“No sé lo que es empezar a trabajar en algo que desprecias y convertirte en un viejo antes de que te des cuenta”. (Herman J. Mankiewicz)

Mank es el título de la nueva película que David Fincher va a rodar (en blanco y negro) para Netflix. La película habla de Herman J. Mankiewicz, uno de los guionistas más famosos que ha tenido Hollywood, un tipo con una personalidad arrolladora y que fue el artífice, junto a Orson Welles, del guión de Ciudadano Kane. Mank, que es el apodo con el que se le conocía, fue célebre por su talento, su adicción al alcohol, su cinismo y su absoluto desprecio a Hollywood.

La película de Fincher estará protagonizada por Gary Olmand y es de suponer que el meollo central del film será la escritura del guión y el rodaje de Ciudadano Kane, película dirigida por Welles y que sigue en los primeros puestos en las listas de las mejores películas de todos los tiempos. El peso de la participación de Mank en aquel guión sigue siendo un misterio y muchos defienden que prácticamente está escrito por él. De hecho, al recibir el Oscar en 1942 todos sus amigos en la sala gritaron “¡Mank, Mank, Mank!” para reconocer su trabajo. Aquel año la ganadora fue la magnífica obra de John Ford ¡Qué verde era mi valle!, que también se llevó el Oscar al mejor director frente a Welles, Howard Hawks, Alexander Hall y William Wyler.

Con Mank Fincher regresa al largometraje tras rodar seis episodios de la serie de Netflix Mindhunter. El guion de Mank (proyecto que Fincher lleva queriendo rodar tras el estreno de The Game en 1997) está escrito por Jack Fincher, padre del director. Falleció en 2003 a la edad de 72 años, el padre del realizador de La red social fue periodista y escribió laureados ensayos en publicaciones como Readers Digest, Saturday Review o The Smithsonian y llegó a escribir un biopic sobre el primer magnate pensado para Ciudadano Kane: Howard Hughes.

Pero, ¿quién fue Mank? Herman J. Mankiewicz nació en Nueva York el 7 de noviembre de 1897 en el seno de una familia judía que emigró de Alemania. Su primer trabajo importante fue como periodista en el Chicago Tribune, en el que cubrió la actualidad política en Berlín. También en Europa fue publicista de la famosa bailarina Isadora Duncan. Tras esta etapa, regresó a su ciudad y país natal para fichar por el New York World.

Admirado por su afilada pluma, ironía y talento, fichó mas tarde por grandes cabeceras del momento como Vanity Fair, el New York Times o la prestigiosa New Yorker. En esta etapa en la ciudad de los rascacielos también probó suerte, en 1926, como dramaturgo en Broadway, pero su comedia The Good Fellow fue un rotundo fracaso. Fue cancelada tras siete representaciones.

Frustrado por la experiencia y harto de Nueva York, Mank decidió volar a Hollywood y probar suerte en el cine. Allí escribió intertítulos de películas mudas (como La última orden, de Josef von Sternberg) y trabajó en Paramount, donde conoció a otro talentoso guionista borracho como él: el gran Ben Hecht (Encadenados, Recuerda). Los dos trabajaron en el guión de Camarada X, aunque Mank no fue acreditado.

En aquellos años era muy habitual trabajar en guiones de los estudios pero no aparecer en los créditos. Ademas de en Camarada X, Mank trabajó sin ser acreditado en películas como San Francisco o El mago de Oz, igual que Hecht en La diligencia, Gilda, Duelo al sol, La soga, El enigma de otro mundo, Extraños en un tren, Rebelión a bordo y Cleopatra, dirigida por Josep Leo Mankiewicz, hermano de Mank y que fue el que triunfó de verdad en Hollywood con cuatro Oscar como guionista y director.

El gran talento de Mank y de Hecht se demostró finalmente gracias a la llegada del sonoro. El cine necesitaba buenos diálogos, frases brillantes. Así, Mankiewicz se hizo un nombre y empezó a trabajar, sin acreditar, en películas como Cena a las ocho, Come On Marines!, Código secreto, Un perfecto caballero o El secreto del candelabro y también fue productor, sin acreditar, en tres películas de los Hermanos Marx: Pistolero de agua dulce, Plumas de caballo y su gran obra maestra: Sopa de ganso.

