El teatro también se lee. Sin embargo, Alberto Conejero reconoce que la dramaturgia es una literatura “anfibia”, puesto que e mueve entre el papel y la escena. El que ha sido Premio Nacional de Literatura Dramática se toma un tiempo para charlar con Más de Cultura de las historias que le apasionan, sus montajes para teatro y la situación que experimenta el sector.
Los westerns con doble lectura de Fernando Garín nos llevan a la literatura LGTBI de Javier Olivas y por él, descubrimos el talento de Alberto Conejero, que ha escrito obras teatrales, poesía y literatura juvenil.
Te conocemos gracias a Francisco Javier Olivas. Todo un honor ser recomendado ¿no?
Sí, que alguien con la sensibilidad de Francisco te recuerde y crea que tienes algo interesante que compartir es emocionante.
¿Qué significan para un creador los premios?
Significan que estás trabajando, y eso ya es importante; que alguien (un jurado, compañeros, etc.) ha pensado que te mereces un reconocimiento, es una forma de abrazo. En un oficio de tanta invisibilidad como el de la dramaturgia, siempre son un impulso. Algunos, los menos en mi caso, me han permitido trabajar en mejores condiciones.
¿El teatro también se lee?
La literatura dramática sí que se lee y, por fortuna, diría que cuenta con una fiel comunidad de lectores. Hay editoriales espléndidas como Antígona, La uña rota, Continta me tienes, Dos Bigotes, etc. que están entregando libros maravillosos. A veces la literatura dramática funciona como una forma de recuerdo del teatro, otras muchas como generadora de teatro; en cualquier caso, es una literatura “anfibia”, una criatura extraña entre el papel y la escena.
Ese trabajo que tantas alegrías te ha dado La geometría del trigo, surge precisamente porque nadie se interesaba y decidisteis ponerlo en marcha ¿no?
Sí. Yo salía de un montaje complicado pero del que aprendí mucho sobre nuestro oficio. Ninguna productora privada ni pública parecía entonces demasiado interesada por lo que estaba haciendo, así que decidí buscar cómplices para sacar adelante el proyecto. Los primeros y fundamentales fueron los seis intérpretes: Eva Rufo, José Troncoso, Juan Vinuesa, Zaira Montes, José Bustos y Consuelo Trujillo.
Invertí todos mis ahorros en producirla. Más tarde el Centro Dramático Nacional programó la función, siempre les estaré agradecido. Luego llegó el Premio Nacional de Literatura Dramática y una gira con la que estábamos felices hasta que la crisis actual la interrumpió.
Pero, insisto, en el teatro siempre se está empezando, siempre hay que convencer a alguien de que tu sueño no es una quimera. Los méritos del pasado desaparecen rápido si tienes un traspiés.
¿Cuáles son las historias que más despiertan tu interés a la hora de arrancar un proyecto?
Aquellas que saben más de sí mismas que lo que yo sé; aquellas que pueden mostrarme algo sobre lo que somos que aún no sé; aquellas que me dan pudor, que me dan miedo, que muestran poéticamente algunos de mis demonios o de mis anhelos, y aquellas que pueden interpelar a los espectadores desde un escenario.
Leyendo sobre tu trabajo me interesa mucho una reflexión tuya en la que dices que la poesía y el teatro son escrituras de síntesis.
Habitualmente tienes una hora y poco para compartir un fragmento de vida en el escenario; además los personajes son un conjunto de rasgos, una síntesis poética de lo que entendemos como “alguien” pero lógicamente no son “alguien”; todo lo que dicen o hacen tiene un valor, una fuerza directiva en esa hora y poco; también el espacio dramático y la propia trama.
La “caja” del teatro es pequeña comparada con la de la novela o el cine, empleamos la evocación, la sugestión, la convención. De igual modo, el poema generalmente tiene más de centello que de gran corriente, cada palabra de un poema es, en cierto modo, sagrada y única.
¿Un trabajo que recuerdes con especial cariño?
Siempre el de ahora, el siguiente. Te diré entonces que Paloma negra, el proyecto que espero estrenar muy pronto, una tragicomedia del desierto con mucha música.
¿Tienes en la cabeza el primer recuerdo relacionado con el teatro?
El recuerdo imagina, pero te diría que una representación de Las bacantes en el Segóbriga bajo la lluvia y la lectura de Bodas de sangre.
Este dato me ha dejado loca: “En 2017, el periódico El Mundo incluyó a Alberto Conejero como uno de los 50 homosexuales más importantes de España”. Estos listados ¿Cómo sientan a los creadores?
Te diré que al año siguiente ya no estaba en el listado; así que imagina lo volátil de la cosa. Pero sí me pareció importante que junto a presentadorxs, futbolistas, etc. estuviera un dramaturgo.
Lo hice también por el adolescente que sintió vergüenza y miedo cuando descubrió su condición sexual. No voy a permitirme ni un día más ese temor, y ojalá listados como el que mencionas, con todo lo que tiene de pasajero e incluso frívolo, puedan servir de algo.
¿Qué proyectos tenías o tienes entre manos ahora?
Paloma negra, mi tragicomedia del desierto. Estoy terminando el texto y espero pronto poder poner a probarlo con los actores. Y además espero retomar pronto la promoción de En esta casa, mi segundo poemario; poder leerlo, compartirlo, presentarlo. Llegó a las librerías un par de semanas antes de todo esto.
Hablábamos el otro día con Cristina Plazas de esa histeria que se podría dar en una sala de teatro a partir de ahora cuando alguien tosa, ese miedo por los lugares abarrotados de gente ¿Cómo ves tú el futuro del teatro?
Un teatro no es un lugar abarrotado de gente, si me permites. Desde ya hay que evitar esas “infecciones” del lenguaje. Si la gente está yendo a trabajar en metro hoy mismo, no entiendo por qué no se van a poder abrir pronto los teatros.
Se guardarán las mismas precauciones que en otros espacios, por supuesto. Hay que defender los espacios culturales que el sistema no considera fundamentales, hay que esquivar las lógicas que priorizan nuestra condición de “usuarios” y no de “ciudadanos”, hay que sacudirse ese imaginario por el que una sala de teatro es un lugar menos seguro que un vagón de metro o el parlamento…
Nos gustaría seguir con esta cadena de talento. ¿Tienes a alguien en mente?
El poeta Angelo Nestore.
¿Más de cultura y menos de qué?
Más de cultura y menos de odio.
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