Un salón de belleza ejerce como limbo y sala de redención para diferentes personajes marginales que se encuentran, se cuidan y buscan el camino a la espiritualidad. En ese mismo salón de belleza se adentra el espectador de la obra Los nadadores diurnos (salón de belleza) de texto y dramaturgia de José Manuel Mora y dirección de Carlota Ferrer. Casi diez años después del estreno de Los nadadores nocturnos, un éxito en crítica y público que ganó el Premio Max al mejor espectáculo revelación en 2015, llega la continuación de la historia.

Enrico Bárbaro JR, Carlos Beluga, Julia de Castro, Juan Codina, Carlota Ferrer, Tagore González, Manuel Tejera y Alberto Velasco protagonizan la propuesta, que arranca con un guiño al final de ese primer texto pero que se construye independiente. Las Naves del Español en Matadero acogen hasta el 5 de marzo la nueva propuesta del tándem Mora-Ferrer.

Hablamos con la directora de Los nadadores diurnos (salón de belleza), Carlota Ferrer, que además hace doblete y actúa también, para descubrir los entresijos de la obra, que habla de la muerte, la moral, la religión y los cuidados. E intentamos saber si realmente existe ese salón de belleza.

La semana pasada estrenasteis Los nadadores diurnos (salón de belleza), ¿qué tal ha ido el estreno de la obra?

Pues la verdad es que muy emocionante. Es una función compleja que puede tirar hacia sitios muy duros dramáticamente. También se puede ir hacia la comedia entonces cada función va a ser distinta en ese sentido con el espectador. Hay días que entrarán más en la comedia y en dejarse llevar y no estar cohibidos por la risa y otros días que será más introspectiva. No es mejor uno que otro, sino que tiene esa dualidad.

«La función es un ajuste de cuentas entre un hijo y un padre y una serie de personajes que no encajan en la sociedad que buscan un refugio de cuidados»

¿Cómo nace la historia?

Sale de la cabeza del autor José Manuel Mora como secuela de Los nadadores nocturnos que hicimos hace diez años. José Manuel siempre escribe a partir de su biografía y lo convierte en ficción por lo tanto hay mucha parte de realidad y mucha parte que es inventada. Crea al final una ficción cargada de realidad. Actualmente se encuentra en un momento más de reflexión y de búsqueda de lo religioso, de encontrar la espiritualidad, y esta función está marcada por eso. La función es un ajuste de cuentas entre un hijo y un padre y una serie de personajes que no encajan en la sociedad que buscan un refugio de cuidados.

También habla de la muerte, de aprender a morir y de morir acompañado. Son infinitos los temas que se tratan. No es una fácula convencional. No es un texto con la unidad clásica de tiempo, espacio, lugar sino que transcurre en muchos lugares a la vez, casi en un matrix espacio temporal.

¿Qué relación tiene con la primera parte Los Nadadores nocturnos?

El que no la ha visto no tiene ningún problema porque no afecta a la comprensión, no hay nada que se te escape. Lo que pasa es que el protagonista, que es el hijo, es el niño que cerraba la otra obra. Los nadadores nocturnos acababa con un nacimiento, después de la explosión de un atentando, había un renacer de las cenizas con un niño.

Ese niño crece y ese niño es el que busca ahora el sentido de su vida. Acaba y empieza, pero no hace falta haber visto la primera porque son dos obras independientes. Hay algunos personajes que se mantienen y que han sobrevivido, pero ahora nos cuentan cómo están actualmente.

Los protagonistas de la obra son personajes marginados e inadaptados, ¿cómo habéis construido los personajes?

José Manuel siempre da luz a aquellos más invisibles. No es que sean personajes raros porque al final es un poco lo que no vemos en privado del ser humano. Puede tener una moral dudosa condicionada por unas circunstancias vitales y económicas difíciles. También habla de la búsqueda de la identidad del género, del no encajar socialmente…

En realidad son unos personajes que no están construidos psicológicamente, si hablamos de una fábula convencional o clásica donde hay un perfil psicológico de los personajes. Aquí los personajes son rapsodas, narran quienes son pero no hay una caracterización psicológica al uso de ellos. Es en esa catarata de monólogos y de verborrea que tienen donde lo que dicen nos atraviesa porque nos podemos identificar con muchos momentos sin ahondar en cuanto nos parecemos en sí a la circunstancia de cada uno. Aquí rompen la cuarta pared contándonos quienes son sin posibilidad de juzgarles.

En la obra cobran mucha importancia los cuidados de los unos a los otros y la compañía que se hacen los personajes.

Cuestiona un poco la sociedad tan individualista que vivimos hoy y hace una reflexión hacia lo colectivo. En lo colectivo hay siempre un sacrificio que son estos cuidados. La sociedad capitalista en la que vivimos y en la búsqueda del éxito continuo, de ser reconocido, de hacer de tu propia diferencia un récord de visibilidad en likes.. Al final hay un tanto mirarse al yo que se está perdiendo lo colectivo.

Hay una corriente que fluye por todo el espectáculo que es Simon Wile, una filósofa alemana atea pero que busca a dios todo el rato. Tiene algunas reflexiones en este sentido, cuanto más pensemos en el mundo y no en nosotros más cerca estamos de dios. Esta corriente recorre toda la función.

«Cuanto más pensemos en el mundo y no en nosotros más cerca estamos de dios. Esta corriente recorre toda la función»

Lo que hablamos de los cuidados es el sacrificio que hay que hacer para mirar al otro porque al final es un sacrifico. Hay algo de religioso en lo que Jose Manuel nos plantea como autor. Cuestionarnos qué hacemos por los demás, qué placer, qué búsqueda de la espiritualidad y buscando una opción al final más humanista.

El espectáculo no es dogmático sino que busca que uno se haga preguntas mas que obtener una respuesta. Los grandes místicos lo que hacían era dudar continuamente de la existencia de dios y de su creencia en ello.

También es crucial la música, muchos de los actores interpretan instrumentos. ¿Cómo es el proceso de cásting?

Está pensado antes. La búsqueda del reparto a veces se da de una manera muy fácil porque yo no hago un casting o audiciones para los espectáculos normalmente. Trabajo mucho con el material que tengo. Siempre hago elenco sabiendo un poco por donde voy a tirar y aprovechando todas las facetas que me puedan dar. Teníamos que contar con actores que fueran también músicos.

Es un paisaje físico también muy diverso. En toda la historia de las religiones, de las comunidades más paganas, de las fiestas populares, la música que es lo que hace la reunión, la fiesta colectiva. En una fiesta siempre hay música y baile.

¿Se te ocurre algún lugar que conozcas que pueda ser en la vida real el salón de belleza de la obra?

No, creo que el salón tenemos que pensar si existe o no. El salón de belleza es una meta, una utopía, no es un lugar real.

Para mí el salón de belleza es un museo porque es donde podemos ir a contemplar la belleza pero también es un auditorio donde podemos escucharla. Digamos que el salón de belleza es una metáfora y una incógnita fuerte que no tiene un lugar físico concreto. Uno lo puede hallar en su interior, lo puede hallar fuera.. pero es muy abierto. No es un spa, una peluquería ni un hospital pero a la vez es todo eso porque en todos esos lugares se dan los cuidados al cuerpo que es de lo que también hablamos.

No podemos acabar la entrevista sin preguntarte, ¿más de cultura y menos de qué?

Más de cultura y menos de política.