Quizá sea yo que soy una obsesionada de las canciones, pero hay ocasiones en que de repente me viene a la cabeza una melodía o un estribillo. Entonces abro el buscador y pongo cualquier dato para que me ayude a identificar la canción en sí. Y voilà aparece ante mí. Respiro y siento la necesidad de escucharla.

En esto momento se abren diferentes maneras de hacerlo. Posiblemente al encontrar la canción, también aparezca un enlace al vídeo del Youtube, bien el videoclip oficial del tema, alguna producción casera de algún fan o una grabación de un concierto (con murmullos y acoples de sonido que te dejan sin audición). Sí, Youtube es una manera de escuchar música por Internet, pero casi más una forma de residual y utilizada como último recurso.

La mayor parte de los datos sobre el estado de la música en España vienen dados por Promusicae (asociación en la que se agrupan entre otras, las principales multinacionales musicales). Las cifras son negativas, ya que se han conocido los datos del 2012 con una bajada del 5% en el gasto de música por parte de los españoles en relación con el 2011. En contraposición, una noticia que arroja luz y futuro. Las suscripciones a portales de música como Spotify aumentan hasta en un 93%.

Pero, ¿dónde está el futuro del mundo de la música? Tenemos que descartar de nuestra mente la idea del todo gratis, así como la estructura de la venta de música de hace unas décadas. El panorama ha cambiado, las opciones se han multiplicado. Para abordar este tema hay que plantearse dos caras de la moneda, la del usuario que quiere disfrutar de la música, y la del músico que se dedica a ello.

Lo primero que hay que pensar es en las plataformas de escucha de música sin necesidad de descargar. Spotify es una de las más utilizadas y que mayor éxito tiene. Se trata de una aplicación que permite escuchar la música en streaming, con distinto tipo de coste. Su versión gratuita lleva sujetos algunos límites (como la escucha de publicidad), mientras que la opción Premium tiene ventajas como la escucha previa al lanzamiento. Su compatibilidad con los sistemas operativos tanto informáticos como móviles ha hecho crecer su popularidad. Además, los usuarios pueden en Spotify crear listas, escuchar canciones y también comprarlas. Los músicos reciben una retribución por la escucha de sus canciones. Otras plataformas son Goear, Grooveshark o Deezer, cada una de ellas con sus características propias

Cuando hablamos de redes sociales vinculadas con el mundo de la música, nos viene a la cabeza MySpace. Fue bandera de una revolución musical, en la que algunos músicos consiguieron renombre y contratos discográficos. Actualmente, MySpace ha caído en el desuso, pero otras como Last.fm han sabido sacar tirón. En el caso de Last.fm se unen las características propias de una red social (amistad, recomendación, gustos comunes…) con la radio online, lo que permite descubrir nuevos grupos de la mano de usuarios afines. Como en otras formas de escuchar música online, existe la versión gratuita y la de pago con ventajas añadidas.

Las ediciones digitales de los discos son una manera de vender en las tiendas online. Al producto se le intenta dar algún valor añadido, como canciones extra o descargas especiales, pero que en muchas ocasiones no superan las expectativas (a no ser que seas Adele). El caso del Bandcamp ayuda al lanzamiento de artistas independientes. El catálogo de canciones disponibles aumenta cada día y el éxito que algunos de los músicos han conseguido (como el caso de Amanda Palmer) han puesto a esta tienda en el punto de mira. El artista tiene un control de precio (incluso pudiendo regalarlo) aunque da un porcentaje a Bandcamp. Los usuarios además de comprar las canciones pueden escucharlas sin necesidad de descargarlas.

No sabemos cuál es la fórmula mágica con la que el mundo de la música se desarrollará en un futuro. Lo que no hay que perder nunca de vista es que una canción es algo único, que requiere esfuerzo, tiempo, y un determinado proceso de creación. Si pagamos el precio de un café que se nos acaba en 5 minutos, ¿porqué no plantearnos lo que pagar por una canción?