Pero Mank también se labró muy mala fama como tipo complicado, con malas pulgas y una mordacidad venenosa. Cuenta la leyenda que, con dos copas de más, se mofó del culo del todopoderoso Jack Warner, un hombre conocido por su mendacidad y sus ataques de ira. En una de sus salidas del tiesto, Warner le castigó asignándole la humillante escritura de una película de Rin Tin Tin, un pastor alemán muy famoso entonces entre los críos. Ni corto ni perezoso, Mank mandó a las oficinas de producción un guión en el que el famoso y amado perro intervenía en un incendio… arrojando a un niño al fuego.

Y Mank tenía para todos, no solo las tuvo gordas con Jack Warner. Sobre otro temido magnate, Louis B. Mayer, capo de la Metro-Goldwyn-Mayer, dijo: “ Mayer tiene memoria de elefante y la piel de un elefante. La única diferencia es que un elefante es vegetariano y Mayer se alimenta de su prójimo”.

Cuando Mankiewicz trabajó con Orson Welles el director ya era una estrella gracias a la adaptación radiofónica de La guerra de los mundos. Aquel 1938 Orson provocó el pánico en medio Estados Unidos haciendo creer que el país estaba siendo invadido por extraterrestres y a partir de ese histórico día se convirtió en una figura pública. Antes de cumplir 25, en los estudios querían verlo escribiendo, dirigiendo e interpretando y eso que nunca había actuado en una película en Hollywood. La RKO, que estaba en serios problemas financieros, quería ficharlo a toda costa y le ofreció sumas desorbitadas para ellos hasta que finalmente dijo que sí. Y en un principio su primera película no iba a ser Ciudadano Kane, sino El corazón de las tinieblas, adaptación al cine de la novela de Joseph Conrad que ya había recreado en la radio y que adaptaron al cine John Milius y Francis Ford Coppola en Apocalypse Now.

Mankiewicz conoció a Welles después de sufrir un aparatoso accidente de coche que le dejó alejado del trabajo en los estudios. Welles, que admiraba sus guiones, decidió contratarlo para escribir uno de sus programas de radio. Poco más tarde lo llamó para proponerle un guión en el que hablaría, sin disimulos, de uno de los hombres más poderosos de Norteamérica. Cuando Mank supo que finalmente ese hombre iba a ser William Randolph Hearst le advirtió a Welles que el magnate de la prensa iba a acabar con él y con la película, algo que finalmente logró: los cines no proyectaron Ciudadano Kane por miedo a llevarse mal con los periódicos de Hearst.

Lo mismo advirtió el productor de Welles, John Houseman, que además no se fiaba de Mank y temía por sus famosas y conflictivas borracheras y su mala fama en los estudios. De hecho, Houseman estuvo semanas encerrado en el desierto con Mank para ayudar a que se concentrarse y no se pasase con la botella. Finalmente logró que entregara aquella amarga historia contada con saltos temporales y como si de una investigación periodística se tratase, el retrato de un vampiro abandonado de niño y que coleccionaba periódicos, animales, obras de arte y personas, entre ellas su amante. Y lograron una película moderna para su época y una obra muy influyente para cientos de posteriores cineastas. Su legendaria producción fue recordada en el telefilme RKO 281, con John Malkovich como Mank.

Décadas después, Orson Welles, que tuvo la inmensa suerte de rodearse de los mejores talentos de su tiempo para su ópera prima, dijo sobre el rodaje de Ciudadano Kane: “Tenía toda la confianza por pura ignorancia”. Sobre el famoso misterio de su guión (la palabra “Rosebud” por la que se construye todo en andamiaje del guión) dijo: “Me avergüenzo de Rosebud, es un recurso muy burdo, no se sostiene bien”.

Mank ingresó en muchas clínicas de desintoxicación y murió el cinco de marzo 1953 por un fallo renal. Tenía solo 55 años. El único Oscar que ganó fue vendido por 588,455 dólares el 28 de febrero de 2012. Fue también el único Oscar que ganó Ciudadano Kane.