Octavio Guerra dirige Yo tenía una vida, un documental que retrata la historia de Jesús, un hombre que lucha por no volver a la calle. Hablamos con el director antes de que Yo tenía una vida llegue a cines el próximo 24 de noviembre para conocer algunos detalles del proceso de documentación y de cómo el sistema desprotege a las personas sin hogar.

¿Cómo nace la idea del documental?

Todo empezó con un encuentro casual con Carlos Falcó, coordinador del taller laboral para las personas sin hogar que sale en la película. Nos conocíamos desde hacía tiempo tras coincidir en clases de Taekwondo. Él me invitó a su taller para proyectar a los usuarios del centro mi
ópera prima también de no ficción que realicé en la frontera entre Costa Rica y Nicaragua. La idea era despertar en ellos la motivación por invitarles a embarcarse en un futuro proyecto audiovisual. Tras este primer encuentro hubieron unas diez personas que se interesaron y
quedamos para un segundo encuentro. En esta segunda cita les proyecté “Crónicas de un Verano” de Jean Rouch y Edda Morin. Después comenzamos a charlar como podríamos hacer entre todos un film donde ellos pudieran interpretarse así mismos.

«Las primeras semanas de grabación no teníamos ni idea de lo que estábamos grabando»

¿Conoces primero a Jesús y decides hacer Yo tenía una vida o viceversa?

Las primeras semanas de grabación no teníamos ni idea de lo que estábamos grabando. Todo era posible. Empezó siendo coral, tal como se refleja al principio de la película. Más tarde emerge la figura de Jesús. Fue un flechazo entre ambos. Por una parte veo su gran potencial
como personaje, su inconformismo, sus ganas de luchar, y él ve en nosotros la posibilidad de trascender, de visibilizar y dar voz a sus exigencias sociales. Llegó y nos dijo: “Dejar de grabar al resto de los usuarios y centrar la película en mi persona, aquí soy el único que quiere luchar por salir de esta situación, los demás parecen que han firmado un contrato para morir dentro del programa”. Y así hicimos, empezamos a contar su historia.

¿Hiciste alguna especie de casting para la película?

En realidad empezamos a trabajar con todos los usuarios que querían formar parte de la película, luego fuimos acotando hacia aquellos que mostraban una mayor naturalidad frente a cámara. Las primeras semanas tuvimos muchas charlas con ese pequeño grupo que finalmente
participó. La idea era que nos comentaran sus sensaciones para interpretarse a si mismos, saber cuales eran sus dudas, sus conflictos personales, sus las líneas rojas. De esta manera fuimos sembrando la confianza y ellos por otra parte fueron entendiendo como mostrarse ante la cámara. Por otra parte también nos sirvió mucho para conocerles, tomar confianza y empezar a descubrir los personajes más atractivos y sus tramas. Claro, cuando apareció Jesús casi toda nuestra atención se fue hacia él. Es lo que tiene el género documental, piensas que quieres hacer una película y un día aparece algo que te hace cambiar por completo el rumbo de la filmación.

¿Cómo convences a Jesús para que acepte ser el protagonista y exponga tantos detalles de su vida privada?

Como te comentaba fue una decisión que salió más de él. Fue una propuesta arriesgada porque si en un principio nos entusiasmó el encontrar un personaje tan rico y potente como Jesús, pronto nos dimos cuenta de la complejidad de la grabación. Tuvimos que tener mucha
paciencia por el bien de la película.

«Esta película es un milagro. Seguimos a Jesús durante ocho años»

¿Te costó mucho hacer el seguimiento del personaje durante el rodaje?

Esta película es un milagro. Seguimos a Jesús durante ocho años. Esto no significa que todos los años le grabásemos. Había un tiempo que desaparecía de nuestras vidas y no quería saber nada. Luego el azar hacía que nos encontráramos en la calle y que volviera a interesarse por la película. Cuando eso ocurría, grabábamos todo lo que podíamos porque sabíamos que lo podíamos volver a perder en cualquier momento. Yo sabía el riesgo que tenía de continuar con la película y su historia. Era posible que nunca se cerrara, pero una fuerza interior me decía que
siguiera grabando y no pensara si tenía o no tenía película.

Imagino que habrás descubierto muchas cosas sobre las casas de acogida, la reinserción y el mundo de la calle a medida que rodabas el documental, ¿alguna te ha sorprendido en mayor medida?

Sin duda lo que más me ha llamado la atención es la falta de financiación y el vacío legal que tienen estas personas. Son los grandes olvidados por estar en lo más bajo de la escala social. ¿Alguien se ha preguntado que pasa cuando una persona sin hogar tiene que ir al hospital?
Pues en realidad tratan de darle el alta lo antes posible y remiten su caso a servicios sociales. Los servicios sociales actualmente no tienen ni capacidad ni financiación para resolver un problema que depende de muchos organismos. La reinserción pasa por coordinarse con
sanidad, vivienda, servicios sociales, gestión laboral, etc. ¿Alguien puede entender que las personas sin hogar no tengan preferencia en el acceso a la vivienda? Las personas que han pasado muchos años en una situación de calle o vuelven a rescatar su red familiar o acaban sus
días dentro de un programa. Esa es la lucha de Jesús, querer ser autónomo el tiempo que le queda, todavía tiene sueños por cumplir.

¿Cuál ha sido tu mayor aprendizaje en el camino de Yo tenía una vida?

He aprendido que el sistema nos hace muy vulnerables. Cualquier persona en alguna etapa de su vida puede tener una situación de calle. Una separación, un tema de salud mental, una enfermedad, la pérdida de una vivienda o el trabajo, la falta de una red familiar, el maltrato,
adicciones. Hay muchos factores que pueden incidir en que una persona acabe en la calle. Con prevención y viviendas destinadas al sinhogarismo este grave problema social podría solucionarse. Es una cuestión política.

«Con prevención y viviendas destinadas al sinhogarismo este grave problema social podría solucionarse. Es una cuestión política»

¿Jesús ha podido ver la película? ¿Cómo ha sido su reacción?

Jesús y Elena vieron la película antes de estrenarse en el Festival de Málaga. La reacción de ambos fue muy buena.

¿Tienes próximos proyectos en mente?

Sí, llevo filmando en Francia los últimos ocho años. Es la historia de una casa en la playa y todas las personas que la han habitado. Es un proyecto muy atmosférico y cíclico. También estoy escribiendo dos ficciones. Una sobre el acoso que sufren los jóvenes y otra ambientada en la isla de La Palma y la erupción del volcán.

La revista se llama Más de cultura y nos gusta acabar las entrevistas preguntando, ¿más de cultura y menos de qué?

Menos toreros gestionando cultura.