Fotografía: Genia Badano

Suena música de Mahler y en el escenario aparece Carlo Mô (Carlos Pérez Aznar) suspendido en equilibrio sobre unas muletas de axila. Sin piernas. De esta M humana podemos deducir la declaración de intenciones que tiene la obra eMe, que se representa los días 26 y 27 de julio en la Sala El Montacargas de Madrid.

Nos atiende desde Barcelona antes de su visita por los escenarios de Madrid. Su obra se encuentra dentro de la programación del XIX Festival Internacional de Clown de Madrid, aprovechamos para preguntarle por este género tan caricaturesco, pero tan cargado de verdad. 

¿Qué es el  teatro clown? 

El clown es un pequeño viaje desde la inocencia a la locura. Precisamente hablar del clown siempre es complicado porque hay tantos tipos de clown como clowns.

Todo el mundo tiene su estilo, su propia manera de interpretar la inocencia y jugando con la amplificación es capaz de llevarlo a unos sitios que salen de la realidad.

«Con el humor logramos que las cosas que más nos cuestan tengan esa parte poética en la que podemos sobrevivir»

Pero esa realidad siempre parte de la verdad. Un payaso viaja con las emociones. Es muy fiel a la verdad de las emociones. Roza el humor y lo caricaturesco pero siempre partiendo de las emociones de verdad.

Hay una parte del payaso que yo personalmente comparto que es la del perdedor que siempre gana. El payaso no es un cómico porque el objetivo del cómico es que el público ría. En el payaso, las cosas que le pasan a él hacen reír al público. Con el humor logramos que las cosas que más nos cuestan en la vida tengan esa parte poética en la que podemos sobrevivir.

Una obra muy especial desde el arranque  ¿Cómo se gesta el proyecto?

Todo tiene que ver con mi manera de crear. Yo nunca trabajo desde el intelecto. No me siento en una mesa. Para mí el payaso es un jugador profesional. El resultado final es interesante, entonces todo lo que estamos jugando es para que luego quede reflejado en una obra, en alguna colaboración…

Entonces eMe ha sido una excepción en la que se suman una serie de coincidencias. Hacía tiempo que estaba escuchando Mahler, porque en un libro hablaban de él y pensé «algún día haré algo con esta música».

Y en la escuela de clown que tengo en Barcelona hay muchas cosas. Tenía unas muletas. Un día me puse Mahler, cogí las muletas y empecé a jugar. Cómo podía mantenerme sin piernas, empecé a ver la imagen, lo que le pasaba, lo que la música me hacía sentir.

«el imaginario tiene mucho que ver con la soledad y cada cual la vive de muchas maneras»

Yo siempre digo que las obras mías, a toro pasado, cuando ya han acabado, empiezo a analizar por qué las he hecho. Porque en general todo lo que haces en escena tiene que ver contigo con lo que has vivido.

Esta es la gran suerte de los payasos porque cuando hablamos de la dificultad de trabajar desde la verdad, inevitablemente el payaso siempre soy yo. No es un personaje. Como mucho, si quiere, puede jugar a ser un personaje.

Para mí eMe es enfrentarte a los problemas y cómo puedes tirar para alante. Esa propuesta de un hombre sin piernas subido a unas muletas ¿Qué hace para sobrevivir? Y en el fondo es lo que haría cualquier persona, todo el mundo intenta sobrevivir con la parte humana y en eMe es esto.

¿Algún recuerdo de algo que te haya dicho el público tras ver tu espectáculo que te haya marcado?

Por suerte todas las opiniones tienen que ver con que la obra no está situada en un sitio concreto y entonces mucha gente todo lo que pasa lo relaciona con un momento de su vida.

«El arte es un debate, una filosofía»

Había un chico el otro día que tuvo un problema de columna y tuvo que volver a aprender a andar de nuevo, la gente te cuenta cosas muy fuertes. Porque el imaginario tiene mucho que ver con la soledad, el cómo te vuelves a quedar solo y la soledad cada cual la vive de muchas maneras.

Tanto el que no tiene a su familia como el que no tiene un hermano, a su pareja… simplemente es el concepto de soledad el que emociona y funciona muy bien.

Cuando estás tú solo en el escenario, ¿eres más consciente de la presencia del público?

Siempre soy consciente del público. Normalmente el payaso depende del público. La mayor diferencia es que no existe la cuarta pared. Esa barra que separa al público del escenario y de un actor.

En el clown no. No hay esa pared. Entonces todo lo que pasa lo lanzas para fuera, lo comparto, hay un diálogo con el público gestual pero hay una dependencia constante del público. Y ahí está la necesidad de apoyo, de ayuda, de afirmación.

Ejerces la  docencia desde La Factoría DiMô ¿notas la evolución de los alumnos?

Empezamos en 2011 y es un trabajo en el que yo estoy muy contento. Ha habido gente que ha montado compañías, han trabajado, ha habido mucha evolución…

Pero sobre todo en la gente que quiere trabajar artísticamente. Porque también reconozco que ha venido mucha gente que simplemente viene porque el clown como terapia viene muy bien.

Yo siempre defiendo que ya hay cursos de clown terapia. Lo mío está enfocado siempre hacia lo artístico. Entonces durante este tiempo al ser una propuesta artística no deja de ser víctima de cómo está la sociedad. Cuando empezó a todo el mundo le interesaba.

Y todo esto ha cambiado, hay mucho Netflix, la gente se lo piensa muchísimo al ser un curso anual y el concepto artístico se está enfocando por otras cosas. Aquí en Barcelona lo que funciona es el entretenimiento de monólogos y musicales.

Todas estas pequeñas propuestas diferentes ahora están pasando factura con menos alumnos y la gente viene con otros conceptos y cuesta más que la gente se moje. Estoy contento porque yo se que no puedo enseñar nada. Yo puedo compartir lo que se, lo que entiendo, lo que he vivido con otros profesores y en escenarios para que la gente encuentre su propio clown y se sorprenda con lo que puede hacer.

¿Algún consejo que te hayan dado a ti que se te haya quedado marcado?

Hay una frase que me encanta porque trabajar en el mundo del arte es un estrés, estar siempre en el filo, en la inseguridad, los miedos…y yo desde que empecé a trabajar en los escenarios pensaba «hago esto y lo dejo». Y siempre he estado con el concepto de dejarlo.

Entonces la frase que me impresiona mucho la dijo Slava Polunin, uno de mis ídolos. Las tres personas que más me impresionan son Slava, Charlotte y Leandre Ribera, que es el que he tenido la suerte de que me ha dirigido la obra.

Y Slava justamente le preguntaban qué consejo daría él y decía «que lo deje. Porque si son payasos de verdad, volverán». El trasfondo es que si quieres algo vas a estar. Es creer en algo que no se puede demostrar, como el arte. El arte es un debate, una filosofía.

¿Más de Cultura y menos de qué?

¿Política quizá? No solo la política de la filosofía. Toda la parnafernalia, los buenismos, el ser correcto… esas burocracias. Más de Cultura y menos política burocrática.