Basada en un texto original de Mike Bartlett, el Teatro Pavón de Madrid acoge desde finales del 25 de enero al 19 de marzo la obra Contracciones, protagonizada por Candela Peña y Pilar Castro. La representación explora la invasión creciente de las grandes compañías en la intimidad de sus empleados. En formato entrevista, asistimos a cómo la conversación va traspasando los límites de la intimidad e incluso la legalidad.

El director de Contracciones es Israel Solá. Se toma un tiempo para charlar con Más de Cultura sobre cómo que fueron las propias actrices las que, habiendo leído el texto como él hace unos años, le manifestaron su deseo de traer a la vida de nuevo un texto tan actual. De las inquietudes dramatúrgicas de todo su equipo, nace esta propuesta que ya ha sido representada en otras partes del mundo.

No es muy difícil adivinar que puede que esta obra surja de vuestras propias inquietudes ¿Cómo llegamos hasta aquí? 

La obra es un texto que nos llega de Inglaterra. Es un texto de Mike Bartlett. Yo lo leí hace muchos años y me pareció muy interesante. Pero fueron Candela y Pilar las que se lo habían leído y ellas cuentan que les apeló muchísimo el cómo el sistema al final te hace pasar un aro y si no pasas te castiga y acabas sin trabajo o dentro de esos mecanismos de presión de lo que implica ser un outsider. Me llamaron con la propuesta y a partir de ahí nos emocionamos.

La obra nace de ellas, de su inquietud y eso es lo más chulo. Cuando ves a dos actrices que quieren hacer una obra piensas que hay algo ahí, más allá de actrices de encargo. Yo creo que eso se respira mucho en la sala de ensayos.

En este caso, al haber leído ya el texto ¿Esto complica la labor de ver la obra de una manera más objetiva?

No, porque al final hacemos versiones de Shakespeare que ya conocemos. Al contrario, simplemente para mí era un texto que aunque hubiera leído, no conocía. Yo cuando trabajo con mi compañía creamos el texto desde cero. Cuando llegas el primer día a la sala de ensayo ya lo conoces porque eres como «padre».

Nosotros trabajamos los textos que son contemporáneos. Los escribimos nosotros y cuando llegamos a la sala de ensayos de alguna manera sabes perfectamente lo que quiere decir cada réplica porque la has escrito tú. Aquí lo dificil siempre es cuando te pones a trabajar en profundidad qué quiere decir el autor. Por qué has hecho que el personaje haga eso en ese momento… etc. Es como un pequeño cubo de rubik que tienes que ir desgranando.

Pero es curioso porque aunque pueda parecer muy actual, el texto se lleva interpretando durante años en otras partes del mundo. ¿Habéis cogido referencias o simplemente os habéis ceñido a vuestra propuesta?

Yo intento siempre trabajar olvidándome de que la obra ya se ha hecho en otras partes porque si no, al final, no te puedes relacionar desde un sitio libre. Ves una imagen de otro montaje y te condiciona muchísimo.

Para mi es guay no haberme mirado nada y, a nivel de cómo estamos afrontándolo, si que piensas en qué tipo de empresas son de las que estoy hablando, qué tipo de reuniones, qué tipo de energía hay en ellas… Recordando nuestras propias experiencias.

Pilar contaba que una vez trabajó en una empresa en las que les hacían reunirse cada día antes de empezar para hacer una charla sobre motivación. En realidad son buenas prácticas muchas veces, el problema es cuando se utilizan para maquillar conductas muy nocivas para con el trabajador.

Es como las empresas que dicen que si reciclan los envases no importa que esté contaminando. Pues si hago una charla al año para ver por qué nos llevamos mal, no importa que luego te esté tratando con las peores condiciones laborales del mundo. Son las contradicciones de nuestra época contemporánea, de nuestro sistema laboral.

¿De dónde viene tu interés por  la dramaturgia?

Yo en realidad lo que más he hecho es de director. Yo en La Calòrica soy el director de la compañía. Las obras las creamos todos juntos pero existe un dramaturgo que es Joan Yago que es el que trabaja como especialista en dramaturgia.

Es verdad que en los últimos años me he empezado a meter más en el terreno de la dramaturgia y he hecho dramaturgias para espectáculos de danza y, de hecho, he escrito mi primer texto solo que se ha estrenado en Cataluña: Australia. Ha funcionado muy bien.

Como creador de una compañía todos estamos trabajando en la dramaturgia cuando creamos un espectáculo.

El otro día recordabamos cuando hicimos nuestro primer bolo en Italia y recordamos que fue allí donde Joan Yago y yo, allí, haciendo un curso intensivo de verano en una escuela de teatro, ideábamos la primera trama del primer espectáculo que hicimos. Éramos dos estudiantes empobrecidos en un curso perdidos en la toscana italiana.

Precisamente creasteis la compañía La Calòrica un poco hartos de la situación de empobrecimiento constante del mundo de las artes y el teatro. 

La sensación que tenemos siempre es de que el teatro que haces es algo necesario. Es algo que tiene que existir y estar apoyado y yo creo que no nos podemos quejar de la oferta teatral.

Por ejemplo, cuando los catalanes venimos a Madrid nos damos cuenta de que hay teatro en cada esquina. Hay mucho teatro para todos los públicos y gustos. Eso siempre lo vemos con cierta «envidia». Pero, a la vez, ¿En qué condiciones están esos creadores? Esa creo que es nuestra asignatura pendiente.

Ahora que he tenido la oportunidad de estar por Europa y ver otras condiciones de trabajo, te das cuenta de que los artistas tienen mecanismos laborales que les protegen que hacen que tu puedas trabajar un tiempo y estar creando y que se entienda que no son trabajos en los que estás trabajando con un sueldo fijo durante todo un año, sino que tiene una cierta intermitencia que debería permitirte para continuar ejerciendo una profesión. Eso sería lo más complicado del sistema creativo.

¿Más de Cultura y menos de qué?

Y menos mundiales en Qatar.