La compañía teatral La Joven vuelve con un nuevo proyecto, Fuego. Se trata de la segunda parte de la tetralogía Mapa de las ruinas de Europa, con la que reflexionan sobre la idea pasada, presente y futura de Europa. Fuego es una obra dirigida por José Luis Arellanos y escrita por Qy Bazo.

Situada en el umbral de la II Guerra Mundial, Fuego tiene como protagonistas a los jóvenes alemanes de entreguerras. En Más de Cultura hablamos con el director de la obra sobre la manipulación, la fragilidad de Europa y sobre cómo el teatro se puede aproximar a la historia.

¿Cómo llegas a la obra?

Cuando yo le encargué Fuego a Quique y a Yeray Bazo, que son los autores de la función, teníamos la idea de contar de dónde venimos en Europa. Básicamente porque en nuestra compañía hay un montón de artistas jóvenes de muchos lugares, Grecia, Chipre, Francia, Inglaterra… hablamos muchas veces sobre que consideran ellos qué es Europa, de dónde venimos, por qué nos pasan las cosas que nos pasan ahora.

Sobre todo porque veníamos de la crisis del 2008 y realmente no tenían mucha idea de lo que estábamos hablando. Nos surgió este impulso de escarbar en el siglo XX y ver de dónde procedemos. A raíz de esto sale Mapa de las ruinas de Europa, que es una tetralogía, y Fuego es su segunda parte.

En Fuego nos acercamos a la II Guerra Mundial, a la construcción de una ideología como el nacional socialismo, a los nazismos y qué pasó en ese momento para que tantos jóvenes abrazasen una idea tan subversiva.

¿Cómo es el proceso de documentación al enfrentarse a un tema así?

Por una parte está lo teatral, tenemos que hacer un espectáculo teatral, no solo puramente histórico por lo que el discurso es teatral. De hecho es un thriller lo que han construido los Bazo. Por otra parte está el discurso histórico y hay una tercera parte que es qué de todo eso podemos traer hoy.

Yo creo que primero partimos de estudiar muchos libros de historia y cayó en nuestras manos uno que se llama Teenage que hablaba un poco del enfrentamiento de un montón de jóvenes en la Europa de entreguerras, cuál era su universo, su mundo, la música que escuchaban… Caes en algo tan obvio como que no somos tan distintos y que cosas que les pasaron a ellos nos pueden pasar a nosotros y de hecho nos están pasando.

Eso fue el punto de partida, empezar a leer un montón sobre historia pero desde un punto de vista muy humano. Leímos muchas cartas, muchos escritos. Los Bazo, tanto ellos como yo, hicimos muchos talleres sobre qué creían nuestros artistas, estos jóvenes actores, que era la manipulación, o qué veían ellos que era importante de ese universo.

Fue un trabajo de investigación tanto fuera como dentro del teatro.

¿Cómo acercas el tema al elenco? ¿Asumes cierto rol de profesor al tratarse de un tema así o te quedas en la parte de dramaturgia?

Siempre como director tratas de dar un punto de vista sobre lo que estás intentando hacer. Evidentemente luego te acercas mucho al texto pero hay una labor primera que a mí me gusta mucho, reflexionar sobre lo que estamos haciendo. Al final, como somos hombres sociales, somos políticos, siempre hay una reflexión. A mí me gusta mucho leer la prensa diariamente, le encuentro muchos vasos comunicantes con el teatro.

Los autores escriben mucho lo que tiene que ver con su mundo y universo. Chejov pronostica la caída de Rusia, Shakespeare habla del poder, todos hablan del contexto histórico y todo eso me gusta acercárselo al intérprete, da igual que sea joven o no.

En el caso de Fuego ha habido que también discernir un montón en momentos históricos porque aunque parezca una tontería hay veces que personajes como Hitler están muy estereotipados y hay que leer sobre él. Hay que contar un poco sobre quien era, sobre todo para entender el proceso.

¿Encuentras paralelismos entre Fuego y la actualidad?

Encuentro muchos. A lo mejor no son tan evidentes como si estamos viviendo un nuevo despertar de los nazismos pero sí que es verdad que escarbando mucho en la historia de Europa, en esta Europa tan fragmentada. Una Europa en la que se destruyen los imperios y parece que cada territorio tiene que ver con algo muy personal, de los pueblos, cómo hemos sobrevivido entre los pueblos, las naciones y los ciudadanos.

Esta especie de conflicto entre estas áreas creo que se está dando ahora también y que nunca ha terminado. Creo que hay un resurgir, en la crisis del 2008 y ahora con la crisis del coronavirus, del individualismo.

En la obra os acercáis mucho a la manipulación, ¿Es más fácil manipular a la juventud?

No. Hablamos de la manipulación de la juventud porque el elenco que tenemos es joven y también los personajes son de un grupo de jóvenes. Creo que al final la manipulación es sencilla por parte de ciertos poderes y elementos que quieren manipularnos. Creo que de alguna manera todos nos manipulamos a todos.

Es distinto el material. El material que tiene el joven tiene mucho que ver con la ilusión porque es el que empieza. Les prometieron ser los nuevos propietarios del cielo. Tiene que ver más con las energías, con la energía que tiene cada generación mas que con la juventud. Creo que es igual de fácil manipular. Y lo estamos viendo ahora mismo

¿Qué es lo que más te gusta de trabajar con un elenco tan joven?

Los elencos más adultos tienen por lógica la experiencia y hay veces que hemos perdido cierta ilusión. Los jóvenes no tienen esa experiencia pero tienen mucha ilusión, a mí me engancha mucho eso.

El jugar a esto como si fuese la primera vez. Cuando ya creces un poco tienes que hacer un esfuerzo mayor para jugar. Es algo que creo que el actor intenta no perder a lo largo de su vida y hay veces que se pierde inevitablemente.

¿Quién te gustaría que fuese a ver al obra?

Espero que como siempre todo el público, las familias enteras. Me gusta mucho cuando viene gente joven, este es el gran propósito. Me gusta mucho cuando vienen las familias porque luego se establecen debates. Es muy interesante cómo lo ven los padres con respecto a los hijos. Se produce esa pequeña catarsis también generacional.

Alguna recomendación artística que nos puedas hacer. 

Me emocionó en su momento Madres paralelas de Pedro Almodóvar, sé que es jugar a un caballo ganador pero es una peli que me ha emocionado muchísimo.

El cuaderno de Pitágoras de Carolina África me ha emocionado muchísimo también. Es una obra muy humana. Me parece muy interesante apostar por la dramaturgia española contemporánea.

¿Más de cultura y menos de qué?

Más de cultura y menos de egoísmo. Hablando de los nacionalismos y de individualismos, más cultura, menos egoísmo y menos enfado.