Los hermanos Grimm fueron los grandes cuentistas de la historia…aunque nunca lo pretendieron: Caperucita Roja, El gato con botas, Cenicienta, Pulgarcito… Lo que pocos saben, sin embargo, es que su público soñado no eran los niños, sino los adultos. De ahí la explicación de sus contenidos a veces violentos y abruptos…poco recomendables para la sensibilidad infantil. En realidad su dedicación tenía más que ver con el estudio y la recopilación de la cultura oral germánica. Parece que la historia de Cenicienta fue escuchada a un viajero por una tabernera. Y las historias de Caperucita, La bella durmiente o Blancanieves también llegaron a ellos por narraciones orales. También hemos sabido que sus historias contenían incluso escenas de sexo explícito, cortadas cuando su público natural acabó siendo el infantil…

Pero el cuento del que vamos a hablar en esta ocasión, también recopilado por los ocupados hermanos Grimm es el que cuenta la fábula de Los músicos de Bremen. Con la historia que les precede a los Grimm, es más fácil entender la lectura que subyace en esta historia, más propia para público adulto. Al final de lo que se trata es de hacer entender que cualquier persona puede interesarse por un futuro profesional más elevado del que le viene impuesto por la practicidad social. Incluso que cualquiera que haya llegado a una edad lo suficientemente elevada para dejar de ser «útil» al sistema, aún puede aspirar a realizar su sueño, digamos, artístico.

De todos modos la historia de Los músicos de Bremen, se dulcificó, al igual que los otros títulos de los que les hablé al principio, para llegar a los niños. Algo que me resulta interesantísimo. A veces subestimamos la inteligencia de los niños y les digo, por experiencia propia, que en ocasiones nos pueden superar con su increíble clarividencia. Por eso nunca es pronto para hacerles llegar, según qué mensaje. Y más la fábula que contiene Los músicos de Bremen.

Si no lo han leído, trata de la segunda oportunidad que se da un burro, un perro, un gato y un gallo, cuando menospreciados por sus dueños por no ser útiles quieren deshacerse de ellos. Los animales propiciarán un encuentro y emprenderán un viaje para conseguir ser lo que soñaron siempre: músicos.

La estatua que ilustra este artículo se encuentra, lógicamente en Bremen (Alemania) y, dice la leyenda, que tocar el burro trae suerte, de ahí su morrito brillante.

Si les interesa mostrar la historia a los pequeños que ronden por su casa, se lo pasen pipa y reciban este bonito mensaje, a partir del 24 de noviembre un precioso musical ilustra el cuento. Apunten:

Los músicos de Bremen

Del 24 de noviembre al 6 de enero

en Teatro Sanpol

Versión del cuento de los Hermanos Grimm
Dirección: Ana María Boudeguer
Dramaturgia: Julio Jaime Fischtel y Ana María Boudeguer
Música y dirección musical: Nacho Mañó (Presuntos Implicados)
Letras de las canciones: Julio Jaime Fischtel y Nacho Mañó
Una producción de la Compañía la Bicicleta