El árbol de las almas perdidas se coloca entre los cuatro nominados a los Premios Goya® 2020 en la categoría de Mejor Cortometraje de Animación. Laura Zamora fue la que, tras cansarse de perseguir a las editoriales para ver su historia materializada, decidió darle forma en versión animada y creó el cortometraje que se puede disfrutar ahora.

Una historia sobre superación, duelo personal, infancia y madurez que bebe de estéticas similares a las que inspiraron a otros creadores de lo fantástico. Es el contexto del que se sirve Zamora para contar la historia de Lili, una niña de 11 años que utiliza la imaginación como refugio al mundo que le rodea. El asunto que le preocupa, la desaparición de su padre.

Para conocer un poco más acerca de los orígenes de esta intimista y simbólica historia, hablamos con su creadora, Laura Zamora.

¿Cómo llega el cuento a convertirse en cortometraje?

Todo empezó como un cuento ilustrado. Tenía mucha ilusión por contar historias y al principio fui enviando a editoriales pero no me hacían caso. Y dije: «yo esta historia la veo en película». Comencé a estudiar animación en Valencia y fue cuando llegó una editorial proponiéndome hacerla en comic. Pero ya era demasiado tarde, porque ya estaba estudiando 3D.

Y a medida que iba estudiando iba desarrollando el cortometraje. Me metí en esta locura pero en realidad se resume en la obsesión de poder llevar algo a la gente.

Un libro cuesta más, porque hoy en día la gente tiene un poco apartados los libros. Pero si ven una imagen y ven un cortometraje o una película de esa historia ya les pica un poco la curiosidad. Espero poder llevar más historias a la gente.

Cuando uno se enfrenta a todo el proceso de creación de un proyecto, ¿Cómo determina que ya está terminado? Imagino que es muy complicado cuando se dedica tanto tiempo a algo.

Es como decía mi profesor: los proyectos nunca se terminan, abandonas. Llega un momento en el que dices: hasta aquí. Porque claro, ahora cambiaría todo, con todo lo que he aprendido en el trayecto.

Este cortometraje hace cinco años que lo empecé y por supuesto antes no tenía los conocimientos que tengo ahora. Pero claro, no terminaría nunca. Espero poder llevarlo algún día a película.

¿Por qué la elección de esa estética para el cortometraje?

Las influencias vienen de Tim Burton, Guillermo del Toro, Alicia en el País de las Maravillas… Un mundo oscuro. También me han dicho que recuerda a Salvador Dalí, Gaudí… he metido todo lo que me gustaba y lo he trasladado al cortometraje. De pequeña me marcaron mucho las películas de Tim Burton, sobretodo Bitelchús.

La figura del pájaro, siempre se utiliza como conciencia, sobre todo en animación ¿era el objetivo desde el principio?

Me gusta porque la gente le da varios significados. Me han llegado a decir que cada vez que han visto el cortometraje de nuevo les transmite cosas diferentes.

El pájaro en sí es un guiño a Edgar Allan Poe y en el cuento explico que la niña tiene que adivinar el nombre del cuervo para salir de un bucle donde está metida y que el nombre del cuervo es «Nunca más». Va guiando a la niña por ese sendero. Hay mensajes en cada plano. El niño de trapo y la dependencia emocional con sus amigos, el ego que a veces no nos deja ver lo que tenemos delante. Ninguno de los personajes que aparece en el camino de la protagonista se deja ayudar.

El mensaje final, además del duelo de la pequeña es ese dolor, la pérdida y el mensaje de: «primero tienes que mirar que tú estés bien para poder ayudar a los demás».

Vas a sacar un libro que explica mejor todo esto ¿no?

Sí, estoy loca por sacarlo a la luz. Para que se puedan ver todas las ilustraciones. Porque creo que merece la pena. Me encantaría que a la gente le gustara porque creo que se podrá apreciar más el trabajo que he hecho.

Unas ilustraciones que, de momento, se pueden disfrutar en formato cortometraje bajo la historia de Lili en El árbol de las almas perdidas.