La irreverencia de Ricky Gervais, desde que vi The Office prácticamente en una noche, me resulta fascinante. En ocasiones me escuece y cuando eso pasa me pregunto, qué pasa por ahí dentro, ¿algún sacerdote amordazado que de vez en cuando se libera y me culpabiliza?.

Lo cierto es que siempre que he disfrutado de la dicción de Gervais, me ha recorrido un soplo de aire fresco. Porque con su osadía barre prejuicios, mojigaterías, fulmina bienquedismos y actitudes miserables.

Ya sabemos que se ha llevado todos los premios y que el escaparate norteamericano se ha atrevido, y eso le honra, durante varios años a elegirle maestro de ceremonias para sus preciados Globos de Oro donde no dejó títere con cabeza:

«Los Globos de Oro son a los Oscar lo que Kim Kardashian a Kate Middleton. Un poco más ruidosos, un poco más sucios, un poco más borrachos y un poco más fáciles de comprar.»

«¿Y todos esos divorcios? ¿Qué ocurre? Arnold Schwarzenegger y Maria ShriverJ-Lo y Mark AnthonyAshton Kutcher y Demi MooreKim Kardashian y un tipo al que nadie recuerda. No estuvieron demasiado tiempo juntos. Setenta y dos días. He soportado discursos de aceptación de James Cameron más largos.»

 “La única persona a la que Ben Affleck no ha sido infiel: Matt Damon».

Frases que han quedado para la historia y que quienes le perseguimos nos sabemos de memoria. Pero si me quedo con una declaración suya, que no sé si quedó registrada, fue la que escuché cuando recogía el Globo de Oro a la Mejor Comedia por la serie The Office en 2004. En un siglo en que los cánones que rigen el éxito parecen reservados a físicos agradecidos, uniformes, puede que retocados…Ricky Gervais reparó en su talentoso y multipremiado equipo…y con una sonrisa entre malévola y divertida, asumió, «sí, somos diferentes».

(AP Photo/NBC, Chris Haston)

Ahora Ricky Gervais habita en Netflix. Por Humanity– su nuevo show después de 7 años- pasea Dios, los perros, los alérgicos, los hijos que no quiere tener, Twitter y sus bromas pasadas más polémicas. Gervais sólo y encima de un escenario, en su elemento, no puede ser otra cosa que genialidad. Ahí les espera.