine y vivir un momento en la vida de los protagonistas.

¿Próximos proyectos?

Estoy trabajando dos guiones muy distintos entre sí, que son también diferentes a El Radioaficionado pero que ambos también tocan temáticas muy personales. Uno es un drama contemporáneo con mucho humor negro que habla de un tema que me toca muy de cerca. Es una película ágil y divertida con varios personajes. Y el otro es un thriller psicológico de época. He aprendido mucho en este proyecto a todos los niveles, y estoy con ganas de enfrentarme a otro rodaje de ficción para aplicar todo lo aprendido.

La revista se llama Más de cultura y nos gusta acabar las entrevistas preguntando, ¿más de cultura y menos de qué?

Más de cultura y menos guerra por favor.